Así pasa la gloria!...
crónica de Julio C. Puppo "El Hachero
"

—Me hacía notar el sordo desde nuestro observatorio— panza abajo en la arena—, el gran porcentaje que hay de mujeres bien formadas. Sin dejarse sugestionar, puede calcularse en un noventa por ciento el número de muchachas que, en la playa, exhiben un cuerpo armonioso, de líneas esbeltas, proporcionado.

Dice esto mi viejo Materia recordando que en su tiempo, no hace muchos años, el caso era totalmente a la inversa. Es decir, que la mujer bien proporcionada era casi una excepción.

La raza se va perfeccionando pues, y ello debe agradecerse exclusivamente a los deportes. Estas observaciones se las sugiere una preciosura que, desde hace cerca de una hora, está jugando delante nuestro.

Es una estatuita de oro. El sol ha madurado sus carnes dándoles un extraño brillo metálico.

Sus movimientos tienen un ritmo de música y suavidad de mariposas.

Sus pequeñas patitas rosadas parecían bailar una danza religiosa y a través de la bruma del mar uno cree ver encendidos los braseros del templo, envolviendo en una nube perfumada de mirra sus formas pulidas y perfectas.

Hay algo de sagrado, de subyugante y misterioso en la belleza de esa joven.

Hay algo de místico en nuestra admiración hacia eso que parece de origen divino. Hay un temor reverencial muy difícil de describir, frente a esa soberbia imagen humana. 

El sordo y yo permanecemos absortos, mudos, en la contemplación. No la deseamos. Más que deseo inspira veneración y respeto. Estamos pendientes de todos sus movimientos, como si en ello fuera hilvanado nuestro destino. Eso, tan hermoso, se nos ha metido dentro y ha pasado a ser algo de nosotros mismos. Algo sagrado, sí.

Así, quieta, es un símbolo. Domina todo. Contrasta su magnífica apostura con la de ese perrito miserable y enfermo que se aproxima cansado, como para hacer más deslumbrante su grandeza. Son los dos extremos del vivir: la gloria y el fracaso.

Los dos extremos que completan el cuadro.

El perrito se acerca más. Mira sin ver. Y ahí se detiene. A su lado. Le huele las piernas, y...

La diosa dio un gritito, sorprendida.

Materia bajó la cabeza y con la frente sobre la arena me dijo calmoso y certero:

—¡Así pasa la gloria por el mundo!...

crónica de Julio C. Puppo "El Hachero"
Crónicas de El Hachero
Editorial Nueva América

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                      Julio C. Puppo "El Hachero"

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