¡Dios guarde, noble doncella,
tu piel de oro y tu aliento,
las piedras de tus murallas
y la embriaguez de tu cuerpo,
la puerta por donde Artigas
cruzó en glorioso momento,
pues cumples trescientos años,
Colonia del Sacramento!
Trescientos cantó la noche
y un ángel del firmamento
al aire lanzó campanas
de palomares despiertos.
Trescientos la Catedral
fue desgranando en incienso
y el Fuerte al Molino dijo:
¡Trescientos!, junto al Convento.
El Faro me lo guiño
con un gitano contento,
la calle de los Suspiros
con sus amores abiertos.
De banderillas y toros
el Real fue haciendo un recuento
y trescientos bronces dieron
el prodigio de su acento.
Trescientos dijo Solís
y el lusitano lamento.
y España que te vio niña;
¡Trescientos!, le dijo al tiempo.
Y entonces el Uruguay
se fue gritando en el viento:
¡Trescientos años ya cumple
Colonia del Sacramento!
¡Trescientos de amaneceres
y de jardines sedientos,
trescientos de plata y sol
caracoleando en su puerto!
¡Trescientos, sí, son trescientos,
Colonia del Sacramento!
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