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Sonoro grillo el aljibe
espejando la mañana,
los cántaros van y vienen,
descuelga estrellas el agua.
Hondo brocal de ternura,
azahar en la mirada,
la novia tiembla en el beso
y ríe la luna clara.
¡Bienaventurado el vientre
y los senos de alborada,
los esponsales de lirio
y la tierra constelada!
¡Que sea mujer tu pecho
de cocuyo y lechiguana
y en la rueca de los días
borde pañales la lana!
En el altar florecido
el novio reza y desgrana
un corazón encendido
en una alianza cristiana.
¡Ay, Cándida Díaz Suárez,
ay, Aparicio Saravia!
¿Qué duende asalta los labios
de la boca enamorada?
El Cordobés los recibe
ebrio de paz provinciana
y se fecundan las rosas
en nueve lunas tatuadas.
Y seis varones da el río,
cascabel de los Saravia,
y son seis peces alegres,
seis olas de dura escama.
Cándida vela el sueño,
Aparicio la mañana
y es el amor un cautivo,
entre dos soles, campana. |
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