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Dos de cada tres mujeres gastamos primaveras
quemando los clavicordios de la gracia.
Con los puños cerrados o las palmas abiertas
fuimos andando a través de la historia
De ahí en más, todo fue lucha.
Dos de cada tres mujeres, fuimos dejando el alma
en el gemir augusto de la nanas, o el otro gemir.
-el del amor burlado –
Dos de cada tres mujeres, conocemos las máquinas.
Todas las máquinas: las de hilar, de coser, de envasar,
de lavar, de calcular de encerar, de tejer, de computar
y aquellas otras cosas que no se hacen a máquina
como romper el viento contra tu esqueleto
para llevar día tras día los platos de comida.
Luchar, luchar de frente a la precariedad o al abandono !.
Dos de cada tres mujeres, fueron y siguen siendo víctimas
del dedo acusador de las grandes señores
que no parieron hijos , ni abortaron
pero en definitiva, siempre juntas para andar taco a taco.
Dos de cada tres mujeres, de nuestro siglo XX
conocen bien la ruta al filo del cansancio,
- lágrima a lágrima –
y hacer el amor o dejárnoslo hacer
cumpliendo a veces el rito indispensable.
Dos de cada tres mujeres, hemos levantado banderas
reclamando derechos paralelos y otras tantas
desde la eternidad, nos dan aliento
para seguir empecinadamente hacia delante
apostando siempre al juego limpio,
al desvelo de ser buenas madres
hermanas, compañeras o amantes.
Mujeres de mi siglo y de los otros,
contando cuentos, desovillando lana,
o recibiendo a los recién nacidos.
Perseguidas quemadas o adoradas. Todas, ayer y hoy.
La que resta, aunque privilegiada, más de una vez,
supo que ser mujer suele tener sus trampas.
A todas mi profundo homenaje !.
Este canto reclamando justicia
para aquellas de África o aquellas de la India,
para las musulmanas o sudamericanas;
recordando a las mártires como Juana de Arco
o a las heroicas obreras de New York,
admirando a Teresa de Calcuta, a Rigoberta Menchu
o a Isadora Duncan que bailaba descalza.
A tantas! mi canto fervoroso por los frutos gestados,
que han sido y serán siempre
¡los tercos habitantes de esta tierra! |