Deseaban las horas poseer el religioso gesto
de tu cabeza inclinada
en los suburbios deambulabas
y era la bruma una vieja amiga
Amaste hasta el hastío pero la copa aún está casi
llena
beberla, quebrarla, volcarla para rendir pleitesía
a esas esencias que juegan contigo en la soledad.
Tus pasos te recuerdan que sigues andando, las
calles
las plazas, el mar que lame la arena te llama
y en el azul del aire te confiesas, qué será de mí
cuando la luna mengüe sosteniéndose en el cielo.
Pasan las horas que deseaban poseer la delicada
sonrisa
la inmaculada mirada perdiéndose en el rincón
la araña, su tela, la misma canción que se repite
hasta que estrellas el CD contra el espejo.
Música quebrada como tu reflejo.
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