QUIJANO, Carlos (1900-1984).
Ensayista y periodista. Nació en Montevideo y murió en México. A lo
largo del siglo -desde 1917, en que funda con otros jóvenes de su
generación el Centro "Ariel"-, la presencia de Carlos Quijano
en la vida política y cultural del país fue gravitante. Participó desde
puestos de dirección en las luchas estudiantiles que tuvieron por
epicentro a Córdoba (Argentina), en 1918, y por objetivo principal la
reforma universitaria. Recibido de abogado (a los 23 años, con medalla de
oro), parte a Europa para estudiar economía y ciencias políticas en la
Sorbona; cubre desde París una sostenida corresponsalía para el diario El
País. A la vez va tomando lúcida posición ante el socialismo teórico,
en pleno desarrollo el de Gramsci, Sorel, Croce; y ante el torvo fascismo
en ascenso. Será uno de los principales animadores de la AGELA (Asociación
General de Estudiantes Latinoamericanos), de orientación
anti-imperialista. A ese período pertenece el libro Nicaragua, un
ensayo sobre el imperialismo de los Estados Unidos. De regreso
a Uruguay, en 1928, ocupa una banca de diputado en 1929 y funda la
Agrupación Nacionalista Demócrata Social. Enfrentar, desde sus "impertinentes"
treinta años, el personalismo de Luis Alberto de Herrera, caudillo
indiscutido de los blancos, tenía un alto precio que el joven legislador
no trepidó en pagar; eso quizá explica el fracaso electoral de 1931. El
Carlos Quijano que emerge es el periodista, el que pone al servicio de su
ideario las hojas que habría de dirigir (El Nacional, Acción, Marcha,
Época); pero que también plasma en ellas un estilo desconocido en
aquel Uruguay, que se basaba en algunas premisas esenciales: los hechos
merecen más respeto que la opinión que de ellos pueda formarse el
periodista; las opiniones disidentes no valen menos que las propias y en
ocasiones, si están bien fundadas, pueden valer más; la idoneidad y el
talento son esenciales para ejercer el oficio, pero no es menos esencial
la independencia. El Nacional, que duró escasos 16 meses (de
agosto del 30 a noviembre del 31), marcó rumbos por su diagramación
moderna, por la variedad de sus secciones y por el calificado nivel
profesional de sus jóvenes colaboradores. Pero el aporte verdaderamente
original del nuevo diario hay que buscarlo en sus páginas editoriales. El
tema del imperialismo, rector en sus planteos, empieza a ser objeto de análisis
sistemáticos y penetrantes; la economía, lejos de dogmas y consignas,
muestra en esos análisis su papel decisivo. Al cierre de El Nacional sucederá,
en 1932, la apertura de Acción. Continuidad en la tarea pero también
ruptura con el modelo periodístico anterior. Acción tiende al análisis
doctrinario y a la formación de las nuevas generaciones; es un taller de
estudio, pero no académico sino abierto al influjo transformador de la
realidad. No tardaría en ponerse a prueba el temple de Quijano y de sus más
cercanos colaboradores de entonces: el golpe de estado del presidente
Gabriel Terra, en 1933, pondrá a Acción en una línea de combate
que, cercada por la dictadura, continuará su prédica en la
clandestinidad. La frustrada Revolución del 35, contra Terra, encontró a
Quijano y los jóvenes de Acción prontos para la lucha.
Borrosamente, el director de Marcha -la concepción de Marcha- se
avizoran. Este irrumpe en Montevideo en junio de 1939 con un equipo
excepcional: Quijano, Ardao y Castro al frente de las páginas políticas,
y en Artes y Letras Juan Carlos Onetti (además, secretario de redacción)
escribía, como Periquito el Aguador, sobre literatura; Paco Espinola,
sobre teatro; Lauro Ayestarán, sobre música; Arturo Despouey y Danilo
Trelles, sobre cine y Joaquín Torres García, sobre pintura. El país no
conoció, ni antes ni hasta ahora, una conducción cultural, a nivel
periodístico, de tal calidad. Después, durante 35 años, Quijano dará
un ejemplo inusual de dos virtudes que aparentemente se repelen: por una
parte, fidelidad al pasado, un pasado que pone a cubierto ciertos valores
no negociables. Y por otra parte, la búsqueda incesante de lo nuevo y
fermental, de todo aquello que, tras la aventura del pensamiento, huye de
la pereza y la rutina. Progresivamente Quijano fue "despartidizándose".
El proceso culmina con el célebre editorial "A rienda corta",
de 1958 (vísperas de las elecciones de ese año), en que el tribuno, el
parlamentario, el ideólogo blanco, que en los umbrales de los 30 años
parecía destinado a pelear, y quizás ganar, la conducción de su
partido, se desvincula de éste, y dice -desde posiciones socialistas muy
evidentes para quienes lo leían en Marcha- no tener ya nada que
ver con la ideología y menos aun con la estructura partidaria del
nacionalismo. Fue el año en que precisamente ganó las elecciones el
Partido Nacional. Ejerció la profesión de abogado sólo para poder
vivir; también desempeñó la cátedra de Economía que dictó, con total
entrega, en la Facultad de Derecho. Además, y mientras atendía
obsesivamente a Marcha, sacó, a los 48 años, la Revista de Economía;
y cuando tuvo 70 fundó la Biblioteca de Marcha y editó los Cuadernos,
reunión de ensayos que ampliaba el horizonte abierto por el
semanario. Quijano fue adiestrando la herramienta de un estilo expositivo
sin par entre nosotros, «periodístico» por estricto ajuste funcional
pero «ensayístico», en su médula, por la libertad, la invención y el
acento personal que la norman y «literario» [...]. Su discurso tiene,
sobre todo, un peculiarísimo ritmo: lento, a medias elegantemente
fatigado, que casi nunca se rompe" apunta Carlos Real de Azúa. La
tarea más honda y fecunda de Quijano, porque se extiende casi a lo largo
del siglo, fue pensar el país. Cómo sacudirnos el yugo de la dependencia,
cómo, para ser nosotros mismos, tendremos que reconocernos
latinoamericanos (las viejas, no resueltas reflexiones en el París de los
años veinte), cómo la manida integración regional sólo será fructífera
a partir de cambios profundos en las estructuras económicas de los países
involucrados) y cómo nuestro falaz sistema político, hecho de partidos débiles,
fue entregando el Uruguay al avance del autoritarismo (primero de civil y
después de uniforme) y a la concepción del país como plaza financiera.
Cerrada Marcha el 22/XI/74, y aherrojado el país entre las cárceles,
el terror o el silencio, Quijano parte al exilio a fines del 75. Primero
Argentina, luego México, hospitalario y generoso. En su mejor estilo, no
se permitirán la nostalgia ni el ocio. En tierra azteca participa de las
actividades del exilio latinoamericano contra las dictaduras militares del
sur. Tendrá que padecer, en el 77, las noticias de la criminal desaparición
de Julio Castro. Pero "navigare necesse" y Quijano, ya
octogenario, vuelve gozosamente a dar clases a los jóvenes en la
Universidad Autónoma de México, y edita Cuadernos de Marcha, segunda
época. Ya no regresará. Generaciones de uruguayos abrevaron, durante más
de medio siglo, en la fuente de pensamiento crítico que fue Quijano. Al
respecto señala Ángel Rama: "Quijano enseñó a pensar con
claridad, dentro de un modelo francés intensamente racionalizado; a
considerarla totalidad nacional destacando la cuota importante de la
economía en el funcionamiento cultural [...]. Tras los grandes maestros
que en el primer tercio del siglo tuvo el Uruguay (José E. Rodó, Carlos
Vaz Ferreira) fue Carlos Quijano quien orientó a la juventud constituyéndose
en el maestro de al menos dos generaciones". El 27 de junio de 1987
(aniversario del golpe de Estado), los restos del repatriado Carlos
Quijano son trasladados, bajo honores oficiales, por la avenida 18 de
Julio, desde el Paraninfo de la Universidad hasta el Panteón Nacional. Lo
acompañaron varios cientos de conmovidos ciudadanos, entre los cuales se
encontraban octogenarios amigos de la Agrupación, sus compañeros de Marcha
y jóvenes que no lo conocieron; seguros todos de que ese día el
Uruguay se empobreció. Hugo
Alfaro BIBLIOGRAFÍA: ENSAYO ECONÓMICO
Y POLÍTICO: Nicaragua; ensayos sobre el imperialismo de los Estados
Unidos (Prólogo de A. Ardao),
Montevideo, Sandino, s.f. Economía política, generalidades y estadística
(versión taquigráfica). Ampliada por el bachiller J. C. Pérez
Ortega, Montevideo, 1940. Evolución del contralor de cambios en el
Uruguay; un estudio de legislación positiva. Montevideo, 1944. Nuestra
definición (discurso), Montevideo, 1946. El tratado con los
Estados Unidos. Montevideo, 1950. La reforma agraria en el Uruguay
(algunos aspectos), Montevideo, Río de la Plata, 1963. A rienda
corta y otros escritos (recop. de artículos), Enciclopedia Uruguaya N°
56, Montevideo, Ed. Reunidos-Arca, 1969. Los años del exilio (recop.
de artículos), Montevideo, Cuadernos de Marcha, 3a época, año
I, N" 1, junio 1985. Escritos políticos (1) (recop.),
Montevideo, Cuadernos de Marcha, 3a época, año I, N° 2,
julio 1985. Escritos políticos (II) (recop.), Montevideo,
Cuadernos de Marcha, 3a época, año I, N° 3, agosto 1985. Los
grandes problemas nacionales (recop.), Montevideo, Cuadernos de Marcha,
3a época, año 1, N° 4, setiembre 1985. Miremos los hechos
de frente (recop.), Montevideo, Cuadernos de Marcha, 3a época,
año 1, N° 5, octubre 1985. El país y su gente (recop.),
Montevideo, Cuadernos de Marcha, 3a época, año I, N" 6,
noviembre 1985. Los golpes de Estado, (2 Vols.) (Prólogo de G.
Caetano y J. P. Rilla), Montevideo, Cámara de Representantes, 1989. América
Latina: una Nación de Repúblicas, (3 tomos), Montevideo, Cámara de
Representantes, 1989. Cultura, personalidades, mensajes, (Prólogo
de Ornar Prego), Montevideo, Cámara de Representantes, 1992. La economía
uruguaya entre 1880 y 1965, (Recop. de Mercedes Quijano - Rev. y pres.
de Fernando Antía), Montevideo, Cámara de Representantes, 1995. REFERENCIAS: Autores varios, (homenaje a Carlos Quijano), en Jaque, Montevideo, 15/6/1984. ídem. "Quijano: aun año de su muerte", en Las bases, Montevideo, 9/6/1986. H. Alfaro, Navegar es necesario, Montevideo, Banda Oriental. 1984. ídem, "Nuestro deber: repasar a Quijano", en Brecha, Montevideo, 28/6/1987. A. Ardao, "Opciones políticas de Quijano", en Cuadernos de Marcha, 3a época, año II, N° 20, Montevideo, junio 1987. A. Courtoisie, "Quijano revisitado. Mucho más que historia", en El País Cultural, Montevideo, 7/6/1996. G. De Armas y A. Careé, Uruguay y su conciencia critica, Montevideo, Trilce, 1997. G. Gaetano y J. P. Rilla, El joven Quijano (1900-1933). Izquierda nacional y conciencia crítica, Montevideo, Banda Oriental, 1986. Á. Rama, La generación crítica, Montevideo, Arca, 1972. ídem, "Carlos Quijano, maestro americano", en El Nacional, Caracas, 13/12/1976. ídem, "La lección intelectual de Marcha", en Cuadernos de Marcha, 2a época, N" 19, México, mayo-junio 1982. C. Real de Azúa, Antología del ensayo uruguayo contemporáneo, Montevideo, Universidad de la República, 1964. ídem, El Uruguay como reflexión (I), (Capitulo Oriental N° 36), Montevideo, CEDAL, 1968. P. Rocca, 35 años en Marcha. (Crítica y Literatura en Marcha y en el Uruguay 1939-1974), Montevideo, División Cultura de la I.M.M., 1992. E. Rodríguez Monegal, Literatura uruguaya del medio siglo, Montevideo, Alfa, 1966. C. Zubillaga, Las disidencias del tradicionalismo. El radicalismo blanco, Montevideo, Arca, 1978. |
Alberto Origgioni
Nuevo diccionario de Literatura Uruguaya – 2001
Edit. Banda Oriental
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