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Rodó, Maestro de Parábolas |
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Rodó fue el vidente de sí mismo y el pensador intenso que todos reconocen; fue el anhelante apóstol de las armonías morales fundadas en amor; fue, para las juventudes, sobre todo, para las de la familia americana en particular, el ejemplar maestro de los idealismos y las abnegaciones y las caridades: pero fue ante todo y sobre todo, y mas que todo, el artífice inimitable de su verbo; el enriqueció nuestra lengua castellana, no propiamente con nuevas voces, pero con una nueva voz; en la suya, en su voz personal, se formaron sonoridades no escuchadas aún, nuevos ritmos de la prosa castellana, que brotaban de su esencia, como nuevas revelaciones de sus tesoros y de su vida perdurable. |
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La permanente actualidad de Rodó se nutre con la savia de sus parábolas. No en balde enraízan su propósito adoctrinador, en el fértil y siempre fecundo campo bíblico. Joao Pinto da Silva afirma: "José Enrique Rodó falla como um propheta da Biblia: por parábolas. Essa forma, foi a forma predilecta dos grandes conductores de povos e de espirites."
(1) Gonzalo Zaldumbide, tan fino exégeta rodoniano, define con precisión: "Rodó halló en el encanto de la parábola -donde aúnan sus gracias la ficción, la moral, la poesía, la experiencia filosófica y la cordura- la imagen abreviada de su ideal y la satisfacción menos incompleta de su aspiración."
(2) Y Rodó, al proyectar, en 1905, la carátula para su PROTEO, insertaba en ella, como explicación definidora, el versículo 11, del capítulo IV, del Evangelio de San Marcos, según el cual "todo se hace por vía de parábolas".(3) Pudo agregar aún, como el Rey-profeta en su salmo LXXVIII, 2: "Abriré en parábola mi boca: hablaré enigmas del tiempo antiguo." |
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La permanente actualidad de Rodó se nutre con la savia de sus parábolas. No en balde enraízan su propósito adoctrinador, en el fértil y siempre fecundo campo bíblico. Joao Pinto da Silva afirma: "José Enrique Rodó falla como um propheta da Biblia: por parábolas. Essa forma, foi a forma predilecta dos grandes conductores de povos e de espirites."
(1) Gonzalo Zaldumbide, tan fino exégeta rodoniano, define con precisión: "Rodó halló en el encanto de la parábola -donde aúnan sus gracias la ficción, la moral, la poesía, la experiencia filosófica y la cordura- la imagen abreviada de su ideal y la satisfacción menos incompleta de su aspiración."
(2) Y Rodó, al proyectar, en 1905, la carátula para su PROTEO, insertaba en ella, como explicación definidora, el versículo 11, del capítulo IV, del Evangelio de San Marcos, según el cual "todo se hace por vía de parábolas".(3) Pudo agregar aún, como el Rey-profeta en su salmo LXXVIII, 2: "Abriré en parábola mi boca: hablaré enigmas del tiempo antiguo." |
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Desde sus comienzos, Rodó se muestra dueño de un estilo y seguro de su expresión. Casi podría decirse que no tiene iniciación literaria. Principia a escribir y a pensar como un maestro. Concibió y concretó un pensamiento filosófico desde que inició su labor intelectual. No mostró pasado inseguro antes de asentar la secuencia de sus ideas. Sintió la urgencia de transmitir su mensaje. Por esto, gráficamente, su obra trunca se detiene en mitad de una parábola ascensional o se abre, como su pensamiento, ante una perspectiva indefinida. |
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En 1907, en su admirable revista "El Nuevo Mercurio", Enrique Gómez Carrillo promovió una encuesta sobre el Modernismo en Hispanoamérica. De las treinta y cuatro respuestas publicadas, una conviene destacar porque, además de ser sustantiva, procede de un escritor que tuvo y guardó con Rodó, permanente y sorprendente coincidencia de pensamiento. En la aludida contestación, Carlos Arturo Torres -que tal es el pensador- sostiene que "la repudiación del prejuicio consubstancial constituye el acto más valeroso de autonomía humana". Y al hablar de la liberación del espíritu como de "la más augusta de las liberaciones" asegura que hay una notoria diferencia "entre aquellos que han llegado a una fe nueva al través de las ordalías del acto moral preliminar de la anulación de una fe antigua, y los que, colocados en el camino, desde el principio y por circunstancias que ellos no determinaron, no conocieron la trágica zozobra de esas demoliciones y de esas edificaciones
interiores".(25) La cabal formación espiritual que se advierte en la obra de Rodó, desde los comienzos, se circunscribe y ciñe, de manera sugerente, a un idéntico planteamiento del problema de la libertad que es, sin disputa, el más profundamente esencial del Hombre. Rodó insiste tesonera y tercamente en dilucidarlo para alcanzar la solución ética irreprochable y más en consonancia con la dignidad humana. |
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Toda la obra de Rodó tiene activa estructura didascálica. La esencia de su doctrina filosófica -sin llegar a sistematizarse- se puede reducir a la necesidad de una renovada y persistente transformación, para "lograr una perpetua victoria sobre si mismo"
(27) porque "mientras vivimos está sobre el yunque nuestra
personalidad".(28) Del mismo modo que "quien no avanza,
retrocede",(29) en el ideario rodoniano, nuestra vida "o es perpetua renovación o es lánguida
muerte".(30) Sin embargo, pese a su fórmula nuclear, según la cual, "reformarse es
vivir",(31) Rodó fue, invariablemente el mismo, desde sus comienzos literarios hasta su solitario y dramático final. Aunque proclamó, con segura y obstinada confianza, el nadie diga: "¡Tal soy, tal seré
siempre!",(32) su pensamiento nace en la creencia de que, en el "niño" de cada uno de nosotros, está prefigurada nuestra futura personalidad, múltiple y compleja. Y como, para Rodó, "cada uno de nosotros es, sucesivamente, no
uno sino muchos",(33) resulta lógico que "el alma de cada uno de nosotros es el término en que remata una inmensa muchedumbre de
almas".(34) Por esto concibió al Hombre a la vez, actor o espectador, alternativamente, como luchador y como campo de lucha, solitario en medio de la multitud. Sostuvo aún que, hacia cada uno de nosotros, viene un camino ignorado, que necesitamos encontrar, si deseamos realizar nuestra vida. Hay una senda segura, y es la que va a lo hondo de uno mismo. Y porque así es, Rodó exclama, con acento admonitorio: " ... en ti, en ti solo, has de buscar arranque a la senda
redentora!"(35) |
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Notas |
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En PARÁBOLAS Y CUENTOS SIMBÓLICOS hemos procurado recoger seleccionadas páginas rodonianas a fin de dar muestras ilustrativas de la obra del escritor a quien el Congreso de Estudiantes Universitarios de Chile, con asistencia de varios miles de congresistas y en representación de veinte Universidades, proclamó, en 1941, para gloria de Hispanoamérica, "Maestro de las Juventudes del Continente". |
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1 - PINTO DA SILVA, Joao, Vultos do meu
caminho. Porto Alegre, Editores Barcellos, Bertaso y Cía. |
José
Pereira Rodríguez
José Enrique Rodó
Parábolas cuentos simbólicos
Ilustraciones de Santos Martínez Koch
Contribuciones americanas de cultura S. A.
Montevideo 1938
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