“La
Valija” de José María del Rey Morató, 87 páginas. Edición de autor,
mazo 2010.
Una vez más este autor nos sorprende con una «nouvelle» donde Paysandú es un escenario colateral, donde transitan personajes ficticios y reales. Este libro es un interesante aporte a la cultura cívica del uruguayo medio. En nuestra formación la etapa histórica que abarca las primeras tres décadas del siglo xx muy poco se aborda, son sólo titulares de un programa del curso de Historia uruguaya. Por eso perdemos de vista la refundación de nuestra nación, con todos sus desgarros y acuerdos. Esa omisión quizá se deba a que los personajes de esas épocas aun sobreviven no sólo en la memoria popular, sino a través de la descendencia de muchas familias. En otras ocasiones esa omisión es debida a que la Historia la escriben los vencedores, por eso sabemos mucho de Batlle y Ordóñez y muy poco de la lucha de los que perdieron en campos de batallas, pero que coadyuvaron en tiempos de paz para reconstruir nuestra sociedad. Hoy más aún, cuando parece que la Historia comienza en los ’70.
El autor recorre en forma clara, concisa, acotada, los hechos sociobélicos de 1904, 1910 y 1935. Así se suceden personajes ficticios a lo largo de estas décadas de la mano de protagonistas reales como los Saravia, Basilio Muñoz, Justino Zabala Muniz, Francisco «Paco» Espínola; estos últimos en «Paso del Morlán», pequeño levantamiento contra Terra, donde por primera vez se usó la aviación y bombas para aplastar un alzamiento, donde los opositores a la dictadura terrista estaban mal armados, con viejos fusiles. Así también aflora la contradicción y controversias de caudillos, como Luis Alberto de Herrera, que apoyó la dictadura de Terra y al propio Terra. Esto enojó seriamente a los «blancos auténticos».
Allí aparecen lugares sanduceros como Tres Árboles, Quebracho, Sauce del Queguay, Piedra Sola, donde transitan el Ferrocarril Midland y las zorras «Thompson», lugares por donde cabalgara el caudillo Aparicio Saravia, junto a otros «alzados» y caudillos de ambos bandos.
Otro motivo de elogio es que Rey Morató parte de una historia mínima, un objeto, «la valija» que está cerrada, sin la llave, hallada en la Feria de Tristán Narvaja. La curiosidad mueve al autor, logra que un cerrajero lituano le fabrique una llave y la abra, encuentra viejos papeles amarillentos que al ordenarlos hilvana una historia que nos va contando. En ella no sólo hay historia, sino también hábitos y costumbres familiares, todo compendiado en menos de cien páginas. Es todo un desafío.
