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El pacto Kellogg
¿Qué es la doctrina de Monroe?
Carlos Quijano

 

Difícil tarea la de definir la doctrina de Monroe. En un discurso pronunciado en 1919, en nombre de la Liga de Naciones, el mismo Wilson reconocía la inutilidad de semejante esfuerzo: "Me he esforzado mientras estaba en París por definir la doctrina de Monroe, pero les digo a ustedes en confianza que cuando intenté definirla encontré que escapaba al análisis".

Puede decirse sin temor a exagerar que a través de cien años y pico de existencia, la doctrina de Monroe ha tenido tantas interpretaciones distintas, ha cambiado tantas veces de naturaleza o contenido, como presidente ha habido en su país de origen. Cada presidente se ha hecho su doctrina de Monroe. Pero puede también afirmarse que todas las evoluciones y cambios que ha sufrido han servido siempre de estímulo o de justificación a la expansión imperialista de los Estados Unidos.

"La doctrina de Monroe -dice Moore-, considerada con refe­rencia a las responsabilidades que ella potencialmente envolvía, fue siempre imperial en sus proporciones."
[1]

Por eso más que las definiciones teóricas de la doctrina nos interesa mostrar al lector las aplicaciones que de ella se han realizado. Los hechos, en vez de la teoría. No está de más, sin embargo, exponer en orden cronológico las principales modifica­ciones que los principios proclamados en 1823 por el presidente Monroe han sufrido.

Ni colonización, ni intervención, decía en su famoso mensaje el presidente Monroe. "Los continentes americanos no pueden nunca más ser considerados como susceptibles de ser colonizados por una potencia europea."

"Es imposible que las Potencias Aliadas (se refería a la Santa Alianza), extiendan su sistema político a una parte de uno de los dos continentes (América del Norte o del Sur) sin poner en peligro nuestra paz y nuestra felicidad. Es igualmente imposible, en consecuencia, que nosotros consideremos semejante intervención, bajo cualquier forma que se presente con indiferencia." Tales los dos principios fundamentales del mensaje de Monroe. Hay que agregar un tercero que nos interesa menos y que es en realidad -según la propia expresión de Strupp - el elemento secundario de la doctrina.

Es el principio de la no intervención de Estados Unidos, en los asuntos europeos. "En los conflictos entre potencias europeas, por cuestiones que solamente a ellas conciernen, no hemos interveni­do, ni intervendremos."

Tal la doctrina, en su sentido original. Se observará desde luego que en virtud de ella los Estados Unidos se arrogaban un derecho de protección sobre toda nuestra América. Este protecto­rado tenía tanta menos razón de ser en esos momentos cuanto que en realidad los Estados Unidos hubieran sido totalmente incapa­ces de oponerse por la fuerza a la intervención de Europa en nuestro continente. Pero la doctrina de Monroe no era de Monroe, como la garantía de su sostenimiento no la daban las fuerzas reducidas de Estados Unidos. La doctrina de Monroe era de Canning, ministro de Inglaterra y su garantía era la flota de este país que no hubiera podido ver con buenos ojos el engrandeci­miento de sus rivales europeos.

La doctrina de Monroe era de Canning, dijimos. Sí; pero en parte bastardeada porque Inglaterra que no quería dejar que las potencias de Europa se engrandecieran no podía estar dispuesta tampoco a admitir que lo hicieran los Estados Unidos. Canning, había pedido una declaración conjunta en que se estableciera precisamente que ni Estados Unidos ni Inglaterra intentaban apoderarse ellos mismos tampoco de ninguna porción del suelo americano.

Prudentemente Monroe fue a la declaración unilateral y eludió el pronunciamiento sobre la no adquisición de nuevos territorios americanos por Estados Unidos. El inspirador de esta decisión no fue sin duda otro que John Quincy Adams, secretario de Estado en el Gabinete de Estado. En sus memorias, sin ambages, Adams, expone el pensamiento que lo guió: "El objeto Canning, parece haber sido real o especialmente contra la adquisición por parte de los Estados Unidos de alguna porción de las posesiones hispanoamericanas. Al unirnos con ella (Inglaterra) por lo tanto, le daríamos una promesa sustancial y tal vez inconveniente contra nosotros mismos y realmente no obtendríamos nada en cambio. Sin entrar ahora a investigar la conveniencia de que anexemos a Texas o Cuba a nuestra Unión, por lo menos debemos mantenernos libres para actuar de acuerdo con las circunstancias que se presenten y en comprometernos con ningún principio que pueda inmediatamente después volverse contra nosotros mismos".2

La doctrina de Monroe, desde su proclamación cerraba la puerta al imperialismo europeo; pero la abría, al imperialismo americano.

Canning y Adams desde distintos puntos de vista y con distintas finalidades habían tenido una visión profética. Pero justo es reconocer que en estos encuentros iniciales de la gran lucha entre el imperialismo inglés y el naciente americano, lucha que todavía no ha llegado a su momento crítico, quienes se anotan la victoria son los Estados Unidos. Inglaterra consigue detener la expansión de Europa; pero no puede en cambio poner trabas a la de América del Norte.

[1] Moore - Four phases of American development.

[2] Véase Dollar diplomacy, de Scott Nearing y Freeman.

EL PAIS, 1 de octubre de 1928

 
 
El pacto Kellogg
¿Qué es la doctrina de Monroe?


Esa doctrina de Monroe, que al decir de Moore fue imperial desde sus comienzos,¿en qué ha venido a parar con el tiempo? ¿Ha seguido fiel a su naturaleza original?

Sí; más aún, se ha hecho progresivamente más imperialista. En efecto, y según decíamos en un artículo anterior, cada presidente o secretario de Estado de los Estados Unidos se hace "su doctrina de Monroe". Doctrinas que han debido irse adaptando a las circunstancias, a la creciente expansión capitalista e imperialista de los Estados Unidos.

No podemos estudiar en estos artículos de diario con toda precisión las modificaciones que va sufriendo la doctrina de Monroe; pero para que el lector tenga idea al menos de cuál ha sido el pensamiento dirigente de la política de los Estados Unidos respecto a nuestros países de América Latina, vamos a transcribir y comentar ligeramente algunas de las interpretaciones oficiales de la doctrina.

Desde ya decimos que todas ellas, de Monroe a Coolidge, tienden a establecer el protectorado de Estados Unidos o su derecho de conquista sobre nuestro continente, vergonzosa y humillante afirmación contra la cual nunca hemos sabido protestar como debíamos.

Año 1848 - Declaración del presidente Polk - "En América hay muchos americanos, pero no hay nadie más americano que nosotros. La colonización, la intervención, el establecimiento de cualquier poder se prohíbe a Europa; pero nosotros tenemos carta blanca para conquistar, colonizar e intervenir siempre que haya ocasión. Sin duda nosotros les hemos retirado sus derechos a los europeos; pero nosotros se los hemos retirado para apropiárnoslos y aprovecharlos solos a nuestro agrado, sin respetar a los otros estados del Nuevo Mundo."

Es difícil encontrar manifestación más cínica en boca de un hombre de estado. Pero Polk tenía por lo menos el mérito de la franqueza. Acordaba sus palabras a sus actos. Con el andar del tiempo, los políticos americanos se harán más finos. Dirán una cosa y harán otra; pero las palabras, la doctrina y los hechos de Polk, que fue el que despojó a México, después de una guerra infame, de cerca de la mitad de su territorio, constituirán el real principio director de la política americana.

1895- Declaraciones del secretario de Estado Olney con motivo del conflicto de límites entre Venezuela e Inglaterra.

"Hoy los Estados Unidos son prácticamente soberanos en este continente, y su voluntad es la ley en los asuntos en que interviene. ¿Porqué? No es por pura amistad o buena voluntad hacia él. No es simplemente por razón de su alto carácter como estado civilizado, ni porque la sabiduría, la justicia y la equidad sean las invariables características de las relaciones de los Estados Unidos. Es porque además, sus infinitos recursos combinados con su posición aislada lo hacen dueño de la situación y prácticamente invulnerable contra cualquiera o todos los demás poderes."

A poco menos de cincuenta años, Olney reedita a Polk. Hay tal vez mayor fineza en la expresión; pero hay el mismo cinismo y además el desplante fanfarrón de creerse fuerte e invulnerable. Y no está de más señalar, para quienes tienen confianza en la acción del Partido Demócrata americano, que Olney era ministro de Cleveland, demócrata como Wilson, de cuyos hechos ya haremos relación, como el actual candidato Smith, que aparece oponiéndose al imperialismo de los republicanos y a sus vinculaciones con las grandes empresas capitalistas, lo cual no obsta para que la presidencia de su Comité de Propaganda esté encomendada a John Raskob, uno de los fundadores y director del departamento financiero de la General Motors.

1904- Declaración del presidente Roosevelt - Roosevelt acababa de "tomar Panamá", según su propia expresión. Seguía las huellas de Polk en los hechos; aunque, no obstante su rudeza, su misma brutalidad, sus palabras fueran menos claras:

"Crónico malestar o una impotencia de la cual resulta la pérdida general de los lazos de la sociedad civilizada, pueden en América, como en cualquier otra parte, naturalmente requerir la intervención por alguna nación civilizada, y en el hemisferio oeste la adhesión de los Estados Unidos a la doctrina de Monroe, puede forzar a los Estados Unidos, sin embargo de mala gana, en flagrantes casos de malestar o impotencia, a ejercer un poder de policía internacional".

Es la tesis del protectorado, que puede llevar no sólo a la intervención, sino también a la conquista, aunque de esta última los Estados Unidos no tengan necesidad de echar mano. Los Estados Unidos se atribuyen un poder de policía internacional, y como no hay ley o criterio, más que el propio de ellos, que diga cuándo se producen los flagrantes casos de malestar o de impotencia, intervienen como y cuando les place.

Más todavía, y es el caso de Nicaragua; para decorar el atentado, pueden ellos mismos crear el flagrante caso de malestar o impotencia. Hacen una revolución y ya tienen pretexto para intervenir.

Esta doctrina del police power, aplicación refinada y solapada de la idea imperialista, va a ser la que va a inspirar a todos los presidentes que suceden a Roosevelt.

Polk, es el doctrinario del siglo XIX; Roosevelt, el del siglo XX.
 

Carlos Quijano
El País,  1 y 7 de octubre de 1928

 

Reproducido en 
América Latina
Una nación de Repúblicas - Tomo III
Carlos Quijano
Cámara de Representantes
República Oriental del Uruguay
Montevideo, julio de 1990

 

Incorporado a Letras Uruguay, por su editor, el día 15 de setiembre de 2013.

 

Texto recopilado, escaneado y editado por mi, Carlos Echinope, editor de Letras Uruguay, sin apoyo alguno y sin trabajo rentado. Si me apoyan haré mucho más. Gracias.  echinope@gmail.com - @echinope

 

 

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