Biografía de un día |
Por la mañana. Soy un tipo informado y me levanto Leyendo todos los diarios y revistas Miro el informativo y en él busco las espléndidas piernas que no muestra jamás la conductora Mientras deshilvana las muertes cotidianas Tan maquilladas, tan ajenas como su propio rostro de muñeca. Desde lo superfluo a lo magistral De lo profano a lo divino. De las siete hasta las siete y media. Puedo sostener una conversación inteligente hasta las once y media más o menos, que el Líbano, ¡Cómo no!, si lo sabré Que este gobierno es neo conservador y socialista ¡Si tendrá razón!- Dr. ¿esta dieta que usted manda es apta para hipotensos? Una mañana cualquiera discurro, acometo y hasta escribo Que los Merovingios hubieran heredado Francia, de no ser por los malvados Carolingios, ¡Claro, hay uno en mi cuadra, los conozco! Son sujetos de pésimas costumbres. El teléfono suena y suena como si no encontrara otra cosa en el mundo más idónea que romperme las bolas. Y relleno papeles sinsentido Y relleno las horas con tareas y relleno el estómago con café Y se viene el mediodía y la nostalgia. Una pausa para comer las porquerías Que juré ayer, nunca más comería Un cigarro que se disfruta menos que el aire Mientras me arrasa el aire frío del invierno. La tarde. La tarde es infinita. Hice éste peregrino descubrimiento el mismísmo primer día de trabajo hace miles de días trabajados. El teléfono insiste pero ahora lo atiendo así como condescendiente Sabiendo qué el también está aburrido de escuchar siempre las mismas guarangadas. Si dedicara versos a la tarde seria el poema más largo de la historia más largo que el que a Troya dedicara aquel ciego que no fumaba en el portal sino que adulaba millonarios Convenciéndolos de que Ulises no era más que un burócrata pedante que narraba sus tareas cotidianas cual si fueran fantásticas hazañas. Así que mejor nos vamos a la cena El Luzón era un buen sitio para ingentes ingestas de veneno Se puede comer grasa hasta que el corazón pase de ser romántico aparato para convertirse en una roja bomba atómica. Pero no vaya a fumar porque además de ser suicida es costumbre del peor mal gusto Eso pasa por tener un presidente médico, me digo si hubiéramos electo a un astrólogo por ahí nos prohibía ser de capricornio o a lo mejor de cáncer. Así que me voy a ingerir mis consabidas porquerías a otra parte un bar con terraza, como los de París donde ateridos fumadores se congelan y adquieren todo tipo de afecciones debidas a la inclemencia del invierno. La noche: Hoy quiero una noche sin soledad. Voy a correrle al plenilunio la cortina para dejar afuera el rostro de la luna para que un rayo no de accidentalmente contra el recuadro vacío del portarretratos donde estaba su rostro. Ahora en blanco como postludio de una embriaguez atroz hasta el pezcuezo como la amnesia obligatoria después de un golpe fuerte en la cabeza. Como la pantalla de un cine abandonado. Voy a cerrarle la puerta a la nostalgia con un par de botellas de aquel vino que me regaló Maciel cuando el contrato Con una bolsa de papafritas de las de antes me dormiré seguramente Mirando ese talk show que me revienta mientras que de tu lado del sofá, se sentará la ausencia y me hará mimos. |
Germán Queirolo Tarino
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