Tres modelos: Santos, Terra, Baldomir
Carlos Quijano

Todo sería muy sencillo. Si el presidente de la República dijera, sin equívocos ni medias tintas, que no acepta ni la prórroga del mandato ni la reelección, no se le crearía al país un nuevo motivo de agitación artificial. Y sorprende, si es que algo ya puede sorprender, que mientras por un lado el propio presidente declara que durante este año no deben gastarse energías en campañas electorales, por otro, tolere, es lo menos que puede decirse, que se inicien campañas a favor de la prórroga de su mandato o de su reelección. Si es tiempo perdido el dedicado a proclamar y propagar candidaturas, más lo es el que se emplee en postular continuismos aberrantes y siempre rechazados por el país.

 

Latorre, dictador en 1876, fue electo presidente en 1879 y al cargo renunció a principios de 1880. Lo sustituyó Vidal quien debía ocupar el poder hasta marzo de 1883.

 

En 1882, un año antes de que terminara su mandato, Vidal, gobernante títere, también renunció. Eligieron a Santos, verdadero dueño del poder desde el alejamiento de Latorre; pero en lugar de conferirle el cargo por el tiempo que faltaba para completar el período iniciado por Latorre, la Asamblea le regaló otro de cuatro años.

 

En marzo de 1886, pues, terminaba el mandato de Santos. Los "prorroguistas" de la época empezaron a agitarse. Pero aun para Santos, con todo el poder en la mano, el hueso resultó duro de roer.

 

El propio Santos lanzó entonces la candidatura del mismo Francisco Antonio Vidal que le había transmitido cuatro años antes el poder. Por otra parte, el Parlamento servil creó el departamento de Flores -ley del 30 de diciembre de 1885- y antes -ley del 27 de marzo de 1885- había autorizado, interpretando la Constitución, que los generales de brigada, los generales de división y los tenientes generales "siempre que no se hallen al mando de fuerzas o en el desempeño de algún empleo administrativo al tiempo de su elección" fueran electos legisladores.

 

Maniobra en dos tiempos, perfectamente planificada, para permitir por subrepticios caminos la reelección.

 

Santos fue designado por otra ley -2 de abril de 1886- capitán general.

 

"Artículo 1º - La más alta jerarquía militar de los ejércitos de la República, como empleo único será la de capitán general.

 

"Artículo 2º - Declárase gran ciudadano y benemérito de la patria al teniente general don Máximo Santos.

 

"Artículo 3º - Elévase al expresado teniente general a la jerarquía de capitán general de los ejércitos de mar y tierra de la República."

 

El triste Vidal, como no podía ser menos no bien se hizo cargo de la presidencia le confió a Santos el mando en jefe de todas las fuerzas de la República. A este cargo, Santos que había sido electo senador por Flores -el departamento creado el 30 de diciembre de 1885- renunció al terminar la revolución del Quebracho.

 

Todo se desarrolla como en los mejores tiempos del trujillismo. El 21 de mayo de 1886, Santos dirige a Vidal la siguiente carta: "Exmo señor. En virtud de haber desaparecido las causas que dieron origen a mi nombramiento de general en jefe de las fuerzas de mar y tierra de la República, para dirigir las operaciones militares contra la última invasión; terminada ésta y restablecida la calma en todo el país, vengo a elevar a manos de V. E. renuncia indeclinable del alto cargo que se me confió" (Matías Alonso Criado. Colección Legislativa 1886).

 

Santos se incorporó al senado y "en el acto -recuerda Acevedo- el senador Laviña que ocupaba la presidencia le dejó libre el asiento.

 

"Acaba de ingresar en el senado -dijo Laviña- el excelentísimo capitán general don Máximo Santos, en su carácter de senador por el departamento de Flores. El es el director de nuestro gran partido y ante su figura no puedo permanecer por un momento más en el puesto que ocupo como presidente de esta Honorable Cámara. Por esta razón renuncio a la presidencia porque tengo la firme convicción de que nadie mejor que él puede ocupar el puesto a que fui elevado por el voto de mis colegas."

 

La respuesta de Santos, electo de inmediato, como correspondía, presidente del senado, fue admirable:

 

"Soy el primer militar que tiene entrada en la Asamblea; pero merecido lo tengo porque he sabido respetar a la Asamblea de mi tierra." Ni Trujillo, ni Papá Duvalier podían haber dicho mejor.

 

Todo eso ocurrió el 21 de mayo de 1886 y sin perder tiempo, el mismo día, le fue comunicado el fausto suceso al presidente Vidal.

 

"Montevideo, mayo 21 de 1886.

"Tengo el honor de comunicar al P. E. de la República que por renuncia irrevocable de su presidente titular, ciudadano senador D. Francisco Xavier Laviña, el H. Senado ha procedido en sesión de esta fecha a nombrar el sustituto, recayendo la elección en el señor capitán general, senador por el departamento de Flores, ciudadano don Máximo Santos. - Pedro Carve, 1er. vicepresidente. - Francisco Aguilar y Leal, secretario." (Matías Alonso Criado - Op. citada).

 

Tres días después, el 24 de mayo, Francisco Antonio Vidal renunciaba y Santos, en su carácter de presidente del senado lo reemplazaba.

 

"Artículo 1º - Acéptase la renuncia que con carácter indeclinable presenta el señor doctor Francisco Antonio Vidal, del cargo de presidente de la República.

 

"Artículo 2º - Agradézcase por mensaje al ciudadano renunciante, los señalados servicios prestados a la patria en el alto cometido que desempeñaba hasta esta fecha.

 

"Artículo 3º - El presidente del Senado, en conformidad con el artículo 77 de la Constitución de la República tomará en el día, posesión del Poder Ejecutivo.

 

"Artículo 4º -Comuniqúese, etc.

 

"Sala de Sesiones de la Honorable Asamblea General en Montevideo a veinticuatro de mayo de 1886. - Pedro E. Carve, 1er. vicepresidente - Francisco Aguilar y Leal, secretario del Senado. - Manuel García y Santos, secretario de la CC. de RR."

 

La ley fue promulgada en la misma fecha:

 

"Montevideo, mayo 24 de 1886.

 

"El presidente de la República decreta:

"Artículo 1º - Queda en posesión de las funciones del Poder Ejecutivo el señor presidente del Senado, capitán general D. Máximo Santos.

 

"Artículo 2º - Comuniqúese y publíquese. Vidal - Ruperto Fernández."

 

Las formas estaban canónicamente salvadas. Santos no había sido reelecto, ni su mandato prorrogado. Volvía a ocupar el poder, como presidente del senado. El segundo pasaje de Vidal por el gobierno había durado exactamente dos meses y veinticuatro días.

 

Pero Santos no disfrutaría tampoco por mucho tiempo de la presidencia. Apenas seis meses y pocos días. En agosto de 1886 el teniente Ortiz lo baleó. En noviembre se produce la llamada Conciliación Nacional. El 18 de ese mismo mes, Santos renuncia y Tajes es electo presidente.

 

He ahí un antecedente y un modelo sobre el cual pueden meditar con provecho, sin duda, los "prorroguistas" de hogaño.

 

Otros antecedentes más cercanos existen.

 

El mandato de Terra terminaba el 28 de febrero de 1935. No obstante continuó en el poder hasta junio de 1938.

 

El mandato de Baldomir concluía en junio de 1942. Se prolongó, sin embargo hasta el 28 de febrero de 1943.

 

Terra fue "reelecto" presidente por la Asamblea Constituyente de 1934."Para el período 1934-1938 serán presidente y vicepresidente de la República los ciudadanos elegidos por la III Convención Nacional Constituyente", dijo en sus disposiciones transitorias, letra C, la Constitución de 1934.

 

Baldomir no fue "reelecto". Se quedó en el cargo que debía abandonar el 19 de junio de 1942 hasta el 1º de marzo de 1943. La nueva Constitución de 1942, establecía en sus también disposiciones transitorias (artículo 6º): "La primera elección de presidente y vicepresidente a la República, Cámara de senadores y de representantes e intendentes y miembros de Juntas Departamentales y de Juntas Electorales, se efectuará el día 29 de noviembre de 1942, rigiendo, para las siguientes, lo preceptuado por las disposiciones de carácter permanente.

 

"El 1º de marzo siguiente a su elección, el presidente y vicepresidente de la República tomarán posesión de sus cargos."

 

Pero tanto Terra para ser "reelecto", como Baldomir para disfrutar de una prórroga de hecho, tuvieron que dar un golpe de estado.

 

He ahí pues los tres modelos que nuestra historia ofrece a los "prorroguistas":

Santos, Terra y Baldomir, a menos, claro está, que se decidan, según anuncian, a reformar la Constitución para lo cual necesitarán mayoría absoluta de votantes que representen el 35% del total de inscriptos.

 

Todas nuestras constituciones, inclusive la de Terra, inclusive la de Baldomir, inclusive la "naranja" que nos rige, han mantenido el principio de la no reelección y a partir de la Constitución de 1918, la norma fue aclarada para evitar también que pudiera ser reelecto el presidente electo por el período complementario (Constitución de 1918) o el vicepresidente llamado por vacancia definitiva a ejercer la presidencia por más de un año o que estuviera en ejercicio de la misma "en el término comprendido en los tres meses anteriores a su elección" (Constitución de 1934. Constitución de 1967).

 

La no reelección es un principio incorporado a los textos y a la vida nacional.

 

Parece difícil que el país renuncie a sus tradiciones y le conceda al señor Pacheco lo que le negó al propio Santos y que éste mañosamente quiso imponerle. Bien caro lo pagó por cierto.

 

"Sufragio libre, no reelección", fue el lema de la revolución mexicana comenzada en 1910, contra el porfirismo. Es más que lamentable, que aquí entre nosotros, ciento cuarenta años después de la Constitución de 1830, tengamos que volver, cuando tantos problemas nos cercan y acucian, a reclamar también "sufragio libre y no reelección".

 

Más que lamentable y otra prueba del inmenso retroceso que la gestión y los propósitos de este gobierno, han significado. Contra el "porfirismo", si la descabellada aventura no muere en el huevo, se alzará el país.

Carlos Quijano
MARCHA, 22 de mayo de 1970

 

Reproducido en 
Los golpes de Estado (1973)
Carlos Quijano
Cámara de Representantes
República Oriental del Uruguay
Montevideo, setiembre de 1989

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