Difícil tarea la de definir la doctrina de
Monroe. En un discurso pronunciado en 1919, en nombre de la Liga de
Naciones, el mismo Wilson reconocía la inutilidad de semejante esfuerzo:
"Me he esforzado mientras estaba en París por definir la doctrina de
Monroe, pero les digo a ustedes en confianza que cuando intenté
definirla encontré que escapaba al análisis".
Puede decirse sin temor a exagerar que a través de cien años y pico de
existencia, la doctrina de Monroe ha tenido tantas interpretaciones
distintas, ha cambiado tantas veces de naturaleza o contenido, como
presidente ha habido en su país de origen. Cada presidente se ha hecho
su doctrina de Monroe. Pero puede también afirmarse que todas las
evoluciones y cambios que ha sufrido han servido siempre de estímulo o
de justificación a la expansión imperialista de los Estados Unidos.
"La doctrina de Monroe -dice Moore-, considerada con referencia a las
responsabilidades que ella potencialmente envolvía, fue siempre imperial
en sus proporciones."
Por eso más que las definiciones teóricas de la doctrina nos interesa
mostrar al lector las aplicaciones que de ella se han realizado. Los
hechos, en vez de la teoría. No está de más, sin embargo, exponer en
orden cronológico las principales modificaciones que los principios
proclamados en 1823 por el presidente Monroe han sufrido.
Ni colonización, ni intervención, decía en su famoso mensaje el
presidente Monroe. "Los continentes americanos no pueden nunca más ser
considerados como susceptibles de ser colonizados por una potencia
europea."
"Es imposible que las Potencias Aliadas (se refería a la Santa Alianza),
extiendan su sistema político a una parte de uno de los dos continentes
(América del Norte o del Sur) sin poner en peligro nuestra paz y nuestra
felicidad. Es igualmente imposible, en consecuencia, que nosotros
consideremos semejante intervención, bajo cualquier forma que se
presente con indiferencia." Tales los dos principios fundamentales del
mensaje de Monroe. Hay que agregar un tercero que nos interesa menos y
que es en realidad -según la propia expresión de Strupp - el elemento
secundario de la doctrina.
Es el principio de la no intervención de Estados Unidos, en los asuntos
europeos. "En los conflictos entre potencias europeas, por cuestiones
que solamente a ellas conciernen, no hemos intervenido, ni
intervendremos."
Tal la doctrina, en su sentido original. Se observará desde luego que en
virtud de ella los Estados Unidos se arrogaban un derecho de protección
sobre toda nuestra América. Este protectorado tenía tanta menos razón
de ser en esos momentos cuanto que en realidad los Estados Unidos
hubieran sido totalmente incapaces de oponerse por la fuerza a la
intervención de Europa en nuestro continente. Pero la doctrina de Monroe
no era de Monroe, como la garantía de su sostenimiento no la daban las
fuerzas reducidas de Estados Unidos. La doctrina de Monroe era de
Canning, ministro de Inglaterra y su garantía era la flota de este país
que no hubiera podido ver con buenos ojos el engrandecimiento de sus
rivales europeos.
La doctrina de Monroe era de Canning, dijimos. Sí; pero en parte
bastardeada porque Inglaterra que no quería dejar que las potencias de
Europa se engrandecieran no podía estar dispuesta tampoco a admitir que
lo hicieran los Estados Unidos. Canning, había pedido una declaración
conjunta en que se estableciera precisamente que ni Estados Unidos ni
Inglaterra intentaban apoderarse ellos mismos tampoco de ninguna porción
del suelo americano.
Prudentemente Monroe fue a la declaración unilateral y eludió el
pronunciamiento sobre la no adquisición de nuevos territorios americanos
por Estados Unidos. El inspirador de esta decisión no fue sin duda otro
que John Quincy Adams, secretario de Estado en el Gabinete de Estado. En
sus memorias, sin ambages, Adams, expone el pensamiento que lo guió: "El
objeto Canning, parece haber sido real o especialmente contra la
adquisición por parte de los Estados Unidos de alguna porción de las
posesiones hispanoamericanas. Al unirnos con ella (Inglaterra) por lo
tanto, le daríamos una promesa sustancial y tal vez inconveniente contra
nosotros mismos y realmente no obtendríamos nada en cambio. Sin entrar
ahora a investigar la conveniencia de que anexemos a Texas o Cuba a
nuestra Unión, por lo menos debemos mantenernos libres para actuar de
acuerdo con las circunstancias que se presenten y en comprometernos con
ningún principio que pueda inmediatamente después volverse contra
nosotros mismos".2
La doctrina de Monroe, desde su proclamación cerraba la puerta al
imperialismo europeo; pero la abría, al imperialismo americano.
Canning y Adams desde distintos puntos de vista y con distintas
finalidades habían tenido una visión profética. Pero justo es reconocer
que en estos encuentros iniciales de la gran lucha entre el imperialismo
inglés y el naciente americano, lucha que todavía no ha llegado a su
momento crítico, quienes se anotan la victoria son los Estados Unidos.
Inglaterra consigue detener la expansión de Europa; pero no puede en
cambio poner trabas a la de América del Norte.
Moore - Four phases of American development.
Véase Dollar diplomacy, de Scott Nearing y Freeman.
EL PAIS, 1 de octubre de 1928
El pacto Kellogg
¿Qué es la doctrina de Monroe?
Esa doctrina de Monroe, que al decir de Moore fue imperial desde sus
comienzos,¿en qué ha venido a parar con el tiempo? ¿Ha seguido fiel a su
naturaleza original?
Sí; más aún, se ha hecho progresivamente más imperialista. En efecto, y
según decíamos en un artículo anterior, cada presidente o secretario de
Estado de los Estados Unidos se hace "su doctrina de Monroe". Doctrinas
que han debido irse adaptando a las circunstancias, a la creciente
expansión capitalista e imperialista de los Estados Unidos.
No podemos estudiar en estos artículos de diario con toda precisión las
modificaciones que va sufriendo la doctrina de Monroe; pero para que el
lector tenga idea al menos de cuál ha sido el pensamiento dirigente de
la política de los Estados Unidos respecto a nuestros países de América
Latina, vamos a transcribir y comentar ligeramente algunas de las
interpretaciones oficiales de la doctrina.
Desde ya decimos que todas ellas, de Monroe a Coolidge, tienden a
establecer el protectorado de Estados Unidos o su derecho de conquista
sobre nuestro continente, vergonzosa y humillante afirmación contra la
cual nunca hemos sabido protestar como debíamos.
Año 1848 - Declaración del presidente Polk - "En América hay muchos
americanos, pero no hay nadie más americano que nosotros. La
colonización, la intervención, el establecimiento de cualquier poder se
prohíbe a Europa; pero nosotros tenemos carta blanca para conquistar,
colonizar e intervenir siempre que haya ocasión. Sin duda nosotros les
hemos retirado sus derechos a los europeos; pero nosotros se los hemos
retirado para apropiárnoslos y aprovecharlos solos a nuestro agrado, sin
respetar a los otros estados del Nuevo Mundo."
Es difícil encontrar manifestación más cínica en boca de un hombre de
estado. Pero Polk tenía por lo menos el mérito de la franqueza. Acordaba
sus palabras a sus actos. Con el andar del tiempo, los políticos
americanos se harán más finos. Dirán una cosa y harán otra; pero las
palabras, la doctrina y los hechos de Polk, que fue el que despojó a
México, después de una guerra infame, de cerca de la mitad de su
territorio, constituirán el real principio director de la política
americana.
1895- Declaraciones del secretario de Estado Olney con motivo del
conflicto de límites entre Venezuela e Inglaterra.
"Hoy los Estados Unidos son prácticamente soberanos en este continente,
y su voluntad es la ley en los asuntos en que interviene. ¿Porqué? No es
por pura amistad o buena voluntad hacia él. No es simplemente por razón
de su alto carácter como estado civilizado, ni porque la sabiduría, la
justicia y la equidad sean las invariables características de las
relaciones de los Estados Unidos. Es porque además, sus infinitos
recursos combinados con su posición aislada lo hacen dueño de la
situación y prácticamente invulnerable contra cualquiera o todos los
demás poderes."
A poco menos de cincuenta años, Olney reedita a Polk. Hay tal vez mayor
fineza en la expresión; pero hay el mismo cinismo y además el desplante
fanfarrón de creerse fuerte e invulnerable. Y no está de más señalar,
para quienes tienen confianza en la acción del Partido Demócrata
americano, que Olney era ministro de Cleveland, demócrata como Wilson,
de cuyos hechos ya haremos relación, como el actual candidato Smith, que
aparece oponiéndose al imperialismo de los republicanos y a sus
vinculaciones con las grandes empresas capitalistas, lo cual no obsta
para que la presidencia de su Comité de Propaganda esté encomendada a
John Raskob, uno de los fundadores y director del departamento
financiero de la General Motors.
1904- Declaración del presidente Roosevelt - Roosevelt acababa de "tomar
Panamá", según su propia expresión. Seguía las huellas de Polk en los
hechos; aunque, no obstante su rudeza, su misma brutalidad, sus palabras
fueran menos claras:
"Crónico malestar o una impotencia de la cual resulta la pérdida general
de los lazos de la sociedad civilizada, pueden en América, como en
cualquier otra parte, naturalmente requerir la intervención por alguna
nación civilizada, y en el hemisferio oeste la adhesión de los Estados
Unidos a la doctrina de Monroe, puede forzar a los Estados Unidos, sin
embargo de mala gana, en flagrantes casos de malestar o impotencia, a
ejercer un poder de policía internacional".
Es la tesis del protectorado, que puede llevar no sólo a la
intervención, sino también a la conquista, aunque de esta última los
Estados Unidos no tengan necesidad de echar mano. Los Estados Unidos se
atribuyen un poder de policía internacional, y como no hay ley o
criterio, más que el propio de ellos, que diga cuándo se producen los
flagrantes casos de malestar o de impotencia, intervienen como y cuando
les place.
Más todavía, y es el caso de Nicaragua; para decorar el atentado, pueden
ellos mismos crear el flagrante caso de malestar o impotencia. Hacen una
revolución y ya tienen pretexto para intervenir.
Esta doctrina del police power, aplicación refinada y solapada de
la idea imperialista, va a ser la que va a inspirar a todos los
presidentes que suceden a Roosevelt.
Polk, es el doctrinario del siglo XIX; Roosevelt, el del siglo XX.
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