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¿Qué entendemos por literatura infantil? Literatura infantil. Apuntes y reflexiones. |
La Literatura Infantil* es la gran casa hospitalaria a la que concurren libros y autores de diferentes siglos, lugares y corrientes. En sus salones han encontrado sitio volúmenes didácticos, recreativos, historietas, los que sólo han tenido un valor comercial y también aquellos que, sin haber tenido al público menudo por destinatario, fueron adoptados por él. En sus corredores han convivido, entre otros, Donald, Gulliver y Peter Pan, la Cenicienta y Robotobor. Comprende algunas obras que dicen "para niños" y todas aquellas que niños, niñas y jóvenes incorporan a su acervo bibliográfico. En los 70´ la pregunta era: ¿Existe una Literatura Infantil? Hoy no tenemos duda de que está presente, que importa más que sea literatura a que sea infantil, pero se mantienen algunas inquietudes: ¿Es la que escribe el niño? ¿La que el adulto realiza para ese receptor? ¿La que dice "para niños" o la que sin haber estado dedicada a ese público, caso Robinson, Platero y Gulliver, se convirtió en manantial de vivencias para el mismo? De lo expresado surgen las dificultades para una definición correcta, porque si bien la Literatura Infantil se intrinca con la pedagogía, no puede desvincularse de la tradición y menos aún del hecho literario. Con referencia a la obra escrita por los niños, Dora Pastoriza entiende que sólo adquiere interés para lingüistas y sicólogos. Monteiro Lobato no le niega valor, pero la cree irrealizable. Sería ideal, porque es directa, de niño a niño, pero impracticable, porque a ese niño le faltarían el dominio del lenguaje y su sintaxis, así como una perspectiva del arte. Con criterio semiótico diríamos que el niño está en el mundo de la expresión, pero no tiene elementos necesarios para la comunicación: es emisor, tiene posibles receptores, pero no posee el código. Aarón Cupit piensa, sin embargo, que sólo aquellas obras escritas por niños son literatura infantil. Para Croce "la Literatura Infantil no es jamás la que los escritores escriben, sino la que los niños al leer aceptan y hacen propia, la que eligen o pre-eligen." Pero hay que tener cuidado de no extender laxamente este concepto que puede incluir en el grupo obras sin adecuados criterios éticos y estéticos. La Literatura Infantil no puede ceñirse a normas ni limitar la creatividad del autor, pero lo que el niño reciba debe tener valor expresivo y estar redactado de tal forma que autor y lector se encuentren en la magia de la recreación. Lo primordial es que el mensaje tenga valores literarios y no que sea "infantil". Recordemos la anécdota de quien quiso regalar un libro a su nieta y esta exclamó:- Pero, por favor, que no diga "para niños". Abarcar el término nos lleva a centrarnos en la antigua premisa aristotélica, de fácil comprensión: "literatura es el arte de la palabra". Pero toda definición se agota en sus limitaciones, y en este caso está referida al arte y a las cualidades de un objeto que resulta de un trabajo consciente, creativo, que tiene al lenguaje como principal instrumento. Porque también por literatura se entiende la bibliografía sobre un tema, un grupo de obras literarias que corresponden a una época, ciencia o nación ("literatura barroca", "literatura médica", "literatura española", por ej.), un tipo de estudios ("cursos de literatura"), el conjunto de la producción escrita, textos que se destacan por su belleza, obras de ficción, etc. Para el Diccionario de la Real Academia Española (2001) literatura es el arte que emplea como instrumento la palabra. En el Diccionario de uso español de María Moliner literatura es el "arte que emplea como medio de expresión la palabra hablada o escrita». En segundo término refiere al conjunto de obras literarias. En el enfoque contemporáneo, la literatura es un acto comunicativo, lingüístico y literario. Para Rafael Lapesa la literatura comprende "creaciones artísticas expresadas con palabras, aun cuando no se hayan escrito, sino propagado boca a boca". Importante concepto que incluye en el término la tradición oral, que será de gran valor para la literatura infantil, pues agrupa el acervo ancestral trasmitido boca-oreja. Aunque es lógico que no todo lo escrito es literatura, pues debe haber intención, criterio estético, una estructura y adecuado empleo del lenguaje. Cada creador usa el lenguaje con una fórmula diferente para crear su propio estilo y tener validez universal, aún desde su concepción individual. En su etimología literatura significa "letra" (litterae) y recién en el siglo XVIII se aplica al arte del lenguaje, a la actividad del "hombre de letras". El avance de la ciencia implica también que diferenciemos el lenguaje coloquial (que es afectuoso, pero estereotipado y en la actualidad muchas veces –telefonía celular- apela a los acrónimos –v.g. EMHO "en mi humilde opinión"- que lo empobrecen) y el lenguaje científico (que es denotativo, remite a lo que quiere representar, no tiene carga emotiva, sino racional y es monosignificativo). El lenguaje literario es diferente y sus características son:
El mismo término literatura nos remite a diferentes contribuciones y, de todo lo expuesto, podemos rescatar que es el arte de crear belleza a través de la palabra. Y, aunque no poseamos una definición precisa, es el aporte misterioso, intangible, que nos hace la vida más grata, porque –como decía Horacio- es dulce y útil. La opinión de algunos especialistas Desde Venezuela, Efraín Subero confiesa: "Tal vez el primer problema importante que la Literatura Infantil plantea es el de su autonomía. Algunos estudiosos consideran que constituye una rama de la Literatura General mientras que otros -yo entre ellos- creen que constituye una entidad autónoma que tiene sus propios principios, sus proposiciones particulares, sus propias formulaciones técnicas." Fabián Dobles, costarricense, cree que: "... el niño no va al cuento ni a la poesía para aprender nada. Qué sabe él de ética o estética. Va por la necesidad psíquica de aprehender o ser aprehendido por el milagro de lo maravilloso. Va por jugar al sueño: a la hormiguita que habla y llora, al abejoncito que da lecciones vestido de frac, o al duende que, precisamente por no existir, es su misma existencia. Ay de los adultos que no entienden estas realidades y alejen al niño del juego por parecerles una vagabundería, y le economizan los cuentos y las leyendas para que su espíritu no se extravíe. O, por mejor decir, lástima de los niños que caen en manos tan burdas y ciegas, que no comprenden cómo el juego es el artífice de su alma, y el cuento y la poesía infantiles los escultores de su cultura y su sensibilidad." Para el estudioso ecuatoriano Hernán Rodríguez Castelo: "Deberá ser una literatura al alcance de las posibilidades y del pensamiento y el lenguaje del niño -siempre adelantada a pensamiento y lenguaje, para más bien provocarlos que solo complacerlos-; debe ser una literatura con poder de interesar, y, de ser posible, arrastrar al pequeño lector en su vórtice, lo cual solo lo hará si atiende a los intereses de cada nivel de representación del mundo y efectividad; deberá ser una literatura que guste, que deleite -para lo cual habrá de apoyarse en las ricas tendencias lúdicas del niño; en el libérrimo juego de su fantasía: de una fantasía sin reflexión, no instrumentalizada, librada a sí misma-; deberá ser una literatura rica de sugestiones e incitaciones a conocer, a soñar, a buscar, a construir -y para ello cuenta con los poderes de símbolo infantil, así como de sus grandes aperturas hacia un mundo siempre extraño y siempre en trance de descubrimiento." La posición del peruano Jesús Cabel se basa en el contexto histórico-cultural de su región, por eso cree que la Literatura Infantil: "...no será la del que evada o falsifique la realidad sino de aquel que conociendo las comunes contradicciones de nuestra sociedad, penetre, analice y enjuicie las posibles soluciones. En virtud de esto, se entiende que toda obra no solo es el reflejo de dicha realidad, sino el vehículo de ideologías impuestas en esa realidad en constante movimiento, y aún más, su misión no será aquella cuyos objetivos sean puramente recreativos sino la de contribuir eficazmente en el cambio cualitativo de esa sociedad y de desterrar la práctica de la explotación del hombre por el hombre. Resulta absurdo aislar de las relaciones de interacción que existen entre el estadio económico de una sociedad y la superestructura ideológica con sus propias leyes dialécticas al escritor, cuya misión en nuestra época es gravísima, por cuanto deberá responder a las mutaciones, saltos, cambios, etc., ya explícita o implícitamente. Por eso mismo, es necesario un estudio previo de la compleja realidad nacional para poder teorizar y llevar a la praxis la Literatura infantil. Debe considerarse que cuando nos referimos al niño peruano no estamos hablando solo del niño que habita el "paraíso tugurizado" de Lima, sino de aquel que en los lugares más apartados de la patria debe estar formado para la consecuente tarea de edificar un país..." Cabel plantea una realidad que no se limita a un país en vías de desarrollo, consideramos que su defensa es valiente y comprensible. Si bien no estamos de acuerdo con su idea de suprimir los elementos maravillosos de la Literatura Infantil, cada escritor debe conocer la realidad que lo rodea para descubrir los mayores centros de interés de los niños que serán sus destinatarios. La cubana Alga Marina Elizagaray expresa: "Los libros para niños, cuando son buenos, resultan transmisores constantes de todo lo bello, admirable y verdadero que podemos encontrar en el hombre y en su conducta en la vida. Toda literatura de alguna manera implica funciones docentes, que pueden estar implícitas o explícitas, según la intención y el talento del escritor, ya que el arte puede ser considerado de múltiples formas, que van desde un extremo hasta el otro: desde los que sostienen que la obra de arte es fruto del puro ejercicio de la mente del creador, hasta los que afirman que la función única del arte debe ser la de las más rigurosa enseñanza. De hecho la obra de arte, en ese caso la literatura infantil, no es ni lo uno ni lo otro, es más bien una resultante ecléctica de esas posiciones, saturada de complejos matices intermedios." La investigadora argentina Fryda Schultz de Mantovani, con quien tuvimos el privilegio de compartir una mesa redonda, escribe en el Prólogo de uno de sus libros (Nuevas corrientes de la literatura infantil): "La literatura no es más, o no es solamente, el cuento que se narra a los niños, la poesía fácil de memorizar de que echa mano la escuela, o la simple teatralización de episodios y arquetipos cuyo uso y abuso ha pretendido siempre servir de ejemplo moral, histórico, patriótico y todos los etcétera del programa: cosa que a veces logra, cuando no logra centuplicar el tedio. La literatura infantil no es pedagogía. Aunque como todas las expresiones del arte dirigido a los niños tenga que ver, esencialmente, con el hecho pedagógico: es en sí misma un hecho pedagógico. Y no lo es porque se proponga fines de carácter informativo intelectual o de adoctrinamiento moral, sino porque con su arquitectura sin peso, hecha de palabras que configuran imágenes en las que se encarnan actitudes que obedecen a una conducta coherente y como tal se mueven en el panorama siempre vario del mundo, representa para el oyente, espectador o lector niño, su propio ser disparado sobre las cosas, actor o participante él mismo de lo inesperado." Danilo Sánchez Lihon, Director del Instituto Nacional de la Lectura en Perú, asevera en carta enviada en diciembre del 2005: "La literatura infantil, en primer lugar, tiene que ser literatura en el sentido pleno y cabal de lo que se comprende, asume y reconoce como tal. Al decir literatura decimos obra de arte absoluta y acrisolada, de plena realización estética, con una trama auténtica y libre, con una tupida urdimbre en su proeza del lenguaje que lo haga intensa y conmovedora, orientada hacia un fin trascendente, no funcional en razón de otros propósitos, ni utilitaria, sino esencial en sus contenidos. Debido a que la literatura infantil ha sido y es acosada por intenciones diversas que provienen de todas las esferas, que no surgen desde el arte legítimo y esencial, ha estado, está y seguirá estando, muy amenazada en cuanto a su pureza por su falsificación, hasta el punto de habérsele causado gran daño y desprestigio. De allí que quizás como ningún otro campo, o área del arte, la literatura infantil ha tenido que bregar, y lo seguirá haciendo en el futuro, por el reconocimiento de su legitimidad. Y ha sido reconocida definitivamente gracias no sólo a la contundencia de la argumentación a favor de su validez y a la demostración de su raigambre, sino también por su presencia contundente en cuanto ella es un hecho que existe. Su dinámica es innegable como arte superior y acrisolado. Y de modo evidente ella constituye: – Un hecho histórico. – Un hecho social. – Un hecho psicológico. – Un hecho artístico. – Un hecho editorial. Sin embargo, lo trascendente es que la literatura infantil es una actitud frente a los problemas del presente, una manera de vivir la realidad; de ser, de actuar y comprometerse con el mundo". Enzo Petrini, lúcidamente explicita (Estudio Crítico de la Literatura Infantil): "La literatura para la infancia, según las modernas orientaciones de la pedagogía, no puede pues, dejar de estar caracterizada por una validez artística: esto es, ha de ser capaz de satisfacer la fantasía del niño, de crear para él un mundo rico de deleitables posibilidades, de jugos nutritivos, en los cuales, sin embargo, han de estar comprendidos lo intereses morales, sociales y técnicos propios de esta edad, pero transfigurados todos, como aligerados por obra de la fantasía, de tal modo que llegue a un goce que, al menos en parte, sea estético y que en todo caso lo sea en relación con la edad de los niños. Para que un escrito sea clasificado entre la literatura para la infancia no basta con que deleite y empuje hacia el bien, sino que también debe ser capaz de exaltar el sentimiento y la fantasía, de afirmar el gusto: debe ser, en suma, obra de arte." El argentino Juan Carlos Merlo, erudito en la especialidad, afirma: "Con-vivencia" por la simpatía Encuentro en la diversión imaginaria. Comunicación: a través de los mundos nuevos de la palabra y el mito que el creador es capaz de forzar y el niño capaz de servir. Allí nace la "literatura infantil". Donde el autor deja de ser adulto, sin pretender remedar a los niños. Donde se encuentra con una infancia que no es la suya, sino la que ve revoloteando a su alrededor. Allí donde los seres nuevos jóvenes, hablan, viven con el pequeño lector que también está allí entre ellos. Allí nace esta "literatura". Para goce exclusivo de los niños lectores. Nunca para catarsis de adultos escritores." La definición del III Seminario de Literatura Infantil de Córdoba es ajustada: "Literatura Infantil es toda obra concebida o no deliberadamente para los niños, que posea valores éticos y estéticos necesarios para satisfacer sus intereses y necesidades." La literatura infantil también es llamada:
Efraín Subero asevera que no podemos precisar cuándo una literatura deja de ser infantil para convertirse en juvenil, por lo tanto "es preferible llamar Literatura Infantil a toda la que cumple este amplio efecto, porque la Literatura Infantil por sí misma resulta un tanto restrictiva y discriminatoria." Enfatiza que cuando hace esta precisión se refiere a la literatura escrita para los niños y la que ellos adoptaron como tal. Sobre el tópico hay tantas opiniones como denominaciones, en nuestro caso, sostenemos la división de infancia y juventud, pero con el objetivo de facilitar la redacción de este volumen usaremos cualesquiera de las denominaciones que no comprometen en su enunciado un juicio apreciativo sobre la edad del autor (v.g. de los niños, de la juventud). También hay quienes diferencian los adjetivos; infantil para considerar a los educandos desde el período neonatal hasta los diez años; infantil-juvenil para adolescentes de once a catorce años y juvenil para los mayores de ese grupo etario. Entendemos que es difícil poner límites precisos a la evolución sicológica de cada individuo, sí nos interesa destacar el sustantivo literatura, sin el cual no podrán existir los adjetivos. Consideramos que el arte no tiene edad y solo es tal cuando logra conmover al hombre, cualquiera sea su tiempo cronológico. La Literatura Infantil, como toda gran literatura, debe convertir a la palabra en instrumento válido que genere el fenómeno literario. El arte no es un receptáculo de ideas, sino un manantial de expresiones que logra recrear todos los valores de la vida. ¿Qué comprende la literatura infantil? Nos basamos en la propuesta de la Dra. Dora Pastoriza de Etchebarne (El cuento en la literatura infantil, Buenos Aires, Kapelusz, 1962), con el solo objeto de metodizar su estudio, pero la hemos modificado de acuerdo con nuestro criterio:
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(*) -Utilizaremos los términos literatura para niños, niñas y jóvenes y literatura infantil como sinónimos, pero en el entendido que el primero es el más apropiado. Corominas señala que el vocablo "infantil" comenzó a usarse en el S. XII, derivado de la partícula privativa in y fari (del latín hablar). Winnicott también ha establecido que el vocablo infans para designar el período en que el niño no puede establecer comunicación por el lenguaje ("la infancia es la fase superior a la imagen mental de las palabras y al empleo de símbolos verbales", expresa en El proceso de maduración del niño).
Sylvia Puentes de Oyenard
Literatura infantil. Apuntes y reflexiones.
Rumbo editorial, Uruguay, 2006.
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