¡Qué gracia tienen las calles
de reja, malvón y cal,
esas calles de adoquines
y romance colonial!
Parece que en ellas vive
el tiempo del medio real,
del peinetón con mantilla
y blondas de tafetán.
De miriñaque y levita
por el Recinto al pasar
un "no me olvides" los ojos
trenzaban en su mirar.
Eran magia los pregones
de sandunguero cantar
y derretían las velas
estrellitas de cristal.
Cedulones y fogatas
en la noche de San Juan
y en Viernes Santo los Judas,
¡qué vivo chisporrotear!
Los yimbos y negros viejos
con su ritmo singular
aleteaban los domingos
en borocotó... chas chas.
Y en el Portón de San Pedro
se oía acuchú... chachá,
cuando pasaban mulatas
con sus tinas de lavar.
Cachumbambé en las candelas
de ruda, tambor y sal,
santiguado y amuleto,
y para rey, Baltasar.
Las señoritas y amas
cual botoncitos de azahar
y en el carbón de las caras
la risa "e´sandía calá".
En San Felipe y Santiago,
junto al "río como mar",
parece que ya los siento
en reja, malvón y cal. |