Roberto Ares Pons 5 de diciembre de 1921 / fallecimiento 30 de julio de 2000, Montevideo por Carlos Real de Azúa
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Es posiblemente Roberto Ares Pons el más ensayístico de los escritores de su generación. Y esto, sobre todo, porque ya se refiera a la historia o al presente, ya se dirija su interés al mundo espiritual de' gaucho, a la estructura de la "estancia cimarrona”, a la crisis de la educación o a las revistas infantiles es siempre fiel a cierto modo constructivo. Un modo que complementa la perspicaz observación o la sugestión lectora de algunas (no demasiadas) fuentes con una morosa rumia meditativa que funde todos los elementos, que de alguna manera los personaliza, que les da firmeza, acabado de objeto artístico. Esto no quiere decir que Ares no esté nutrido de cultura y sobre todo de aquella que, de acuerdo al famoso dicho, es la que sobrenada cuando todo se olvida, pero también es infrecuente hallar escritor de su indiferencia por novedades, autoridades y cotejos, más confiado (más justamente confiado si a los resultados se atiende) en lo que le ofrecerá el azar, la experiencia del mundo, sus propias dotes. Las páginas introductorias a los textos de Servando Cuadro ahorran, en su caso, la tarea de una ubicación ideológica ya que, amigo de aquél, prologuista de la selección de "Los trabajos y los días”, Ares Pons es, por lo menos esquemáticamente, un continuador, una inteligencia que reitera con lenguaje y estilo propios, sobre materia generalmente historiográfica y a distinta altura colectiva y personal, las líneas esenciales del pensamiento de Cuadro. Originado en el comunismo —debe sin embargo recapitularse— Ares descubrió también un día que existían en la historia "comunidades nacionales” diferenciadas, dotadas de una textura que ayudaba a su resistencia frente a la aplanadora imperialista. Que existía una "tradición” cuyo sentido no se agotaba en el pintoresquismo evocador o en las hueras, rituales invocaciones y en la que un pueblo, luchando por sus bienes propios, podía hacer estribo, cobrar aliento, extraer inspiración. Descubrió que se extendía más allá de nuestros límites un mundo con trazos comunes y en el que las fronteras quieren decir mucho menos que en Europa y que, sobre todo, es el único ámbito geo-histórico respirable, el único campo en que quepa una gran empresa capaz de imantar las vidas de hombres presentes, poco dispuestos a luchar hasta el fin por “espacios" patrios, indigentes de todo lo que permite andar a una verdadera comunidad. Halló que yacía, desahuciado, arrinconado pero todavía latente, resultando de una doble nutrición hispánica y nativa, un modo de vida en el que la plenitud de una comunicación con el universo, la exaltación de una comunión humana, la brújula de una intuición misteriosa, e. señorío que nace de vencer el ciego afán posesivo, la felicidad de una contemplación desinteresada valían bastante más que las categorías dinámicas, racionalistas de la "izquierda clásica". Buscarles, en realidad, otro contexto socioeconómico a esos valores humanos y culturales que no “pueden" ser restaurados por la vía "reaccionaria", que no “deben” ser relegados por la vía "progresista”, librarles de la esclerosis, la falsificación, la asfixia podría ser (si el autor de esta noticia no confunde con las del escritor sus propias ambiciones) la sustancia de la actitud de Ares Pons como meditador de su país y de su tiempo. Profesor de historia en enseñanza media (profesores son buena parte de los aquí recogidos), la obra ensayística de Ares es corta y ha sido suscitada casi toda ella por concursos, que ha ganado con empeño y laboriosidad que son en él más bien discontinuas. A este tipo de labor pertenecen "Aproximaciones a la problemática de nuestra juventud” (1952) —publicado en “Problemas de la juventud uruguaya" (1954)— y “Uruguay ¿provincia o nación?” (Buenos Aires, 1961). También dirigió “Nexo”, revista hispanoamericana, conjuntamente con Washington Reyes Abadie y Alberto Methol Ferré, donde se hallan incluidos dos de sus estudios: “La “intelligentsia” uruguaya" (nº 2, 1955) y “Sobre la Tercera posición” (nº 3, 1956), republicando el primero en folleto el año 1961. En "Tribuna Universitaria” vieron la luz también dos de sus ensayos: "El mar es ancho y ajeno” (nº 5, 1958) y “Destino de la juventud uruguaya”. Su valioso planteo sobre "La tira cómica, género de nuestro tiempo” apareció por primera vez en "Marcha” (nº 725) y fue reproducido en "Asir” (nº 38). Fundador de "Nuevas Bases”, de la que también ha sido inspirador e ideólogo, redactó buena parte de su manifiesto doctrinario: “Examen de la realidad nacional” (1959) y, en la línea de su interés político, sostuvo a fines de 1958, en las columnas de "Marcha”, una viva polémica con Carlos M. Rama sobre “Fascismo y ruralismo”. Prepara en la actualidad un libro sobre "El Uruguay en el siglo XIX”, elaborado sobre el material de clases dictadas en 1962 en los “Cursos de Complementación Cristiana”. El agudo escritor, conciso, firme, directo, enemigo de digresiones y ripios, auténtico dechado del "estilo de ideas” que Ares es, se muestra bien en los textos siguientes, que cubren lo más céntrico de sus preocupaciones si se excluyen los temas históricos ajenos a la materia de este libro. |
por Carlos Real de Azúa
Antología del Ensayo
Uruguayo contemporáneo Tomo II
Departamento de Publicaciones de la Universidad de la República
"Impresora Rex S.A." terminó de imprimir este libro el 9 de Julio de 1964 en Montevideo.
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Carlos Real de Azúa en Letras Uruguay
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