Tres modelos: Santos, Terra, Baldomir |
Todo
sería muy sencillo. Si el presidente de la República dijera, sin equívocos
ni medias tintas, que no acepta ni la prórroga del mandato ni la reelección,
no se le crearía al país un nuevo motivo de agitación artificial. Y
sorprende, si es que algo ya puede sorprender, que mientras por un lado el
propio presidente declara que durante este año no deben gastarse energías
en campañas electorales, por otro, tolere, es lo menos que puede decirse,
que se inicien campañas a favor de la prórroga de su mandato o de su
reelección. Si es tiempo perdido el dedicado a proclamar y propagar
candidaturas, más lo es el que se emplee en postular continuismos
aberrantes y siempre rechazados por el país. Latorre,
dictador en 1876, fue electo presidente en 1879 y al cargo renunció a
principios de 1880. Lo sustituyó Vidal quien debía ocupar el poder hasta
marzo de 1883. En
1882, un año antes de que terminara su mandato, Vidal, gobernante títere,
también renunció. Eligieron a Santos, verdadero dueño del poder desde
el alejamiento de Latorre; pero en lugar de conferirle el cargo por el
tiempo que faltaba para completar el período iniciado por Latorre, la
Asamblea le regaló otro de cuatro años. En
marzo de 1886, pues, terminaba el mandato de Santos. Los
"prorroguistas" de la época empezaron a agitarse. Pero aun para
Santos, con todo el poder en la mano, el hueso resultó duro de roer. El
propio Santos lanzó entonces la candidatura del mismo Francisco Antonio
Vidal que le había transmitido cuatro años antes el poder. Por otra
parte, el Parlamento servil creó el departamento de Flores -ley del 30 de
diciembre de 1885- y antes -ley del 27 de marzo de 1885- había
autorizado, interpretando la Constitución, que los generales de brigada,
los generales de división y los tenientes generales "siempre que no
se hallen al mando de fuerzas o en el desempeño de algún empleo
administrativo al tiempo de su elección" fueran electos
legisladores. Maniobra
en dos tiempos, perfectamente planificada, para permitir por subrepticios
caminos la reelección. Santos
fue designado por otra ley -2 de abril de 1886- capitán general. "Artículo
1º - La más alta jerarquía militar de los ejércitos de la República,
como empleo único será la de capitán general. "Artículo
2º - Declárase gran ciudadano y benemérito de la patria al
teniente general don Máximo Santos. "Artículo
3º - Elévase al expresado teniente general a la jerarquía de capitán
general de los ejércitos de mar y tierra de la República." El
triste Vidal, como no podía ser menos no bien se hizo cargo
de
la presidencia le confió a Santos el mando en jefe de todas las fuerzas
de la República. A este cargo, Santos que había sido electo senador por
Flores -el departamento creado el 30 de diciembre de 1885- renunció al
terminar la revolución del Quebracho. Todo
se desarrolla como en los mejores tiempos del trujillismo. El 21 de mayo
de 1886, Santos dirige a Vidal la siguiente carta: "Exmo señor. En
virtud de haber desaparecido las causas que dieron origen a mi
nombramiento de general en jefe de las fuerzas de mar y tierra de la República,
para dirigir las operaciones militares contra la última invasión;
terminada ésta y restablecida la calma en todo el país, vengo a elevar a
manos de V. E. renuncia indeclinable del alto cargo que se me confió"
(Matías Alonso Criado. Colección Legislativa 1886). Santos
se incorporó al senado y "en el acto -recuerda Acevedo- el senador
Laviña que ocupaba la presidencia le dejó libre el asiento. "Acaba
de ingresar en el senado -dijo Laviña- el excelentísimo capitán general
don Máximo Santos, en su carácter de senador por el departamento de
Flores. El es el director de nuestro gran partido y ante su figura no
puedo permanecer por un momento más en el puesto que ocupo como
presidente de esta Honorable Cámara. Por esta razón renuncio a la
presidencia porque tengo la firme convicción de que nadie mejor que él
puede ocupar el puesto a que fui elevado por el voto de mis colegas." La
respuesta de Santos, electo de inmediato, como correspondía, presidente
del senado, fue admirable: "Soy
el primer militar que tiene entrada en la Asamblea; pero
merecido
lo tengo porque he sabido respetar a la Asamblea de mi tierra." Ni
Trujillo, ni Papá Duvalier podían haber dicho mejor. Todo
eso ocurrió el 21 de mayo de 1886 y sin perder tiempo, el mismo día, le
fue comunicado el fausto suceso al presidente Vidal. "Montevideo,
mayo 21 de 1886. "Tengo
el honor de comunicar al P. E. de la República que por renuncia
irrevocable de su presidente titular, ciudadano senador D. Francisco
Xavier Laviña, el H. Senado ha procedido en sesión de esta fecha a
nombrar el sustituto, recayendo la elección en el señor capitán
general, senador por el departamento de Flores, ciudadano don Máximo
Santos. - Pedro Carve, 1er. vicepresidente. - Francisco Aguilar y Leal,
secretario." (Matías Alonso Criado - Op. citada). Tres
días después, el 24 de mayo, Francisco Antonio Vidal renunciaba y
Santos, en su carácter de presidente del senado lo reemplazaba. "Artículo
1º - Acéptase la renuncia que con carácter indeclinable presenta el señor
doctor Francisco Antonio Vidal, del cargo de presidente de la República. "Artículo
2º - Agradézcase por mensaje al ciudadano renunciante, los señalados
servicios prestados a la patria en el alto cometido que desempeñaba hasta
esta fecha. "Artículo
3º - El presidente del Senado, en conformidad con el
artículo
77 de la Constitución de la República tomará en el día, posesión del
Poder Ejecutivo. "Artículo
4º -Comuniqúese, etc. "Sala
de Sesiones de la Honorable Asamblea General en Montevideo a veinticuatro
de mayo de 1886. - Pedro E. Carve, 1er. vicepresidente - Francisco Aguilar
y Leal, secretario del Senado. - Manuel García y Santos, secretario de la
CC. de RR." La
ley fue promulgada en la misma fecha: "Montevideo,
mayo 24 de 1886. "El
presidente de la República decreta: "Artículo
1º - Queda en posesión de las funciones del Poder Ejecutivo el señor
presidente del Senado, capitán general D. Máximo Santos. "Artículo
2º - Comuniqúese y publíquese. Vidal - Ruperto Fernández." Las
formas estaban canónicamente salvadas. Santos no había sido reelecto, ni
su mandato prorrogado. Volvía a ocupar el poder, como presidente del
senado. El segundo pasaje de Vidal por el gobierno había durado
exactamente dos meses y veinticuatro días. Pero
Santos no disfrutaría tampoco por mucho tiempo de la presidencia. Apenas
seis meses y pocos días. En agosto de 1886 el teniente Ortiz lo baleó.
En noviembre se produce la llamada
Conciliación
Nacional. El 18 de ese mismo mes, Santos renuncia y Tajes es electo
presidente. He
ahí un antecedente y un modelo sobre el cual pueden meditar con provecho,
sin duda, los "prorroguistas" de hogaño. Otros
antecedentes más cercanos existen. El
mandato de Terra terminaba el 28 de febrero de 1935. No obstante continuó
en el poder hasta junio de 1938. El
mandato de Baldomir concluía en junio de 1942. Se prolongó, sin embargo
hasta el 28 de febrero de 1943. Terra
fue "reelecto" presidente por la Asamblea Constituyente de
1934."Para el período 1934-1938 serán presidente y vicepresidente
de la República los ciudadanos elegidos por la III Convención Nacional
Constituyente", dijo en sus disposiciones transitorias, letra C, la
Constitución de 1934. Baldomir
no fue "reelecto". Se quedó en el cargo que debía abandonar el
19 de junio de 1942 hasta el 1º de marzo de 1943. La nueva Constitución
de 1942, establecía en sus también disposiciones transitorias (artículo
6º): "La primera elección de presidente y vicepresidente a la República,
Cámara de senadores y de representantes e intendentes y miembros
de Juntas Departamentales y de Juntas Electorales, se efectuará el día
29 de noviembre de 1942, rigiendo, para las siguientes, lo preceptuado por
las disposiciones de carácter permanente. "El
1º de marzo siguiente a su elección, el presidente y vicepresidente de
la República tomarán posesión de sus cargos." Pero
tanto Terra para ser "reelecto", como Baldomir para disfrutar de
una prórroga de hecho, tuvieron que dar un golpe de estado. He
ahí pues los tres modelos que nuestra historia ofrece a los
"prorroguistas": Santos,
Terra y Baldomir, a menos, claro está, que se decidan, según anuncian, a
reformar la Constitución para lo cual necesitarán mayoría absoluta de
votantes que representen el 35% del total de inscriptos. Todas nuestras constituciones, inclusive la de Terra, inclusive la de Baldomir, inclusive la "naranja" que nos rige, han mantenido el principio de la no reelección y a partir de la Constitución de 1918, la norma fue aclarada para evitar también que pudiera ser reelecto el presidente electo por el período complementario (Constitución de 1918) o el vicepresidente llamado por vacancia definitiva a ejercer la presidencia por más de un año o que estuviera en ejercicio de la misma "en el término comprendido en los tres meses anteriores a su elección" (Constitución de 1934. Constitución de 1967). La
no reelección es un principio incorporado a los textos y a la vida
nacional. Parece
difícil que el país renuncie a sus tradiciones y le conceda al señor
Pacheco lo que le negó al propio Santos y que éste mañosamente quiso
imponerle. Bien caro lo pagó por cierto. "Sufragio
libre, no reelección", fue el lema de la revolución mexicana
comenzada en 1910, contra el porfirismo. Es más que lamentable, que aquí
entre nosotros, ciento cuarenta años después de la Constitución de
1830, tengamos que volver, cuando
tantos
problemas nos cercan y acucian, a reclamar también "sufragio libre y
no reelección". Más que lamentable y otra prueba del inmenso retroceso que la gestión y los propósitos de este gobierno, han significado. Contra el "porfirismo", si la descabellada aventura no muere en el huevo, se alzará el país. |
Carlos
Quijano
MARCHA, 22 de mayo de 1970
Reproducido
en
Los golpes de Estado (1973)
Carlos Quijano
Cámara de Representantes
República Oriental del Uruguay
Montevideo, setiembre de 1989
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