Reelección y prórroga |
I ¿Qué
busca el reeleccionismo? Gedeón diría y se quedaría ufano: la reelección.
Pero sabido es que para que la haya, debe, precisamente, reformarse la
Constitución: -o
a iniciativa del diez por ciento de los ciudadanos inscriptos (inciso a
del artículo 331 de la Constitución), -o
por proyectos que reúnan dos quintas partes del total de componentes de
la Asamblea General (inciso b), -o
por proyectos aprobados por mayoría absoluta del total de componentes de
la Asamblea General (inciso c), -o
por leyes constitucionales sancionadas por "dos tercios del total de
componentes de cada una de las Cámaras dentro de una misma
legislatura". II En
1966 los inscriptos fueron 1:658.386. Podrán llegar este
año
a 1:850.000. Para que funcione el procedimiento del inciso a), que es,
hasta ahora, el elegido por los reeleccionistas, la iniciativa de reforma
deberá ser presentada por más de 125.000 ciudadanos. La
Asamblea General se compone de ciento treinta miembros (31 senadores y 99
diputados). La reforma que autorizó el inciso b), requiere el apoyo de,
por lo menos, cincuenta y dos legisladores. El Partido Colorado, tiene con
el señor Abdala, diecisiete senadores y cincuenta diputados. En total
sesenta y siete miembros de la Asamblea General. Pero hay que descontar de
esta cifra, los antireeleccionistas declarados, cinco, por lo menos, en el
senado: Roballo, Vasconcellos, Mastalli, Michelini, Cigliuti y quizá
entre diez a doce diputados. Los sesenta y siete legisladores quedarían
reducidos a cincuenta o cincuenta y dos. El
mecanismo del inciso c) -aprobación del proyecto por sesenta y seis
legisladores y luego elección de una Asamblea Constituyente- es
inaplicable en las actuales circunstancias por su complejidad y porque
requiere un tiempo que no se compadece con las urgencias de los
reeleccionistas. Por
último, para que la reforma se haga por la vía que indica el inciso c)
se necesita que la ley constitucional sea aprobada por sesenta y seis
diputados y veintiún senadores. El Partido Colorado en total, según
hemos visto, no cuenta ni con unos ni otros. Sólo
cabe pues detenerse en los dos primeros procedimientos: iniciativa del
diez por ciento de los inscriptos (185.000 ciudadanos) o proyectos por dos
quintos del total de componentes de la Asamblea General (52 legisladores). No
es difícil que el reeleccionismo logre las 185.000 firmas y quizá
tampoco sea imposible que otro proyecto que conduzca a la reelección
obtenga el apoyo de cincuenta y dos legisladores. III Pero
tanto en un caso como en el otro -iniciativa a cargo de los inscriptos o
iniciativa a cargo de los legisladores- para que la reforma sea aprobada,
deben cumplirse otras condiciones: -Los
proyectos deben ser "presentados con seis meses de anticipación -por
lo menos- a la fecha" de las próximas elecciones. Es decir, antes
del 28 de mayo de este año. Esos
proyectos deben ser aprobados en las elecciones del 28 de noviembre por
"la mayoría absoluta (mitad más uno) de los ciudadanos que
concurran a los comicios, la que debe representar por lo menos, el treinta
y cinco por ciento del total de inscriptos" -Supuesto,
como antes lo hicimos, que éstos lleguen a 1:850.000, el 35 por ciento se
acerca a 650.000. -En
las elecciones de 1966, votaron 1:231.762 ciudadanos (74,3% de los
inscriptos). Cabe pensar que este año, por ser el voto obligatorio, el
porcentaje será más alto, y los sufragios oscilarán alrededor del millón
y medio. Para
que la reforma sea aprobada, debe recoger más de 750.000 votos. -Por
el lema Partido Colorado -que le ganó al lema Partido Nacional por 110
mil votos- sufragaron en las últimas elecciones 607.633 ciudadanos
(49,3%). -No
parece probable que supere este porcentaje. Es decir, que alcance por
ejemplo, al 50%, habida cuenta de las escisiones producidas. Pero además,
el Partido Colorado no es todo el reeleccionista. ¿Cuántos son los votos
de Vasconcellos, Cigliutti, Costanzo y demás? No puede saberse. Puede en
cambio afirmarse que el reeleccionismo dentro del Partido Colorado, no
recogerá el total de los votos del lema y por tanto que no llegará a la
mitad más uno del total de sufragios (1:450.000, 1: 500.000). Todo
lleva a pensar que con los solos votos del Partido Colorado no podrá ser
aprobada la reelección. Cálculos
y previsiones tan simples no pueden haber escapado a nuestros
reeleccionistas. ¿Por qué, entonces, insisten en la reelección? ¿No
tendrán otras cartas en la manga? ¿No esperarán que la reelección sea
apoyada por fuerzas ajenas al lema colorado? ¿No intentarán flanquear el
obstáculo y lograr la reelección por vías subrepticias? ¿No se lanzarán
a la aventura de poner al país frente a una situación de hecho, confusa
y conflictiva, para pescar en río revuelto? Examinemos
estas hipótesis o, mejor, demos respuesta a estas preguntas con la cabeza
fría. 1-
Supongamos que el Partido Colorado gane la elección nacional. Siempre en
tren de suposiciones, admitamos que dentro de ese lema se presenten tres
candidatos presidenciales: el
candidato A, recoge 260.000 votos; el
candidato B, 230.000; el
candidato C, 210.000. El
señor Pacheco, no podrá participar en ese primer enfrentamiento. Deberá
apoyar a uno de los tres candidatos: el A, el B o el C. Pero
planteada la reelección por vía de reforma constitucional, en el mismo
acto, simultáneamente, en otras listas, se podrá votar por el señor
Pacheco y entonces, como es lógico, el candidato que haya tenido las
preferencias de éste en la votación de acuerdo con el régimen actual
que no admite la reelección, no se presentará en la votación que se
haga por el nuevo sistema, nuevo sistema que, precisamente, admite la
reelección. En
la elección por el sistema actual, el candidato del señor Pacheco es, el
A. En
la elección por el nuevo sistema, A se retira y el señor Pacheco recoge
sus votos y aun, deben esperarlo los reeleccionistas, algunos más. Si
la reforma es aprobada, el señor Pacheco es reelecto. Pero
si la reforma no es aprobada, no hay reelección del señor Pacheco,
candidato más votado dentro del lema más votado. Se
comprende así, cuánta perturbación puede provocar la aventura
reeleccionista. Porque ocurre, como todos sabemos, ¡si lo sabremos!, que
el señor Pacheco es el ocupante de la presidencia, la misma presidencia
que presidirá las elecciones en las cuales
se
resolverá si el señor Pacheco, presidente actual será el presidente
futuro. ¿Cómo?
¿No es la nuestra una democracia? Y si lo es, ¿cómo admitir y tolerar
que el candidato más votado sea desposeído del puesto que, inflamados de
ardor cívico, quieren confiarle sus conciudadanos? La
reelección frustrada puede convertirse así en pretexto e incitación
para el golpe de estado, del cual nos separan ya, apenas ciertas formas y
algunas hipocresías. 2-
La reelección, lisa y llana, es de todas maneras una operación enojosa,
en exceso desenfadada y digamos brutal. Flanquear
el obstáculo es de buena táctica. Lo que no se puede lograr por la vía
de la reelección, cabe intentarlo por la vía de la prórroga de todos
los mandatos y no sólo del mandato del señor Pacheco. La
reelección favorece exclusivamente al señor Pacheco. La prórroga a
muchos más. Por lo pronto a todos aquellos legisladores que no confían
plenamente en volver al Parlamento. La
reelección exige que se vote por el sistema actual y por el nuevo. La prórroga
evita complicaciones, candidaturas, gastos. No se vota por nadie. No hay
elecciones. Se confirma a los que están. La
reelección corta por cinco años las esperanzas de otros candidatos
presidenciales. La prórroga puede proyectarse para plazo más breve,
verbigracia, dos años. Tanto
o más que la reelección, la prórroga puede invocar el estado de
"subversión" que reina en el país; postular que no debe
cambiarse de caballo en mitad del río, o -los aforismos abundan- que es
conveniente desensillar hasta que aclare o que las condiciones no están
dadas para que se realicen "elecciones libres". La
teoría del "mal menor" raíz de tantos posibilismos y, en
definitiva, de tantos males mayores, está incorporada desde antiguo a
nuestra historia. Al amparo de su lábaro se han cometido muchos crímenes
y se ha caído, por lo general deliberadamente, en muchas trampas. Pero
hay otras "razones" que pueden esgrimirse para convencer a
algunos indecisos o renuentes. -Los
partidos tradicionales atraviesan profundas crisis y no están bien
montados, mientras el Frente Amplio, otra forma de la denostada
"subversión", asoma como una fuerza de avance. Cerrarle el paso
es necesidad "patriótica" y tomarse tiempo para resolver los
conflictos internos, también. -El
gobierno, prisionero de sus promesas y contradicciones, está colocado en
una situación desesperada. Por ejemplo -es un pequeño ejemplo- si la
Argentina devalúa, ¿cómo no devaluar aquí? Y ¿cómo puede devaluar
seis meses antes de las elecciones, un gobierno que se ha comprometido
reiteradamente a no hacerlo? No,
a la reelección; sí, a la prórroga puede ser una bella solución, de
esas que algún observador extranjero maldiciente, llama "a la
uruguaya". Una solución, a fin de cuentas pueril, con la que se cree
salvar a un mismo tiempo, los "principios" y las colonias. Y más
peligrosa que la misma reelección. Para incautos que quieren dejar de
serlo pero no mucho porque no se animan a dar el gran salto. IV Algunas
conclusiones. 1-
Todo lleva a creer, que sin el apoyo de fuerzas de otros lemas, los
reeleccionistas colorados no lograrán ni la reelección ni la prórroga
de los mandatos. Una u otra sólo pueden lograrse, si el
"adversario" tradicional o una fracción del mismo, se asocia a
la empresa. 2-
Reelección o prórroga son dos caras de una misma y ésta sí, real
subversión. Y no está demás recordar, aunque no se confíe mucho en
pragmáticas, que el numeral 5º del artículo 77 de la
Constitución, le prohíbe al presidente de la República, "formar
parte de comisiones o clubes políticos", "actuar en los
organismos directivos de los partidos", "intervenir en ninguna
forma en la propaganda política de carácter electoral". El señor Pacheco no forma parte de clubes políticos, no actúa (?) en organismos directivos de su partido, no interviene (?) en la propaganda política de carácter electoral; pero sí, admite que postulen su reelección. ¡Cuan respetuoso homenaje a la virtud! Las normas no pueden interpretarse literalmente. ¿Qué intervención mayor en la política electoral que tolerar o aceptar la propia reelección? 3- Tanto la reelección como la prórroga, por el solo hecho de plantearse, constituyen ya una tremenda y peligrosa perturbación de la vida entera del país y aquélla aparentemente más que ésta -que es un sustituto de la primera- una amenaza encubierta y potencial de golpe de estado y dictadura desembozada. Aparentemente decimos, porque en verdad quienes acompañen la prórroga, estarán abriendo el camino, para dicha dictadura; y para que la guerra larvada en la cual estamos inmersos se extienda e intensifique. |
Carlos
Quijano
MARCHA, 19 de marzo de 1971
Reproducido
en
Los golpes de Estado (1973)
Carlos Quijano
Cámara de Representantes
República Oriental del Uruguay
Montevideo, setiembre de 1989
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