Leí hace poco que cuando uno lee en silencio, en realidad emite pequeños destellos de sonido que imperceptibles, nos entran en los oídos, y la memoria hace lo suyo. Cuando murió Mario, yo, un crítico de la ceremonia velatoria, no resistió el silencio, y se fue a confesarle algo a Mario en el Salón de los Pasos Perdidos.
Cuando
murió Mario era un domingo plomizo, con un final al
estilo de Mario. Un final que te arranca un suspiro
de impaciencia, de dolor, de tensión, un final que no
tenía que llegar a ser nunca un final.
Lo conocí en mi adolescencia. Me compré un libro de cuentos de varios uruguayos y leí "Se acabó la rabia". Es la historia de un perro testigo de una infidelidad de su dueña. Después procuré conocer más de su obra. Sus poemas, La borra del café con el capítulo "La niña de la higuera", una de las más tristes piezas literarias que he leído.
En un viaje a Brasil, leí en el avión El país de la
cola de paja, fue hace poco tiempo, y me identifiqué
como un uruguayo con la cola de paja.
Cuando conocí "La Tregua", entendí por qué es una de las
grandes obras de la literatura nacional.
Con
El amor, las mujeres y la vida descubrí sus poemas.
Con Montevideanos entendí la ciudad, y con La
vida, ese paréntesis, supe que Mario se moría.
El día que velaron a Mario, le confesé en silencio un "gracias" que solo yo pude escuchar, porque él estaba de cuerpo presente, pero silencioso, en un final que solo Mario pudo escribir, con la rabia que te da la vida, la rabia que empieza cuando alguien como Mario se muere.
Un día fui, (en 2009) a Sayago a entrevistar a los
abuelos que estaban aprendiendo a leer y escribir en el
Plan Yo Sí Puedo, para una nota en La República. Ahí
había una señora de nombre Yeni. Tenía 68 años. A los
dos días salió el artículo en el diario. El primer
artículo de un diario que leyeron Yeni y sus compañeros
fue el que hablaba de ellos mismos, de su esfuerzo y su
historia de vida. En el artículo
yo mencionaba que estaban leyendo a Mario Benedetti, un
libro llamado "Montevideanos". El domingo 17 de mayo de
2009 Yeni me llamó llorando: "Soy creyente, creo que se
murió porque yo lo estaba leyendo...". Minutos antes yo
intentaba llamar a Tabaré Vázquez para entrevistarlo
sobre la muerte de Mario. Si hablaba con el Presidente
no importaba, yo ya tenía mi propia historia.
Pero sigo con rabia. Desde que se murió Mario.
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"Se acabó la rabia"