Viernes, 16 de junio, 2006 - AÑO 7 - Nº2221

Los padres están desmoralizados al no tener respuestas

Cuando la escuela rural se convierte en el símbolo de la identidad y del terruño

La escuela es vital para la sociabilización de los vecinos del paraje de Puntas del Pantanoso, a seis kilómetros de Santa Rosa en el departamento de Canelones. Para los pobladores de dicha zona rural, "es fundamental contar con la escuela, tanto para los niños, como para el contacto entre los vecinos, que en muchos casos viven a grandes distancias entre sí". Los alumnos de la escuela rural Nº 18, fueron trasladados a una escuela urbana, y en un mismo salón funcionan hasta seis clases por vez.

MATIAS ROTULO

Las imágenes pasan inadvertidas mientras viajamos en un ómnibus capitalino. La ventanilla es la pantalla que muestra las grises fachadas de casas, edificios y caras desconcertadas que caminan la ciudad. Muchas de las personas dueñas de esas caras, ni perciben que sus pasos acaban de dejar atrás una escuela pública, otra escuela pública como tantas en Montevideo. Los bichos de ciudad, como alguien ha denominado a los habitantes de las metrópolis, convertimos lo cotidiano en lo olvidado, en lo "insignificante". Una escuela nos puede rememorar nuestra más tierna infancia, pero al surgir algún recuerdo más urgente y presente, la escuela es algo más que pasamos caminando por la vida. Pero, ¿qué sucede en un lugar donde la escuela pública es uno de los pocos modos de relacionamiento entre los vecinos? Sin olvidarse del papel fundamental que la escuela cumple para los niños. ¿Qué sucede si la escuela pública, siendo el único medio de relación comunal, hace cuatro años que no funciona? ¿Qué sucede con esos niños que no tienen donde estudiar cerca de su casa?

El diario vivir

Llegó a la redacción de LA REPUBLICA una carta fechada en el mes de mayo de 2006, y firmada por dos personas, dos mujeres rurales. En la carta plantearon su curiosa situación, considerada "curiosa" por nosotros, "bichos de ciudad" que vivimos en el torbellino diario. Para nuestra "curiosidad", los habitantes de una pequeña localidad de Canelones consideran a "su" escuela como "el diario vivir". Es por eso que padres y vecinos de la zona reclaman a las autoridades de primaria que en la zona de Puntas del Pantanoso se construya un nuevo local escolar que cumpla una doble función: la de escuela pública rural para los niños, y como único punto de encuentro entre los vecinos.

Perdiendo la identidad

Más allá del descontento por la demora en la construcción de un nuevo local, los padres se muestran "desmoralizados" por no haber obtenido una respuesta de las autoridades. La falta de la escuela para la población de la zona significa la pérdida de la identidad rural que caracteriza a las personas que allí habitan. Según los pobladores, en la zona se está dejando de realizar reuniones sociales y culturales, las cuales fortalecen la amistad, vecindad, confianza y trabajos cooperativos entre los pobladores". Mientras funcionaba la hoy abandonada escuela número 18 se realizaban diferentes actividades, impulsadas por los propios vecinos, lo cual acortaba las distancias físicas que existen entre las casas. Para los vecinos, la escuela es "el único espacio de encuentro y sociabilidad que tenemos hoy quienes vivimos en el campo". El pedido de la construcción de la nueva escuela pretende fundamentalmente que los niños recuperen su espacio y su medio de vida. Los padres en tal sentido dicen: "Nosotros hemos elegido este medio de vida para nuestros hijos y por lo tanto queremos enviarlos a una escuela rural".

Lo que el viento se llevó

Hasta el año 2002 la escuela número 18 funcionó en el local arrendado por el Consejo de Educación Primaria, sobre la ruta 6, kilómetro 48. Estuvo instalada allí durante casi noventa años. El 10 de marzo de 2002, un tornado arremetió duramente sobre la zona, y por algunos deterioros sufridos en la estructura edilicia la escuela 18 fue cerrada. Los alumnos fueron derivados al local de la escuela rural número 54. Según la comisión de padres, "por distintas desavenencias entre las directoras de la escuela 54 y la 18, en octubre de 2005 esta última volvió a ser trasladada a la escuela urbana No. 119, en la ciudad de Santa Rosa".

Fortaleciendo la lucha

Los vecinos se sienten desprotegidos, pero argumentan en la carta enviada a nuestra redacción: "Estamos recorriendo caminos difíciles, muchas veces solitarios, lo que ha fortalecido nuestra lucha". Al no tener la escuela en la zona, los niños deben trasladarse en muchos casos, varios kilómetros por el campo, montando su caballo, o tomando el ómnibus en la carretera.

La escuela urbana, donde concurren los niños de la escuela rural, está a más de cuatro kilómetros de distancia de las casas de muchos de los alumnos. Una de las quejas que realizan los padres, es que a raíz de que sus hijos concurren a una escuela urbana no tienen la educación que les brinda la escuela rural. Los padres declaran: "Nosotros optamos por vivir en el campo, y darle educación a nuestros hijos en una escuela rural".*

Matías Rótulo
La República
Domingo, 16 de junio, 2006 - AÑO 7 - Nº2221 

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