Relatos autobiográficos |
Estos
Relatos Autobiograficos no están realizados como para dar un
ejemplo,no, es sólo el relato auténtico lleno de sufrimientos, de una
época y de una angustia constante, que muchas personas de mi tiempo habían
sufrido. A pesar de ello eramos niños felices, nos conformabamos con lo
que teníamos, a pesar de todas las carencias. Todo se va tejiendo en
torno a una red de sentimientos y sensaciones que permiten expresarse en
sutiles reacciones emotivas. De acuerdo a mi corta edad, no puedo
determinar el tiempo que pasaba detrás de aquel viejo portón de mi
casa. Si la memoria no me falla estaba bastante tiempo, frente a frente
con la naturaleza, mientras que según mi madre tarareaba frases
indecifrables, propio de un niño de corta edad Mi primer dolor fue
cuando tenía apenas cuatro años, seguido de una profunda angustia, por
el fallecimiento de mi querida madrina, lo cual todo nuestro grupo
familiar, sufrió aquella inesperada pérdida.
Aún
recuerdo aquellos años, mi abuela al lado del brasero, tomando su
matecito y haciéndonos cuentos que por cierto no se me olvidarán jamás,
con los años comprendí la razón de porque quería tanto a mi abuela
materna. Así me crié, eramos nuestros padres y cinco hermanos, yo era
el segundo de ellos. Mi pobre madre tenía que trabajar muy duramente y
que mejor compañía que nuestra abuela Pilar para quedarse con
nosotros. Mi abuela sufría de asma y yo a pesar de mi corta edad, me sentía como la persona indicada para cuidarla, ya que ella había depositado toda su confianza en mi, ella era parte de mi vida, sin lugar a dudas.
Mi
vida transcurre como la de cualquier niño de la época que me tocó
vivir, ahora dispuesto a revivir esa mezcla de viejos recuerdos, por
cierto con muchas carencias, pero con la escencia pura de el amor, que
había surgido del mundo de afectos en que vivía. A pesar de nuestra
pequeñez, tenía mi grupo de amigos, que como toda lógica, en un
barrio pobre los niños aprenden las cosas de la vida muy
prematuramente, y que en muchos casos son útiles con el correr de los años.
Recuerdo cuando un viejo anarquista, señalando a nuestro grupo de niños
con el dedo índice le dice a sus amigos: !Estos en el futuro serán de
los nuestros!
Con
una voz aguda y fuerte. Al momento como niño, no le dí mayor
importancia al hecho, pero poco después despertó en mí cierta
curiosidad, y llegó a interesarme
por la frase de aquel hombre viejo, ese interés me valió un
fuerte !Cállese la boca! Por parte de mi padre, que era equivalente a
una severa observación, pienso que no se sintió con ganas de
explicarme nada de lo que significaba esa frase, o de lo contrario fue
debido a mi corta edad, pero era muy común soportar esas situaciones en
aquella época.
En
el cruel invierno de 1937, caigo enfermo, me aqueja una pulmonía doble,
acompañado de fuertes dolores reumáticos, estoy hecho una piltrafa
humana, se crea una admófera inquietante de sugestión innecesaria en
mi alrededor, y la recuperación me lleva unos meses.
Siempre
estuve al cuidado de mis familiares, como de mis inseparables amigos,
que al final lo serían por el resto de mi vida. El 24 de Julio de 1939,
mi madre espera para el siguiente día, la llegada de un nuevo
hermanito, pero mi gran preocupación era que anunciaban el fin del
mundo para el otro día, al final todo resultó un cuento.siguiente día,
a pesar que estabamos en pleno corazón del invierno, amanece un día
con un sol radiante, nace mi hermanita, y todo lo anunciado, quedó en
la nada.
No se, ni le encuentro la razón, porque
aquella frase de aquel viejo anarquista, quedó grabada para siempre en
mi mente.
Un día
de invierno como tantos, jugando en la casa de un amigo del barrio,
siento decir algo parecido a su padre, pero me agarró tan de sorpresa
que no pude captar, el sentido real de lo que había dicho, pero era
algo parecido a la frase, que tanto me había interesado. Uno de esos
dias, conversando con mi madre y hermanas, le hago la misma pregunta a
mi madre, ella pues me dió una contestación tan exacta, que desde ese
momento, no me interesó más la frase de aquel anarquista.
Cuando
era pequeño, mi madre que en esos años era muy joven, trataba de enseñarnos
lo que podía, que por cierto sus enseñanzas calaron muy hondo en mi
personalidad. A mi me sucedían cosas extrañas, en el camino hacia la
escuela, me agarro un gran susto, la policia rodeaba a varias casas y se
llevaba a varios hombres, entre ellos al de la famosa frase que había
calado muy hondo en mi cabeza, y al no entender nada de politica,
resumia a mi manera lo que estaba sucediendo. En otra oportunidad,
tambien en mi viaje hacia la escuela, como se imaginarán por caminos
sumamente agrestes, algo parecido a una jungla, me caigo en el barro, en
la soledad del camino hice lo que cualquier otro niño de mi edad
hubiera hecho, me puse a llorar a mares al sentirme desprotegido
totalmente. Dentro de esa soledad, apareció una señora, como un angel en medio de la soledad y que yo no conocía para nada, pero me llevó a su casa, me hizo sacar la ropa que tenía sucia de barro, me la lavó, me la secó como por arte de magia, me la planchó y pude regresar a mi casa con la ropa limpia. Luego con el correr del tiempo, me entero que esa venerable señora que me protegió cuando más necesitaba, era madre de nada menos que de once hijos. Si estaría practica en cosas de enfrentar la vida !pobrecita! !Qué humildad tan sublime! Hacer el bien en el silencio más profundo, con una nobleza espiritual, que sólo es para elegidos. Eran épocas de corazones nobles, y todo era compartido, siempre entre los más pobres, pero riquisimos en sabiduría, en un mundo de los afectos y de la grandeza humana. Todas estas pequeñas obras literarias, conllevan de volver de alguna forma a este realismo histórico.
Iba a
la escuela por necesidad, trataba de aprender las cosas básicas, para
poder enfrentar el futuro con optimismo, sabía que con mi tremenda
pobreza, no iba a ir muy lejos, y los escasos medios que había para
estudiar, no me iba a sentir cómodo en la escuela. Ahora que puedo
razonar las distintas situaciones de la vida, pienso que la directora de
la escuela, sentía una satisfación personal poniéndome al frente de
la clase, con mis zapatillas desflecadas.
Esto
me llevó a tener cierta rebeldia, me sentía herido profundamente, sin
lugar a dudas es un alegato
contra
todos los tópicos.
Situaciones
como estas, crean sin duda aristas de odio, que uno supera con el correr
de los años. Terminada la escuela, ya un adolecente, tuve mi primer
amor, que duró lo mismo que el vuelo de un pájaro, debido a la
juventud. Después me interesaron otras cosas, pero una tremenda mala
suerte me persegia constantemente, caigo nuevamente enfermo, me detectan
un “Soplo al corazón” que viene a ser simplemente “Un ruido
perceptible por auscultación en diversas alteraciones cardiacas” Mi
madre me acompañaba cada dos semanas a la doctora que me atendía en el
hospital Pereira Rossell de >Montevideo, en poco tiempo pase de ser
una piltrafa humana a estar como un rifle, y volvimos a castigarnos con
mi viejo amor. He tenido la dicha de disfrutar lo que nos brindó el
siglo XX. Pudimos ver y jugar en aquel pequeño arroyito muy pequeñito,
que lo llamaban Quitacalzones, todavía hasta hace unos años en la
nomenclatura de la Avda Costanera, abajo decía “Arroyo chiquito de
Montevideo”. Entre otras cosas vi arder en llamas al acorazado alemán Almirant Graf Spee luego de la batalla del Rio de la Plata, en las mismas costas de Montevideo
Hasta
el más sublime redentor tiene sus contras y no podía ser yo distinto.
Algunos familiares me acusan de que yo me dedico al delito. Son
acusaciones infundadas,falsas y sin fundamento. Lo tomé como una
envidia insidiosa y tremenda, propia de personas pobres de espíritu,
jamás saturarán esas heridas. Redacté una de las cartas más
dificiles de mi vida y marché junto a mi madre y un montón de amigos,
que hasta hoy me recuerdan como un hermano. Fui leal a mis convicciones,
y lo seguiré siendo por el resto de mis dias. Pertenezco a los que
luchan diariamente por ganar el sustento y me identifico con los pobres
del mundo, y que en el cual los llevo siempre en mi corazón.
Debido
a los continuos golpes de la vida, cuando joven era un poco ecéptico en
mis creencias, ni siquiera creía en lo que me rodeaba, pero siempre
consideré ante todo un regalo del destino el haber nacido en mi querida
tierra oriental, donde conservo los recuerdos más entrañables de mi
vida. Desde muy joven conocí palmo a palmo la ciudad en que vivía y
puedo dar fé que Montevideo tiene lugares muy románticos y bellos
donde viví toda mi juventud. Siempre me gustó hablar de las cosas, lo más claro posible, o por lo menos de algo que tuviera fundamento, algunas veces preste mi ayuda incondicional, y me quede al cuidado de algún niño, eso me pareció un excesivo tutelaje pedagógico, aunque lo tome como un proceso de orden natural, debido a mi condición de ser una persona profundamente respectuosa en todos mis actos. En este mundo en donde me conocen, no todos tienen una visión completa de mi vida, pero les puedo asegurar que no he dejado nada en el tintero. Tuve sueños, aspiraciones y porque no frustraciones, pero todo está realizado en un tono de innegable sinceridad.. Cuando eramos muy jovencitos, con mi madre y hermanos, nos tuvimos que cambiar de casa para el barrio llamado “La Blanqueada” mucho sacrificio principalmente para mi madre que era quien estaba al frente de la familia. Me encontraba totalmente perdido, extrañaba mucho a mi viejo barrio Aires Puros, testigo fiel de mis inquietudes, aunque comprendia que no era fácil cambiar de casa muy a menudo, nada era igual y me agarro tremenda depresión. Como milagro caido del cielo, me encuentro con uno de mis viejos camaradas, venía con la noticia de que había una casa, con la comodidad que nosotros necesitabamos. Allá fuimos con mi madre, que dicho sea de paso, mi madre llevaba una cara de cansada y yo la comprendía y logramos el objetivo deseado por todos nosotros y pudimos regresar al barrio más hermoso de Montevideo. Provisoriamente entro a trabajar en una tienda llamada Roquero, sabía de antemano que no era un trabajo adecuado para mi. Tenía que ir bien peinado y si era posible con gomina y con corbata, era algo que no soportaba, pero no había más remedio que usarla. Cuando pasaba por la puerta de la panadería “El Nuevo Progreso”el panadero, el gallego don José me despeinaba, para luego darme unas galletas dulces para calmar mi enojo. Con los años comprobe, que esa noble acción la hacia con muchos niños y jovencitos pobres, para que no se sintieran humillados, eran sin duda gente muy buena. Todos los dias la esposa del dueño de la tienda, me hacia diferentes exámenes,
¿Cuánto
cuesta una madeja de lana Katia?
0,45
contestaba al instante.
Y diez 4.50, y después
seguía a distintas horas, dentro del horario de trabajo.
Muchas
veces esas preguntas tan tontas me ponian de mal humor y a punto de
explotar, si no lo hice fue por el profundo respeto que tengo por las
personas mayores, al mismo tiempo hice algunos estudios noturnos que me
sirvieron de mucho. Este trabajo no fue nada divertido, aparte que no
era para mi, estar con dos personas mayores durante ocho horas, como
joven necesitaba quemar energías y decidí por mi cuenta buscar algo
nuevo. Un amigo mio Santiago Rivero (a) El Pulga, que por casualidad
llevabamos el mismo apellido, pero no teníamos ningún grado de
parentezco, me consigue trabajo en la bodega La Colina, ubicada en el
barrio Arroyo Seco, hace años desaparecida. A mi me llenó de alegría,
pensaba en mi futuro pero mi suerte hasta el momento era como un crisol
sin fondo.
Me
parecía algo extraño que todo marchara a las mil maravillas, hasta que
un día me hicieron meter dentro de un tonel vacío, pero impregnado de
vino, para lavarlo con una manguera. El tonel lo lavé enseguida, pero
no pude continuar con los otros, debido a la borrachera que me agarré
de tanto aspirar el olor a vino. Me enteré dias después que se habían
asustado un poco, por eso me hicieron acostar y me pusieron una
enfermera a cuidarme, y me dejaron descansar por varias horas. A los
pocos dias, me llaman nuevamente para lavar otros toneles, lo que me
niego, asesorado por el sindicato y dando mis razones, tenían que
buscar otro método, yo iba a trabajar, no ha emborracharme. Esa fue la
gota que desbordó el vaso, me empezaron a suspender, me hacian la vida
imposible, hasta que tuve que abandonar ese trabajo. Con el tiempo me
enteré que esa firma, era propiedad de hampones y que violaban el
derecho de los trabajadores, en todo momento.
Por
rara coincidencia, todo nuestro grupo de amigos, que por cierto era muy
selecto, nos encontrabamos trabajo uno cerca del otro, y en horas del
mediodía que estabamos libres, nos encontrabamos en los alrededores del
Palacio Legislativo, donde haciamos nuestras correrias juveniles. Esto
nos valió más de una oportunidad, que la policia nos detuviera, aunque
a los pocos minutos estabamos libres, cosa que nunca llegué a
comprender, porque nos llevaban si no le haciamos mal a nadie.
Llegamos
a plena adolecencia cargados de historias, mi memoria que aún conservo
intacta me ha permitido acumular un puñado de anécdotas, que surgen a
traves de nuestras vidas y el tiempo transcurrido, como una especie de
filigrama de sanos sentimientos.
Estamos
en los primeros meses de 1945, hay gran conmoción en el pueblo oriental
y por supuesto en el mundo entero, los tristes acontecimientos del viejo
continente va llegando por suerte a su fin. 27 de Enero de 1945 El
ejercito Rojo libera Auschwitz, 29-30 de >Abril El campo de
concentración de Ravensbruck es liberado por las fuerzas soviéticas,
que encuentran cerca de 3.500 mujeres prisioneras. Todas estas noticias
llenaban los informativos matinales de las radios. Ese mismo año, fue
un invierno muy duro, la lluvia y varios temporales juntos, las aguas
del arroyo Miguelete crecian a medida que pasaban las horas, de una
forma alarmante, por muchos años
quedó
en la copa de los arboles, la marca hasta donde había llegado el agua,
tambien hubo muertos y desaparecidos. Al siguiente año, no fue nada mejor y menos para nuestro grupo familiar, no nos alcanzaban las lágrimas para llorar a nuestros muertos. Primero fallece mi abuelita del alma Pilar, a quien yo tanto quería, ahí se fue parte de mi vida. A los pocos dias muere un hermano de mamá y casi enseguida muere un primo mio, bajo las ruedas de un camión. Mi vida transcurre junto a un montón de jóvenes, que eramos amigos de verdad, los que aún vivimos debemos estar orgullosos de aquella amistad tan pura y desinteresada. Las fiestas de Navidad y Año Nuevo, las primeras horas lo pasabamos con la familia, luego teniamos la nuestra, que casi siempre duraba tres diasLa colecta para esta fiesta, comenzaba en el mes de Octubre, juntando bastante dinero para que no faltara nada y se realizaba en la costa del arroyo Miguelete, en pleno monte, estoy hablando cuando dicho arroyo bordeado de sauces llorones, pitangas y arrayanes, todo era una belleza para la vista del visitante, nosotros ya eramos locatarios, era nuestra vida. Las reglas para la fiesta era muy sencilla, el que no se sabía comportar el próximo año no era invitado, así llanamente. Se comía carne asada de varios tipos y se bebía mejor, se cantaba a coro viejas canciones populares, y los cuentos estaban a la orden del día. A medida que fuimos adquiriendo nuevos compromisos en la vida, fue quedando lentamente en el olvido, hasta desaparecer lentamente, sólo queda aquel recuerdo de una generación que vivió intensamente y supo cultivar una amistad por cierto inigualada..
Tiempo
después como era lógico, el barrio quedó en silencio apenas un
murmullo, desde ahí todo fue envejeciendo, por cierto nada fue igual.
Un
viernes gris, en Montevideo fuertes nubarrones precipitan una noche
prematura, que nos trae al recuerdo, las lágrimas y la voz maternal que
nos dió el último consejo.
De todas maneras un
tiempo más nos seguiamos encontrando con alguno de nuestros amigos, en
la orilla del arroyo a matear y charlar de algún tema del momento.
Guardabamos dentro de los matorrales la llamada ”Caldera de
Gamuza”que en difinitiva era una lata de aceite comestible, con mango
de hierro, que al quemarse tomaba un tono negro aterciopelado.Nuestro último
encuentro con la barra de amigos fue el 16 de Julio de 1950, cuando
festejamos juntos el triunfo de la Selección Celeste que había
conquistado el IV Campeonato Mundial de Futbol en Maracana. Con varios
fue la última vez que nos vimos. Allí en aquellos dias, comenzaba
hacerse entre nosotros la necesidad de un cambio difinitivo en nuestras
vidas, nuevos pensamientos y presagio de nuevos rumbos muy cercanos.
Recien había cumplido diez y ocho años, viajo sólo a la ciudad de
Buenos Aires, en el barco encuentro al Toto, un viejo conocido del
barrio, no teníamos mucha amistad sólo eramos conocidos, charlamos un
rato, nos saludamos y nos deseamos suerte, él siguió rumbo a Santa Fe
a trabajarcomo feriante.
En
Plaza Constitución entro a una pizzeria a calmar un poco el hambre que
traia, guardando bien mis documentos que en todo momento son necesarios
y más en un país ajeno. Luego tomo el colectivo que me habían
explicado en Montevideo el 154, con ayuda del chofer me bajo cuando ya
era de nochecita, quien me esperaba estaba preocupado, no hay que
olvidarse que yo en aquellos años era muy jovencito, recien había
despegado del suelo, pero llevaba miles de esperanzas como todo joven
que se quiere forjar un camino.
La persona
indicada me ubica en una casa grande y linda, pensé que era muy grande
y lujosa para mi sólo.
Me
acosté y me dormí enseguida tenía un cansancio acumulado de varios
dias. Al día siguiente, recuerdo era un día feriado en el país
hermano, y el vecino que sabía quien era yo, buscaba para hablar
conmigo, le di los buenos dias y como es lógico nos pusimos a charlar y
me preguntaba con insistencia, si había dormido bien, lo que me llevó
a preguntarle, el porque de tanta insistencia, en saber si había
dormido bien, pero largó una risita burlona diciéndome, que la casa
estaba embrujada y que por las noches se sentían muchos ruidos. Está
claro que lejos de asustarme tomé las debidas precauciones, hablé con
otras personas serias, que me dijeron todo lo contrario, así que seguí
hasta que consiguiera trabajo, no sintiendo ningún ruido.Al siguiente día
salgo en busca de trabajo, para eso había viajado y encuentro en Lanús
Este en Remedios de Escalada, en mi oficio.Trabajo duro, demuestro lo
que sé, pero la sorpresa fue cuando fui a cobrar, me pagan muy poco,
alegando que no tenía los papeles en regla, el ánimo me quedó por el
suelo, tenía necesidad de trabajar, pero no por esa miseria de dinero
que apenas me alcanzaba para comer unos diez dias.. Ya a esa altura, mi
vida era un fastidio constante, explotadores por todos lados, como
hombre de principios no podía aceptar de que me explotara cualquiera.
La dignidad de la persona, siempre debe estar presente, cumplo con el
trabajo, pero tambien exijo que se me pague lo que corresponde, lo de
los papeles es sólo un argumento para pagar menos y enriquecer a otros.
Me sentí como un fracazado, es muy duro para un hombre sumamente jóven
pasar por esas situaciones. Decidí regresar nuevamente a Montevideo,
siento lástima por los que se dejan explotar, los golpes de la vida me
van enseñando, ya que no tuve una persona mayor de mi familia que se
interesara por mi, siempre sentí un sentimiento de soledad, que después
con los años todo lleva a su cauce.
Por
cosas del destino me puse a escuchar una historia que me contara un
anciano español, que estuvo bajo las garras de la dictadura franquista
y que pudo escapar a pesar de estar condenado a muerte por ese régimen
asesino, la verdad que el relato de este anciano era conmovedor, me
gustaba escuchar a personas que hayan vivido otras experiencias. Pudo el
pobre hombre salvar su vida junto a otros de sus compañeros. Me daba
mucha pena las cosas que me contaba ese anciano, que por lo visto, era
una gloria de los rojos, pero yo andaba en busca de un trabajo para
poder aunque sea sobrevivir. A los pocos dias me vuelvo a encontrar al
anciano hombre, el pobre se jugó la carta, esta vez venía con un
trabajo para mí, en una empresa conocida de omnibuses, el anciano era
suegro de un jerarca de la empresa. Luego de trabajar unos años, y
estar a gusto, la empresa cierra y una enormidad de gente queda en la
calle y desamparada, las ilusiones sostenidas hasta el momento, se
vinieron al suelo, ya no creo en nada, ni siquiera en mi propia sombra,
golpe tras golpe no hay cuerpo que aguante. Vuelvo a ser el mismo
desdichado de siempre, pero como me considero un hombre, trato de arreglármelas
como pueda, mi caracter se va endureciendo con el tiempo y lentamente.
Trato de alejarme de todas mis amistades, por un tiempo prudencial, pero
el viento se me pone del lado de la puerta. Este alejamiento voluntario,
conozco a otras personas, que según ellas habían pasado por
situaciones similares y sumamente dificiles y pudieron salir adelante,
que al final fueron las que me dieron fuerza y coraje para seguir
luchando. Estoy en mis veintidos años, mi pobreza se va agudizando cada
vez más, caigo en desgracia estoy en una ruina total y sin nada, pero
trato de disimular lo que puedo. A los pocos dias encuentro nuevo
trabajo y nuevamente empiezo a levantar cabeza, me alquilo un
apartamento de lo más bonito, cuando estas bien, no falta la dama que
quiera compartir tus inquietudes, pero ahora no necesito compañera
estable, preferí viviendo sólo
mientras
tanto voy reponiendo cosas que me faltaban.
Concurro
con relativa frecuencia, a bares donde encuentro amigos ocasionales,
muchas veces me vi mezclado en alguna tertulia, muy común en aquellos años
en los bares montevideanos y a veces formaba parte, si el tema estaba
dentro de mis posibilidades de discutirlo. Así fueron transcurriendo
los años mozos, pero siempre traté de darme con gente de mi misma
condición social.
Este tema siempre me a
parecido, como una parábola de la propia vida.
Nunca
me gustó hacer planes a largo plazo, que siempre salen mal He captado a
través de los tiempos que he vivido, que el mayor problema de todos los
males que afecta a la humanidad es la pobreza y desolación, como están
tambien, los vacios y ausencias traen al ser humano una inopia tremenda.
El mundo está plagado de tensiones y miedo, que es capaz de la cóleras
más salvajes, como las ternuras más bellas.
Con
esa pequeña sabiduría, marché por la vida, siempre me opuse a las
falsas intransigencias y arbitrariedades
o todo lo que perjudica a los humildes, por norma siempre estuve
al lado de los que no tienen nada y con el correr de los años fui un
ferviente admirador de los más pobres, que fueron en difinitiva quienes
en los momentos más dificiles estuvieron a mi lado.
Ya
alrededor de 1954, veia las cosas de distinta forma, necesitaba a
alguien a mi lado para compatir todo. En el año 1959 conocí a mi
actual compañera y el 25 de Marzo de 1961 nos casamos, de esa unión,
nacieron, cuatro maravillosos hijos, jamás hemos tenido alguna queja de
ellos, crecieron junto a sus padres, hoy los cuatro han formado su hogar
nos han dado cinco nietos y dentro de poco vendrá el primer bisnieto,
que otra cosa más bella podemos pedir.
Volviendo
a los hechos que motivan este realismo histórico, el 9 de Setiembre de
1970, me sucedió lo que jamás hubiera pensado, sufro un accidente de
trabajo y con varias fracturas, algunas de caracter grave.En esta ocasión,
como en las más dificiles, estaba siempre mi vieja compañera del alma,
aunque sea durmiendo en una silla con tal de estar a mi lado cuidándome. Gracias a su generosidad sin límite, me fui recuperando lentamente, claro está, ocho fracturas no se curan tan rápido como un resfrío. Mi compañera me cuidó todo el tiempo que fuese necesario, tuvo un desprendimiento total, esas, sin duda son cosas casi inéditas en el comportamiento humano. Ocurrieron muchas cosas, muchos acontecimientos buenos y de los otros, algunos sirvieron para fortalecer vínculos afectivos y otros mejor no recordar. Mi salud va mejorando paulativamente, comienzo a caminar con bastones y pude seguir con mis tareas adminitrativas en un ente del Estado. Luego vinieron los tristes hechos que causó la dictadura uruguaya, trajo muerte y destrucción, violación de todos los derechos de los trabajadores, muchos de nosotros nos tocó vivir aquella larga y tenebrosa noche del 27 de Junio de 1973, ese fue el comienzo de once años de sufrimientos, pero con toda dignidad, el pueblo uruguayo jamás dobló las rodillas. En cada oriental bien nacido, estaba la lucha. Pero cuantos compañeros quedaron por el camino, cuantos familiares nuestros, como nuestra familia en la más absoluta de las carencias. Lo que surgió después es otra historia, lejos de nuestra bendita tierra, el cual la llevamos eternamente en lo más profundo de nuestros corazones. Nuestro compromiso ineludible, son los pobres, los marginados son a quienes dedico todos mis sacrificios. A todos aquellos que el mundo les da la espalda, los que no son escuchados nunca, para todos aquellos que sufren para todos ellos va todo mi corazón. |
Venancio "Pocho" Rivero
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