Si quiere apoyar a Letras- Uruguay, done por PayPal, gracias!! |
Buscando a una mujer desnuda desde la ventana de Neruda |
Estuve en la
habitación de la casa de Neruda. Huele a madera, a mar, a Neruda. Me
paré frente a una ventana. Saqué una foto. De pronto vi la piel de
una mujer. En una ventana, en la casa gris, había una mujer desnuda.
Me miró, y noté que tuvo que ajustar su mirada hacía la ventana de
la casa. Así fue como pareció sorprenderle mi presencia. Y cerró la
ventana, pasó la cortina de lado y sus senos desaparecieron. Pensé
que todo había sido producto de la falta de oxígeno por la escalada
a La Sebastiana ¿O no?
Los primeros treinta metros tenían una pequeña escalera de nueve peldaños que terminaba justo al doblar la esquina. Cuando la esquina llegó, los próximos veinte metros (siempre dentro de la primera cuadra), contaba con otra escalera que moría en la otra curva con unos cuarenta escalones. Al llegar allí, con las piernas entumecidas, se veía cuesta arriba otra cuadra. La segunda. Así fue todo el viaje. En la tercera cuadra, un cartel anunciaba que se había ascendido a 220 metros de altura, aunque sólo había recorrido 300 metros por Ferrari. Los habitantes del cerro, subían rápidamente, desafiando nuestro paso. Los escolares se corrían unos a otros jugando entre ellos a medidas que iban ascendiendo. “La Sebastiana está a 200 metros, pero son los más empinados” me advirtió una vecina tras la desesperada pregunta ¿Cuánto falta para la casa de Neruda? La casa de aire La fatiga de la subida pareció compensarse en la puerta de La Sebastiana. Será el aire con el cual Neruda hizo su casa que fue inaugurada en 1961. El poema que le dedicó a su casa tiene a un yo lírico constructor, albañil, arquitecto, soñador:
Adentro, en los pisos de la madera que rechina en verso, las puertas de vidrios coloridos, un gran mapa de América donde todavía figuraban en “Uruguai”, los Charrúas dominando el sureste del país, y adornos en metal, madera y cristal, componen la casa hecha a imagen y semejanza de la misma belleza. Dice en el poema a su casa:
Lo que dice la casa
Su esposa Matilde nunca volvió a vivir en La Sebastiana cuando
Neruda murió. La casa, hoy museo, muestra los zapatitos blancos de
la mujer del poeta, y un largo camisón también blanco colgado en uno
de los estantes. Volviendo al juego, un caballo de madera que en algún momento perteneció a un carrusel está en la sala circular: el caballo parece girar en la sala como si aún estuviera en su hogar original. El baño al lado del bar de Neruda tiene una particular puerta calada. Es decir, quien está fuera del baño podía mirar hacia adentro. Todo esto en el primer piso de La Sebastiana. Arriba del todo, tras caminar por unas laberínticas escaleras de madera, con apenas espacio para una sola persona subiendo o bajando, su estudio lleno de libros revela otra imagen de Valparaíso. Es decir, todas las ventanas muestran la ciudad y el cerro más arriba, y el cerro más abajo, pero a medida que se sube, parece cambiar el paisaje, de la misma Valparaíso de siempre.
El mar se encuentra con la vista, entre techos arruinados más abajo,
y copas de árboles que son como plantas en un jardín trasero.
La mujer desnuda En el piso de abajo, la habitación de Neruda, donde a veces escribía, donde escuchaba la radio, donde amaba a su esposa, tiene mar, y tiene cielo. Pero particularmente tiene casas. Casas lejanas, pequeñas, cercanas y enormes. Techitos dominados por gatos. Gatos en busca de gatas, sombras en busca del sol que cada vez quema más fuerte el alto del cerro. Una de las historias de la habitación, es que Neruda le decía a sus amigos que a cierta hora de la tarde, una mujer desnuda aparecía en una de las ventanas de la casa gris, arriba de la amarilla, al lado de la rosada. Los amigos pasaban horas y horas tanto en la habitación como en el estudio del piso de arriba buscando las casas, buscando a la mujer. Nunca nadie vio nada.
Conociendo esa historia, hice el intento. Busqué una casa y una ventana. Miré fijo entre las malformaciones de la arquitectura que se debe adaptar a los accidentes geográficos. Había olor a libros, a juego, a Neruda. Y fue justo ahí cuando la encontré. Completamente desnuda, con sus pubis, y su ombligo, y sus senos, y su cuello, y sus ojos, y su pelo, todo acariciado por el aire de Valparaíso. El aire que no llegaba a mis pulmones, que me impedían respirar en la altura de apenas500 metros, que no me dejaban gritarle, ni recitarle un poema del poeta. Pero ella me vio, me miró con cara de enojada. Se dio cuenta que yo no era Pablo. Se escondió detrás de la cortina, desapareció. Luego, todas las mujeres de Valparaíso, viejas, jóvenes, madres, hijas, tenían su rostro, ninguna me miró a los ojos. Pues yo no soy Pablo. |
Matías Rótulo
matiasrotulo@gmail.com
El blog de Matías Rótulo
Un optimista bien informado, es decir, un pesimista -
www.matiasrotulo.blogspot.com
Publicado,
originalmente, en
www.humbral.blogspot.com el día 24 de marzo de 2013
Ir a índice de Periodismo |
Ir a índice de Rótulo, Matias |
Ir a página inicio |
Ir a índice de autores |