Francisco Saravia Sylvia Puentes de Oyenard |
Desafiando distancia, pan y olvido. llegaste a nuestra patria y en su cielo —ocultando una lagrima, viajero— clavaste la emoción de tu destino. Yo sé de tu trabajo peregrino, de tu campo, tu casa y tu aleteo, de tu temple, tu trato y el lucero que abrió bajo tu sol nuestro camino. En tu fragua de hombre vio la vida el guerrero leal que nuestra mente bendice con justicia trascendida. Ay, don Chico Saravia, tu simiente ha pulsado con fuerza en nuestro día y en la divisa blanca nuestra suerte. |
“Corren
los años en el pasado lejano y brumoso en el recuerdo. Estamos al filo de la mitad del siglo XIX, muy cerca del 50, año más o menos, Don Chico, apodo del padre del General, cuyo nombre es Francisco Saravia, desde el Brasil se interna en nuestro territorio y sienta sus reales en la Cuchilla Grande, cerca de Santa Clara, unas dos leguas escasas hacia el Norte. El
vecino Estado de Río Grande del Sur vivía el turbión de la Revolución
de los Farrapos y hubo de emigrar ahogado por el clima político, severo y
trágico, donde el derecho era el del más fuerte. Procedía
de Lavras, zona donde aún hoy hay numerosas familias Saraiva, poblado
pequeño cerca de Herval y Caçimbinha, llamado por muchos el Rincón de
los Saraiva, lugar que conocí cuando actué en la Guerra de Río Grande
del Sur en 1923. El
apellido Saravia en portugués, es Saravia en castellano; ese paralelismo
en el apellido se observa también en España y Portugal. En
la cruzada del 23 aludida, conocí a dos hermanos de Don Chico: Benigno y
Cándido; Benigno, de apodo Dadá, también vivió en costas del Cordobés
allá por el 90. Así, pues, el destino con sus imponderables, trajo a Don Chico a Cerro Largo, buscando nuevos horizontes o huyendo de alguna necesidad”. Dr. Nepomuceno Saravia García |
Velay Aparicio Saravia inmortal
Sylvia Puentes de Oyenard
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