El inmortal don José el más ilustre personaje de nuestra historia, y quien marcó nuestro destino, vaya el homenaje más humilde para el prócer.
Montevideo sos la gloria, para rendirme a tus pies.
Asaltantes con Patente y la retirada de huesito.
El León de Carmelo, pedaleando fue el primero.
Concepción (China) Zorrilla con su arte inigualado.
El mago Carlos Gardel.
El heroico Paysandú.
Fosforito y Menecucho con su andar montevideano.
El Pepe, el tano y José Germán entrelazan con la historia de nuestro barrio Aires Puros.
Gracias, a vos Dogomar por tu calidad y coraje.
A los abuelos del Piñeyro, mi más sentido homenaje.
Gloria para el gran Dionisio, héroe del arroyo de oro.
La Cumparsita genial, nacida en tierra oriental.
Como para recordar a la Milonga Nacional.
Nuestro Carlitos Roldán, con don Pirincho Canaro.
Es hora de recordar a José Francisco Razzano
El asado de los domingos, escuchando al Moscón.
Obdulio Varela y José Nasazzi, los capitanes gloriosos.
Romeo Gavioli y su estampa de candombes.
El Pocholo Burgues, y sus esquives magistrales.
Horacio Quiroga y sus cuentos de la selva.
El Rosedal del Prado, belleza de la época caballeresca montevideana y que cultiva sueños y pasiones.
A los niditos de horneros, que es la fauna natural.
Un saludo muy cordial, para los niñitos del Pereira.
Mario Benedetti, un honor de las letras orientales.
Carlos Solé el patriarca de los relatores deportivos.
Serafín J. García notable figura de la poesía gauchesca.
Julio E. Suárez (Peloduro) uno de los grandes dibujantes de las cosas nuestras, entre ellas El Pulga, La Porota y La Choronga.
Fernán Silva Valdez y su magistral poema del indio.
Las hermanitas Méndez al compás de sus guitarras.
El inolvidable Flamarión y sus pronósticos del tiempo.
Organitos callejeros con su habitual musiquita.
Papelitos y serpentinas y la murga de cayito.
Martín Aquino el matrero muy querido.
El viejo Boston de tantos recuerdos queridos.
La doma de la Rural, entre jineteadas y payadas y nuestro homenaje al payador Carlos Molina.
El boliche de los yuyos y su caña con pitanga.
Nos vamos, entre fonógrafos, gramófonos y a quienes con su arte hicieron posible la grandeza de nuestro Uruguay. Y para los pobres de nuestra tierra, mi homenaje y mi corazón, por siempre.
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