Encuentros
Felisberto Hernández por dos

por Pablo Rocca

A su turno, ellas compartieron con Hernández un parejo plazo de vida: Medeiros durante seis años (1943-1948), Reyes durante un lustro (1953-1958). Esta última se hizo acreedora de ocho notas, una de ellas brevísima. En cambio, Medeiros recibió varias decenas de comunicaciones --muchas remitidas desde París entre 1946 y 1948--, en las que Felisberto se muestra más preocupado por hablar de sus proyectos y por reclamar café y cigarrillos para afrontar la escasez de posguerra, que por seguir el diálogo afectivo, político y literario propuesto en vano por su corresponsal. "Tratemos de no hablar en los dominios en que somos absolutamente irreconciliables: problemas sociales; ciertas formas del realismo en el arte y sobre todo, observemos las libertades que necesitamos", le dijo a comienzos de 1944 a su "querida Paulinotas", militante de izquierda responsable de largas novelas filiadas al realismo.

Las dos mujeres coinciden en señalar la genialidad del narrador, sus dificultades para relacionarse con el hombre; las dos están de acuerdo en que Hernández vivía divorciado de la realidad inmediata y que, del mismo abrupto modo, concluyó por alejarse de cada una; las dos observan el enfermizo vínculo entre el examado y su madre. El punto más crítico aparece ante la necesidad de definir la desconcertante atipicidad psíquica del lejano ser querido, esa otredad conexa con la creación artística: Medeiros --visiblemente herida y a menudo agresiva-- habla de la "conducta paranoica" de Hernández, apoyándose justamente en unas palabras dirigidas por el narrador a Reina Reyes. Esta, con mayor distanciamiento, hila más filo: "El autismo de Felisberto, su continua disociación intrapsíquica, su incapacidad para traspasar una actitud puramente subjetiva en toda experiencia pasada, hacen pensar en una constitución esquizoide, que no originó perturbaciones de carácter mórbido por su intensa actividad creadora".

Aunque pocas, las cartas destinadas a Reina Reyes se destacan en el nutrido epistolario édito de Felisberto, siempre menos rico en espesor confesional que el de Horacio Quiroga, Javier de Viana y Roberto de las Carreras, para tomar otros relevantes ejemplos uruguayos. La pieza fundamental, que ya había sido publicada por Tomás Eloy Martínez en La Opinión Cultural (Buenos Aires, 31/III/1974), está fechada en Treinta y Tres el 11 de agosto de 1954, y mereció un largo estudio de Pallares. Se trata de un relato que Felisberto desarrolla desde una vaga idea de reformular la atribución del Premio Nobel, para el que se imagina seleccionado. Con apresurada escritura intercala lo confidencial y lo ficticio puro, pero más que como relato literario importa como documento psicológico de quien aspiraba a vivir de lo que hacía y anhelaba trascender. Secretamente estaba labrándose el justo reconocimiento universal que vendría sí, pero mucho después de su muerte. 

 

por Pablo Rocca

Suplemento "Cultural" El País
31 de enero de 2003

Ver, además:

                      Felisberto Hernández en Letras Uruguay


 
                                                                Pablo Rocca en Letras Uruguay

 

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