Siglo XXI  
Drama   
Autor: Ricardo Prieto

A Claudia Pérez

He situado la acción de esta obra en un futuro no tan lejano, lamentablemente, pues ya existen en nuestro planeta innumerables basureros nucleares.  En las últimas décadas se han invertido miles de millones de dólares en 429 centrales nucleares diseminadas por todo el mundo. Si la explosión de Chernobyl afectó directa o indirectamente a nueve millones de personas, los nuevos accidentes podrían acabar con  parte de la humanidad.

 

La población mundial está aumentando aceleradamente y ninguna de nuestras estructuras ecológicas, económicas o políticas pueden enfrentar esta alarmante realidad.

 

Según reputados especialistas, cuatrocientos millones de niños y adolescentes trabajan a la fuerza en todo el mundo. La explotación laboral de menores ya afecta a doscientos millones de niños, según la denuncia de la Organización Internacional del Trabajo (OIT.)

 

Se altera el equilibrio ecológico, se fomentan  genocidios, se invierte una alucinante cantidad de dinero en armamentos, se destinan a experimentos de laboratorio millones de dólares con los que podría socorrerse a los indigentes. Mientras en el mundo subdesarrollado mueren diariamente de hambre miles de niños, en muchos países se tira la comida.

 

 Día a día se acercan dramáticamente el mundo de los que sufren y el mundo de los que lucran con ese sufrimiento, el mundo de los que crean y el mundo de los que destruyen, y es probable que todos tengamos que padecer más tarde o más temprano las consecuencias de tanto egoísmo, tanta imbecilidad y tanta insensatez suicida.

 

Muchos años de trabajo en el campo dramático me han enseñado que las obras teatrales, pueden denunciar, alertar, señalar y ayudar con más efectividad de lo que creemos. Es por ese motivo que, a pesar de haber plasmado en esta pieza una sombría visión del mundo futuro, quise insuflarle también –como contenido recurrente y, al final, revelador- la potencia del amor simbolizado en ese personaje invisible que he denominado Cariño y que no por casualidad es un animal.

 

A él y al insoslayable significado que alberga remito todas mis esperanzas como hombre y como dramaturgo, deseando que la  búsqueda de poder, el materialismo, la apropiación indebida de los bienes universales, las guerras fratricidas, la tecnología y el terrorismo que nos agobian no conviertan al planeta en un infierno. 

 

Personajes: ASANA

                 ORANTES

                   

Porque el mundo está borracho del vino invisible

de su perversa y terrena afición a las cosas.

San Agustín

PRIMERA JORNADA 

 

LA ACCIÓN DE LA OBRA TRANSCURRE A FINES DEL SIGLO XXI, EN UNA MINA DE SAL QUE HA SIDO DURANTE AÑOS BASURERO NUCLEAR.

 

ENTRA ORANTES  EMPUJANDO UN CARRITO LLENO DE INSÓLITOS OBJETOS VIEJOS. SE DETIENE Y MIRA EN DERREDOR SUYO. ES UN HOMBRE JOVEN QUE HA PERDIDO GRAN PARTE  DEL CABELLO Y ALGUNOS DIENTES. TIENE DIFICULTADES PARA VER Y CAMINA CON TORPEZA. HAY UN GRAN PATETISMO EN SU ASPECTO ESCUÁLIDO Y DESOLADO.

 

Orantes: (LLAMANDO.) Cariño....¿Dónde te metiste, viejo? ¿Dónde estás? (LO BUSCA.) Cariño...Cariño...(PAUSA. PERMANECE INMÓVIL. ESTÁ DECEPCIONADO. EMPIEZA A SACAR LOS OBJETOS DEL CARRO Y LOS PONE EN FILA SOBRE UNA PIEDRA.) Ya vendrás, perro hijo de puta.  No te daré comida y recibirás una paliza. (SE SIENTA Y   CONTEMPLA LOS OBJETOS. DE PRONTO TOSE COMPULSIVAMENTE, TRANSPIRA Y SE PASA UN TRAPO POR LA FRENTE. ESTÁ MUY ENFERMO Y SU ORGANISMO SE ENCUENTRA DEBILITADO.

 

ENTRA ASANA. ES UN HOMBRE MADURO, TAN DESARRAPADO COMO ORANTES Y  TAN DELGADO COMO ÉL. TIENE PUESTO  UN GORRO QUE CASI NUNCA SE SACA. SU ASPECTO ES MÁS PATÉTICO QUE EL DE ORANTES: HA PERDIDO  EL CABELLO, TODOS LOS DIENTES Y GRAN PARTE DE LA VISIÓN. CAMINA CON MUCHA DIFICULTAD PORQUE TAMBIÉN ESTÁ MUY ENFERMO. SE SIENTA, EXTRAE UNA BOTELLITA DEL SACO ANDRAJOSO QUE USA, Y BEBE DE ELLA.

 

Asana: Veo que has traído más porquerías.

 

Orantes: Porquería será el que las mira.

 

Asana: No empecemos, Orantes.

 

Orantes: Sí: no empecemos. Porquería es el mundo, y la poca gente que lo habita, y la puta que me parió. Por suerte ella está muerta, como casi toda la humanidad. Y también por suerte veo cómo se pudre todo. Porque porquería, lo que se dice porquería, es la existencia. Mírala: pus y sangre, miedo y robo, piojos y hambre, crimen y muerte. ¡Porquería! ¿Yo traje porquerías? Esas cosas que ves son manjares del cielo. (RÍE.) Del cielo vacío. ¡Fuera, mugre!

 

Asana: ¿A quién ahuyentas?

 

Orantes: A una mosca invisible. Desaparecieron las visibles y quedaron las otras. Desapareció mi mujer pero por ahí hay otras mujeres acechándome y tratando de llevarme al otro lado. Son mujeres locas y enfermas, como todo lo que late en este mundo. Pero están ahí. Y tienen contactos. ¿Sabes qué es un contacto? No, no lo sabes. Un contacto es un puente hacia la escoria y la destrucción. El punto oscuro y carnal del vacío.

 

Asana: Estás loco.

 

Orantes: Sí. Estoy loco. ¿Y tú?

 

                                   PAUSA.

 

Asana: Yo nunca salgo de la mina. Y tú tampoco deberías hacerlo.

 

Orantes: Hago lo que quiero.

 

Asana: Sabes bien que corres peligro.

 

Orantes: Puede ser, aunque sólo veo piedra y piedra y piedra y casas derruidas. A veces descubro una piedra nueva o entro a una casa que conserva el techo intacto, el esqueleto de un hombre o una damajuana de vino vacía. Las cosas duran más que nosotros. ¿No te parece espantoso? (Silencio reflexivo.)  Pero yo nunca me alejo demasiado.

 

Asana: En este mundo todo es demasiado. Ya no hay lugar para los excesos.

 

Orantes: Si me quedo encerrado aquí llegaré a la conclusión de que no estoy vivo.

 

Asana: Esa necesidad de “vida” podría costarte muy cara. Cualquier día de estos van a matarte para comerte.

 

Orantes: Pronto moriré de todos modos. Y tú también.

 

Asana: No quiero pensar en eso.

 

Orantes: Hay que pensar. No hay muerte sin cuerpo y el vacío está hambriento de plenitud. (Breve silencio.) Sí, hay que pensar en la muerte.

 

Asana:  No quiero.

 

Orantes: La muerte es inevitable. La muerte es segura. Y arrasa con todo: hombres, mujeres, niños, gatos, pulgas, seres endemoniados y seres santificados. A veces llego al orgasmo sólo pensando en cómo la muerte destruye todo lo que nos hace daño.

 

Asana: También destruye lo que nos ama. Y nos destruye a nosotros.

 

Orantes: ¿Qué somos nosotros? Basura. Basura. Basura.

 

Asana: (RÍGIDO, CONCENTRADO, PATÉTICO.) No quiero ser basura.

 

Orantes: Lo eres. Pura carroña, pura inmundicia, pura podredumbre.

 

                        PAUSA.                   

 

                        ¿Nunca te has preguntado para qué nacemos?

 

Asana: Sí, pero no hallé ninguna respuesta. Pienso en los miles de millones de seres que vivieron en este planeta y que ya no están y siento vértigo. Es alucinante, Orantes. ¿Qué consuelo puede tener uno cuando piensa en ellos? ¿Y qué les ocurre cuando se van?

 

Orantes: Ninguno de los que se fue volvió para contarlo. Pero yo creo que alguien produjo deliberadamente todo este caos.

 

Asana: Me gustaría conocer a esa persona para molerla a golpes.

 

Orantes: A mí me gustaría conocerla para hacerme amigo de ella.

 

Asana:¿De qué te serviría?

 

Orantes: El acercarse a los poderosos siempre es útil. (BURLÓN.) Por eso estoy aquí contigo.

 

                        PAUSA.

 

Asana: Bien dicho. (SILENCIO.)¿Quieres un cigarro?

 

Orantes: ¿Cigarro ese pedazo de raíz?

 

Asana: Algo es algo. Y dicen que en lo que es “algo” a veces está todo. ¿Qué era una flor? ¿Lo que era o lo que escondía?

 

Orantes: No lo sé.

 

Asana: Yo sí lo sé. Las flores eran la parte del todo que quería ser Todo.

(CON IRONÍA.) Así les fue.

 

Orantes: No te entiendo.

 

Asana: Yo sí me entiendo. Y entiendo más que tú. Lo que parece nunca es. Y tú y yo quizá no existimos. Tampoco la basura nuclear. Es probable que nada exista.

 

Orantes: Eso está por verse.

 

AsanaAsana:  ¿Por verse? Ya se vio. El planeta está casi desierto.

 

                        PAUSA MUY EXTENSA Y DESOLADA.

 

                        ¿No encontraste a Cariño?

 

Orantes: Si lo hubiera encontrado estaría aquí conmigo.

 

Asana: No lo creo. Los perros huyen de la radioactividad como de la peste.

 

Orantes: Ese perro es muy especial: no le teme a nada, sobre todo cuando quiere estar conmigo. Y no cualquiera quiere estar conmigo. Yo soy como la peste. Y él ama la peste.

 

Asana: (AVIESAMENTE.) Por lo visto ahora no la ama. Ni siquiera sé si la quiso alguna vez. Lo trajiste y trataste de retenerlo pero sólo estuvo aquí unas horas.

 

Orantes: La vida es rara. La gente va y viene. Los perros se quedan hasta que se van. Lo inestable fluye. Lo que fluye no va a ningún lado ni viene de ninguna parte. Todo indica que hay un meollo que quizá no está vacío. Puede vivir Cariño en él. O tú o yo.

 

Asana: No seas estúpido. ¿Cómo podría contenernos un meollo? El meollo tiene límites y no puede contener lo infinito. Mis pensamientos, por ejemplo. Se van, se van... El meollo no permitiría que franquearan sus paredes. (SEÑALA SU FRENTE.)  ¿Cómo podría estar en él lo que estuvo aquí?

 

Orantes: Ese es un misterio.

 

Asana: ¿Ahora llamas misterio a lo que es absurdo?

 

Orantes: Llamo misterio a lo que es misterio: tus ojos, tus piernas enclenques, mis costras, tu pus. Y a ese color del cielo. ¿Observaste que la contaminación no lo ha ensuciado?

 

AsanaAsana: (CON ANGUSTIA.) No quiero mirar lo que es hermoso.

 

Orantes: Hay algo hermoso todavía.

 

Asana: No quiero hablar más de eso.

 

                                   PAUSA. SE ACERCA A LOS OBJETOS.

 

                                  ¿Qué hay aquí?

 

Orantes:Seda. (MUESTRA UN LARGO PEDAZO DE SEDA ROJA QUE CONTRASTA CON LOS CENICIENTOS COLORES ESCÉNICOS.) Está rota pero es de verdad.

 

Asana: ¿Seda? ¡Carajo! ¡Sí que es seda! (SE ENVUELVE CON ELLA.) La flaca “condesa” trajo seda. (BURLÓN.) ¡Qué linda está su excelencia! ¿Quiere que la bese? ¡Qué bonita es su cara de tomate! (RIE SONORAMENTE. ORANTES TAMBIÉN RÍE.) ¿Para qué quieres seda, maricón?

 

Orantes: (CON REPENTINA VIOLENCIA.) ¿Así que soy un maricón?

 

Asana: Exactamente. La seda no puede venderse. Por lo tanto la has traído para ti.

 

Orantes: (AMENAZADOR. BAJANDO LA VOZ.) No me insultes.

 

Asana:¡Ladrón hijo de puta! ¿A quién se la has robado?

 

Orantes: Prefiero no hablar. (LLAMA AL PERRO.) Cariño...

 

Asana: Claro: nunca quieres hablar. Vives en mi mansión, devoras mi comida, pasas todo el día robando por ahí y cuando consigues buena mercadería, en lugar de regalármela a mí, que soy el que te protege, la escondes para solazarte tú solo.

 

Orantes: Esta no es una mansión.

 

Asana: ¿Y qué es entonces? ¿Un nido de ratas?

 

Orantes: Tampoco es un nido de ratas.

 

Asana: ¿Así que tampoco es un nido de ratas? (GOLPEANDO SOBRE UNA PIEDRA.) ¿Qué es entonces?

 

Orantes: Un basurero nuclear.

 

Asana: ¿Un basurero nuclear? (RÍE A CARCAJADAS.) ¿Así que es uno de esos siniestros basureros?  Estás loco.

 

Orantes:(CON SADISMO.) Muéstrame los límites de tu mansión: el techo, el piso, las paredes. ¡Vamos, zarrapastroso de mierda!

 

Asana: (CON IRA.) ¿Yo zarrapastroso de mierda?

 

Orantes: (GUARDANDO RÁPIDAMENTE LOS OBJETOS QUE HA TRAÍDO.) Zarrapastroso de mierda. Zarrapastroso de mierda. Zarrapastroso de mierda. (SE SIENTA ENCIMA DE LAS COSAS.)

 

Asana: Estás en mi casa.

 

Orantes: ¡Y dale!

 

Asana: (SE LEVANTA Y CAMINA OSTENTOSAMENTE, CON ÍNFULAS DE GRAN SEÑOR. ES IMPORTANTE SUGERIR LA CRECIENTE LOCURA DE ASANA, QUIEN VIVE EN LA MINA DESDE HACE MÁS TIEMPO QUE ORANTES Y HA SIDO MÁS AFECTADO POR LAS RADIACIONES.) Aquí nací, para que sepas. Aquí me parió mi madre. Y hay un techo. ¿Te atreverías a negarlo? También hay cuadros, ollas y frazadas. Hay hasta teléfono. (SE ACERCA A UN TELÉFONO IMAGINARIO Y DISCA.) ¿Está el dictador, el dueño del planeta? Habla Asana Cascabel Minusválido, el hijo del duque de Dramajodido. (AGUARDA UN INSTANTE.) Hola, Oscurano. Soy yo. ¿Cómo estás? ¿Regresaste de Júpiter? Yo bien, tirando, aunque vivo obsesionado por la comida. Y las radiaciones me están matando. Mis articulaciones se han endurecido. A veces, al despertarme, no puedo moverme. Y otras veces no puedo pensar. Creo que estoy lúcido y, de pronto, una ráfaga negra surca mi mente y veo el abismo. ¿Qué si yo también voy a oponerme a tu régimen? No, querido. Yo nunca me opondré a ti ni a nadie. Por las dudas. Uno nunca sabe. La vida da muchas vueltas: hoy estás muy arriba, mañana puedes estar muy abajo y pasado mañana más arriba que nunca. Tú eres un político y, como buen político, siempre te mantienes a flote. No importa que tus acciones estén muy bajas y que casi todos los sobrevivientes del planeta te odien. No importa que mates, intrigues, mientas, tortures. No importa que devores deliciosos muslos de niños después de haberlos violado. ¿Cómo? ¿Qué no puedes más? ¿Qué te sientes harto? Ya lo sé, querido. No es fácil lidiar con tantos hambrientos, con tantos mutantes genéticos, con tantos homicidas. Pero tú todavía te ves muy bien, eres más seductor que nadie y estás en plena carrera. Y cuando los opositores terminen con tu poder despótico emigrarás definitivamente a Júpiter. Sí, caramelo. Voy a visitarte pronto. Beberemos un poco de sangre humana y nos pondremos a pensar en la forma de neutralizar la agresividad de tanta gente hambrienta, enferma y promiscua. Adiós, corazón. (A ORANTES, QUE LO HA ESTADO CONTEMPLANDO CON EXPRESIÓN ABSORTA Y DESGARRADA.) Tengo teléfono. (ORANTES RÍE ESTÚPIDAMENTE. SU PASTOSA RISA DESCARGA VIOLENCIA CONTENIDA Y ANGUSTIA. DESPUÉS TOSE.) Respóndeme, rufián: ¿tengo o no tengo teléfono?

 

Orantes: (SÁDICAMENTE, CON VOZ NEUTRAL, COMO SI ESTUVIERA EMITIENDO UN INFORME.) Esta es una mina de sal abandonada donde hace años enterraron combustible radioactivo. Aquí nos estamos muriendo los dos, pero es preferible morir en este lugar dentro de cinco o seis meses, a que nos coman vivos los hambrientos que merodean por todos lados. Aquí no hay pasto ni hormigas: sólo hay piedra. Y arriba está el cielo. Hace un calor espantoso y a veces llueve. Y no se encuentra comida por ningún lado. Esta es una parte de la tierra inmunda, desnuda. La cama de piedra está ardiendo y nos hallamos a la intemperie. Tú eres un mendigo, un demente, un hambriento, un condenado como yo. Y somos capaces de matarnos para devorarnos.

 

Asana: ¿Quieres deprimirme?

 

Orantes: Quiero que no fantasees. La locura se está apoderando de ti.

 

Asana: ¿Te atreves a insinuar que estoy loco?

 

Orantes: Estás tan loco como todo el mundo. Yo me he salvado de la locura, por ahora. Pero ya llegará. La locura no faltará a la cita. No se vive en este lugar sin pagar un precio. No se vive en este planeta sin terminar loco. En este mundo o en los otros, la locura es el  hueso siniestro de Dios, el inmundo flujo que late en su esqueleto. (LLAMA.) Cariño...

 

Asana: (EXASPERADO.) ¡Deja de llamar a ese perro! Me pones nervioso.

 

Orantes: Si no tuviera a ese perro renunciaría a la vida.

 

Asana: Ya renunciaste. Todos renunciamos. Somos dos sobrevivientes, dos parias, dos crucificados.

 

Orantes: Yo no. Amo a ese animal, y mientras lo ame no me encontraré a la deriva ni arrastraré una cruz. Viviré incrustado en mi amor como el carozo en el fruto. Y si alguien parte con sus dientes feroces mi pulpa, no podrá despedazarme. Seguiré intacto. Seré eterno gracias al amor que siento por Cariño.

 

Asana: (CON TRISTEZA.) ¿Lo amas más que a mí, verdad?

 

Orantes: Más que a ti.

 

Asana: Yo te amparé.

 

Orantes: Tú me diste un lugar pero él me dio el alma. Y en este mundo sólo el alma puede salvarnos.

 

Asana:  ¿A qué le llama alma un ignorante como tú?

 

Orantes: Soy ignorante pero sé muy bien qué es el amor.

 

Asana: ¿Qué puedes saber tú del amor? Eres un huérfano. No conociste padres ni hermanos y creciste a la deriva, en una casa llena de ratas y de seres deformes. La mujer que te crió robaba dedos en los mercados para alimentarte, y a veces devoraba su propia mierda para saciar el hambre. Tú ya eras un marginal antes de que empezara todo. Y creo que ni siquiera sabes lo que es una caricia.

 

Orantes: (CON MELANCOLÍA.) Tienes razón. No lo sé. Las caricias nunca existieron en la tierra. Pero conozco los ojos de Cariño: él me ama.

 

Asana: (BURLÓN.) Y tú lo amas a él. ¡Linda historia de amor! ¿Sabes una cosa? Creo que eres un zoofílico.

 

Orantes: ¿Qué es eso? Sabes que no tengo instrucción.

 

Asana: Un degenerado.

 

Orantes: No me importan tus insultos.

 

Asana: Ya sé que no te importan. Nada de lo que hago te importa. Sólo te interesa Cariño. Sólo quieres a ese perro sarnoso, como si el amor, que nunca ha existido, pudiera nacer de pronto y clavarse igual que una maldición sobre la mirada de un animal raquítico.

 

Orantes: (SOLLOZANTE, CON LOS BRAZOS ABIERTOS, COMO SI ESTUVIERA CRUCIFICADO.) Cariño...Cariño....Cariño...

 

Asana: (IMITÁNDOLE CON BURLA.) Cariño...Cariño...(ESCUPE DESPECTIVAMENTE. DESPUÉS ABRE LA MOCHILA, EXTRAE DE ELLA VARIOS TRAPOS VIEJOS, LOS EXTIENDE SOBRE EL PISO Y SE ACUESTA A DORMIR.) Hasta mañana.

 

Orantes: (REPITE EN VOZ BAJA, MIMETIZÁNDOSE CON ASANA.) Hasta mañana. Hasta mañana. Hasta mañana. (PAUSA. ORANTES DANZA SIN CAMBIAR LA POSICIÓN DE LOS BRAZOS. SALE, COMO SI VOLARA, BUSCANDO AL PERRO. SE OYEN SUS LLAMADOS FUERA DEL ESCENARIO.) Cariño...Cariño...(PAUSA. IRRUMPE UNA MELODÍA ESCATOLÓGICA. SON BREVES NOTAS ESPACIADAS Y MISTERIOSAS QUE REPRESENTAN LA SOLEDAD CÓSMICA. ORANTES REGRESA Y SE SIENTA AL LADO DE ASANA. TRANSPIRA, TOSE, CONTEMPLA LAS PÚSTULAS QUE LE HAN SALIDO EN LAS MANOS Y EN LOS BRAZOS. DE PRONTO EMITE UN GRITO DESGARRADO Y SE ACUESTA JUNTO A ASANA ABRAZÁNDOLE.)

 

Asana: (APARTÁNDOLE CON VIOLENCIA.) ¿Qué  pasa, reventado? ¿Qué carajo quieres?

 

Orantes: No puedo dormir y no quiero que tú duermas.

 

Asana: ¿Y se puede saber por qué?

 

Orantes: Porque Cariño no regresa y yo decidí irme de este lugar. (CON ESFUERZO.) A una casa.

 

Asana: ¿Pero de qué casa estás hablando, imbécil? ¿Quién puede tener una casa mejor que esta?

 

Orantes: Se terminaron las mentiras, Asana. Si Cariño no vuelve se terminó todo.

 

Asana: ¿Te envalentonó la seda que robaste? ¿Ese trapo de mierda te hizo creer que eres más que yo, que eres más rico y poderoso? ¿Te ha sedado la seda sedosa de la cabrona que te la dio por echarle un polvo?

 

Orantes: Me gustan las casas. Y la seda. 

 

Asana: Eres un desagradecido, un huérfano hijo de puta. Estás sentado en mi suntuoso sillón disfrutando del aire acondicionado. Bebes mi whisky, comes mi caviar y piensas en otros manjares y en otras casas, olvidando que hay seres humanos que están muertos de hambre, que las radiaciones y las hecatombes nucleares los han convertido en monstruos y tienen hijos con tres cabezas y cinco manos. Viven en baldíos, debajo de los puentes, compartiendo la cucha de los pocos perros contaminados que quedan.

 

Orantes: ¿Perros?

 

Asana: Sí, perros. Cariño es un rey al lado de los que andan por ahí. ¡Pensar en irte a otra casa! ¡Resentido! Si te oyera mi madre, que en paz descanse. Nosotros siempre hemos vivido en una casa. Siempre pertenecimos a la clase privilegiada. Mirábamos a la gentuza por encima del hombro y solíamos decir: “Ahí van los parias. Que Dios nos proteja de ellos. Que Dios los ase en su horno. Que nunca se acerquen a nuestros regios aposentos”.

 

Orantes: (CON GANAS DE LLORAR, LLAMANDO EN VOZ BAJA.) Cariño...Cariño....

 

Asana: No sigas llamando a Cariño. No regresará. Es un desagradecido. Y cuanto más lo quieren más remilgado se pone. Sabe hacerse desear.

 

Orantes: Sé que volverá.

 

Asana: ¿Para morderte de nuevo? ¿O ya olvidaste que lo hizo una vez? (LO REMEDA.) Ven, Cariño. Ven, Cariñito. Ven a morderme. Cómeme frito. Destrózame. Mastúrbame. Échame un polvo. Perfúmame. Clava tu puntiagudo hocico en mi culo. (BOSTEZA.) ¿Ves lo que has logrado? Perdí el sueño. Ahora tengo que hacer algo. Cuando uno pierde el sueño se extravía en el largo camino y empieza a preguntarse si hay caminos. Hasta se pregunta si hay dolor. (CAMINA HACIA EL OTRO EXTREMO DEL ESCENARIO.) Voy al escritorio. Y no me molestes. Quiero estudiar matemáticas.

 

Orantes: (IRÓNICO.) El señor va a estudiar matemáticas. Eso está muy bien. La sabiduría sólo es accesible a los privilegiados que pueden dedicarse a buscarla.

 

Asana: Sí, palurdo, has dicho una gran verdad. Después voy a escribirle una carta a Oscurano pidiéndole que se ocupe de una vez por todas de la reorganización de los manicomios. Me molesta que traten tan mal a los locos. Si yo logro que Oscurano haga algo, quedaremos en la historia. Él, por ser el Jefe Supremo; yo, por aconsejarle. Algo tiene que hacer antes de huir a Júpiter. Cualquier hombre debe hacer aunque sólo sea una cosa por los demás antes de morirse. Y los locos me dan mucha lástima. A pesar de que casi todos ellos son tan asesinos como tú y yo.

 

Orantes: ¿Y por qué no le pides a Oscurano que se ocupe del problema de la comida? La gente mata a las mujeres encintas para devorarlas a ellas y a sus fetos.

 

Asana: Oscurano come demasiado. Por eso detesta hablar de comida.

 

Orantes: Oscurano es un cerdo, un  reventado. Oscurano es histérico y depravado, es sucio y marica y se come los mocos llenos de sangre, y se mete los dedos en el culo para embadurnarlos con la mierda que después devora de postre.

 

Asana: No hables así de un gran amigo mío.

 

Orantes: ¿Qué tienes que ver tú con él? Vive en otro planeta, en una fastuosa mansión, rodeado de mujeres, efebos y sirvientes;  se lava en leche de cabra y se coge a todo ser viviente que late a su alrededor. Hasta las moscas son violadas por él. Además come. ¿Sabes lo que significa eso? Degusta manjares.

 

Asana: Ya no hay manjares. Sólo hay pastillas para los ricos y carne humana para los pobres.

 

Orantes: Bueno, degusta pastillas. Es lo mismo. Dicen que las pastillas que sustituyen a la comida tienen un hermoso aroma.

 

Asana: Una vez probé una.

 

Orantes: ¿Cómo era?

 

Asana: Fea.

 

Orantes: Pero tienen vitaminas.

 

Asana: (MIRÁNDOLE CON HAMBRE.) Prefiero la carne.

 

Orantes: No me mires así.

 

Asana: ¿Cómo te miro?

 

Orantes: Tú sabes.

 

Asana: A veces tú también me miras de ese modo.

 

Orantes: Lo sé. Y prefiero olvidarlo. (PAUSA INQUIETANTE. ASANA SE INSTALA EN EL ESCRITORIO IMAGINARIO. ORANTES SE ENGALANA CON EL PEDAZO DE SEDA Y DANZA UN VALS LENTAMENTE, RECREANDO UN CLIMA ROMÁNTICO. REMEDA A UNA DAMA ANTIGUA.) No, gracias caballero. Estoy muy cansada. (SIMULANDO LA VOZ DE UN CABALLERO.) Pero yo quiero bailar, señorita. Usted me agrada mucho. (SIEMPRE IMITANDO A LA DAMA.) Usted, en cambio, me parece un marrano hijo de puta y me desagrada. (IMITANDO AL CABALLERO.) ¿Marrano hijo de puta? ¿Sabe quien soy yo, señorita? (REMEDANDO A LA DAMA.) Sí: un estúpido, un incordio, una acémila. Y ahora voy a bailar sola. (DANZA FRENÉTICAMENTE. DE PRONTO SE DOBLA PORQUE SIENTE UN INTENSO DOLOR Y EMPIEZA A VOMITAR.)

 

Asana: No quiero oír más música, Orantes.

 

Orantes: (CON ANGUSTIA.) Me estoy muriendo.

 

Asana: Para esa música.

 

Orantes: (DESOLADO.) Me estoy muriendo.

 

Asana: ¿Tú muriendo? No sabes lo que dices. Son los otros quienes mueren como chinches. Tú vives y estás junto a mí, y aunque no quieras mirarme, yo existo y valgo más que Cariño.

 

Orantes: Me estoy muriendo.

 

Asana: ¿No me oíste? (ORANTES GRITA DE DOLOR.) ¿Qué te ocurre?

 

Orantes: No es nada. (REPONIÉNDOSE.) Ya desapareció. Sentí un retorcijón en el vientre, y náuseas.

 

Asana: A mí me pasa todos los días. (IMPERATIVO.) Y ahora termina con esa música. Voy  a concentrarme en las ma-te-má-ti-cas.

 

Orantes: ¿Ah sí? Debe ser un placer. (SE ACERCA AMENAZADORAMENTE.) Cuántos libros. Qué habitación tan fresca. Qué lindo escritorio. Qué hermosos números alargados. ¿Qué es eso? ¿Un dos? No. ¿Un tres? ¿O un cinco por seis? ¿O una mentira por una puñalada? (LO GOLPEA CON IRA. ASANA SE DEJA CASTIGAR SUMISAMENTE.) ¡A mí no me des órdenes! ¡A mí no me des órdenes!

 

Asana: Sólo te pedí que bajaras el volumen.

 

Orantes: ¡No puedo bajar el volumen! ¡Tampoco quiero! Tengo hambre. (CON ANGUSTIA.) Me duele todo el cuerpo. Estoy muerto de calor y ya no veo casi. Voy a quedarme ciego. 

 

Asana: ¿Qué tiene que ver el calor que sientes con el volumen de la música? 

 

Orantes: Todo está relacionado, conde. En el universo hay un gran orden incomprensible y cada parte corresponde a otra parte. Si hace calor quiero sentir frío. Si me excito pienso en un par de tetas. Si me pegan quiero ser amado. Si soy amado quiero sufrir. Si siento hambre pego. ¿A quién? Al que no me trajo comida.

 

Asana: ¿Y por qué tengo que darte comida?

 

Orantes: Porque estoy en tu casa. ¿No es así como llamas a este basurero?

 

Asana: Dame la seda y te daré comida.

 

Orantes: No, Asana.

 

Asana: Quiero algo tuyo: tu piel, tu alma, tu mugre. Dame algo. (DESOLADO.) No puedo soportar que te desentiendas de mí, que no me ames, que idolatres a Cariño. ¡Vamos! ¡Dame algo!

 

Orantes: No, Asana.

 

Asana: Entonces comeré tus excrementos.

 

 

Orantes: De ningún modo: los guardo para mí.

 

Asana: El calmar el hambre de otro ser humano debería ser un placer. Bien vale la pena renunciar por él a toda esa porquería. Pero eres un egoísta. Te comes las pústulas de noche, cuando estoy durmiendo, y el alma te la guardas, y el amor también.

 

Orantes: Como se ve que eres amigo de Oscurano.

 

Asana: ¿Qué tiene que ver Oscurano con esto?

 

Orantes: Él quiere vernos morir de hambre. Pero lograremos destruirlo. (TOMA EL TELÉFONO IMAGINARIO.) ¿Aló? Soy Orantes, el amigo de Asana. Quiero hablar con el dictador. (PAUSITA.) Hola, Bestia. Tengo hambre. (EN CRESCENDO, GRITANDO.) Tengo hambre. Tengo hambre. Tengo hambre. (EMPIEZA A DANZAR DE MANERA DEMENCIAL. DE PRONTO GRITA DESGARRADAMENTE.) ¡Cariño! (PAUSA EXTENSA. SOLLOZA. SE OYEN INQUIETANTES SONIDOS ESPACIADOS.)

 

Asana:¿Lloras? Estás muy enfermo, Orantes. No sé qué va a ser de ti. (SILENCIO.) No me gusta que desobedezcas mis órdenes. Tampoco me agrada tu agresividad. ¿Quién eres tú para golpearme? Estoy cansado de tus depresiones, de tus protestas, de tus desplantes, de tu morbosidad, de tu ira. (OTRO SILENCIO.) Deja de llorar. Me pones nervioso. La vida en común es una pesadilla. Te saqué de la calle, donde robabas y matabas y donde estuvieron a punto de asesinarte para engullirte, y te di un hogar, estatus, seguridad. Todo a cambio de nada. ¿Qué me diste tú a mí? Odio. Odio y más odio, envidia y desamor. Ni siquiera me has permitido que acariciara a Cariño, pues cuando intenté hacerlo me golpeaste. Tampoco me permitiste que te acariciara a ti. Todos necesitamos caricias, Orantes, y no se acaricia a un perro mientras el ser que está a tu lado se encuentra solo y deprimido. 

 

Orantes: (RETRAÍDO, RÍGIDO, PATÉTICO.) Ca-ri-ño.

 

Asana: Pero esto se está volviendo intolerable. Te has descontrolado. Transformaste mi hogar en un manicomio. Mi casa está invadida. Traes tus amigotes a bailar y ni siquiera me los presentas. Pones la música a todo volumen. Lloras. Gritas y jadeas. Hasta te masturbas sin pudor. 

 

Orantes: (SIEMPRE PATÉTICO.) Cariño, ven, Cariño. Ayúdame. Sálvame. Quieren poseerme, quieren aniquilarme y convertirme en una ínfima partícula invisible. (CON ANGUSTIA.) La invisibilidad me causa pavor. ¡Ayúdame!

 

Asana: (COMO SI NO LO HUBIERA OÍDO.) Ni siquiera sé quienes son tus amigos, aunque sospecho a qué se dedican: son traficantes de comida, asesinos, ladrones como tú. Alcanza con verles las caras. ¿Por qué los traes a mi casa? Te pedí cien mil veces que no lo hagas, sobre todo a la hora de estudiar.

 

Orantes: (CON DESESPERACIÓN.) Estoy perdido.

 

Asana: También te he suplicado que valores las columnas de mármol, las estatuas, las alfombras. Pero no hay caso. Sigues creyendo que estás en un desierto y quieres que yo también lo crea.

 

Orantes: (SIN GRITAR.) Estoy muerto.

 

Asana: No voy a tolerar más todo esto. Es una cuestión de principios. Esta es mi casa y es como yo la veo. Aquí no hace calor, nadie tiene hambre y estamos protegidos de la envalentonada ira cósmica que destruye todo lo que vive.

 

Orantes: ¿Dónde está Cariño entonces? Tú lo sabes, estoy seguro. (SE ABALANZA CON IRA SOBRE ÉL.) ¡Lo mataste, basura! (GOLPEÁNDOLE.) ¡Lo odiabas porque yo lo amo! ¡Por eso lo destruiste!

 

Asana: (DEFENDIÉNDOSE.) ¡Calma, bestia! Calma. (LO PARALIZA.) ¿O quieres que te desnuque? (TENSO SILENCIO.) Ahora pídeme perdón.

 

Orantes: No quiero pedir perdón.

 

Asana: (CON FURIA.) ¡Hazlo o te mataré!

 

Orantes: (CON PÁNICO, HUMILDAD Y DESESPERACIÓN.) Pido perdón, Conde. Te ruego que me disculpes, majestad. No me mates, no me comas. No quiero estar en tu estómago, me asustan tus intestinos, me da asco transformarme en bosta. Si me transformo en mierda seré mucho menos que ahora. 

 

Asana: (SOLTÁNDOLE.) Entonces no me exasperes más preguntando dónde está Cariño. Ya te he dicho que no lo sé. Los perros van y vienen y no se quedan nunca. Tienen mil dueños, viven en mil mansiones. Nadie podría retenerlos en un lugar como este. Captan los fluidos negativos y el peligro y se alejan de la basura nuclear. (ORANTES LAGRIMEA DE NUEVO.) Lloras otra vez. Esto sí que es gracioso. Toda la gente es igual: cuanto más tiene más se deprime. Pero yo soy todo lo contrario. Vivo dando gracias por lo que he recibido: a Oscurano, a la humanidad, al Diablo y a Dios. Por que yo, por las dudas, trato de estar bien con todo el mundo. Además soy muy macho y nunca lloro. Ni siquiera la última hecatombe nuclear pudo conmigo. Ni la persecución de la manada de hambrientos que querían comerme vivo. A pesar de ser millonario, yo nunca huí hacia otros planetas. En Mercurio, por ejemplo, tengo dos mansiones, setenta mutantes y cinco mujeres.

 

Orantes: (CON ODIO.) Mentiras, sucias mentiras.

 

Asana: En esta casa siempre hay carne, Orantes. Y me molesta que seas capaz de llamar a Oscurano para decirle que tienes hambre. También me desagrada que sigas afirmando que soy un mentiroso. Algún día voy a matarte por decir eso.

 

Orantes: No te atreverías.

 

Asana: Sí que me atreveré, ya lo verás, y después te comeré asado. (SE DIRIGE HACIA EL HUECO DE UNA PIEDRA.) Ahora voy a servirte un bife para que no sigas urdiendo historias sobre el hambre y el desamparo. Voy a cocinar. Y no te vayas.

 

Orantes: Si hay comida no me iré.

 

Asana: ¡Qué planeta! Todo el mundo vive quejándose. Los que sufren carencias, que son la mayoría, se quejan pero no trabajan. Los que nadamos en la abundancia, que por suerte somos muy pocos, nos quejamos porque estamos aburridos. Los otros,  quizá porque viven preguntándose cuál es el significado de todo,   protestan porque están condenados. Son tan ignorantes que creen en la condena y en la salvación, a pesar de que viven en un universo que existe brutalmente, porque sí, de espaldas a la ternura y a la expiación Pero tú no vas a quejarte más. (LE TIRA UN MINÚSCULO TROZO DE CARNE.) Ahí tienes: esa es comida, y de la buena.

 

Orantes: (MIENTRAS COME VORAZMENTE.) La última vez que vi carne fue hace un año, cuando un amigo y yo matamos a un niño para comerlo. Lo estábamos asando y apareció una bandada de hambrientos que se lo devoró. Sólo nos dieron un pedazo de muslo. (SATISFECHO, DESPUÉS DE HABER SABOREADO LA CARNE CON FRUICIÓN.) Muy rica. Fue una especie de festín. Quiero más. (SE ABALANZA SOBRE ASANA.) ¡Quiero más! ¡Quiero más!     

 

Asana: Calma, bestia. Paso a paso. Tu amigo es un buen cocinero y te dará más. (SOLEMNE PERO BURLÓN.)  Tu amigo es un demiurgo inspirado por los Dioses tenebrosos que dejan caer el polen de la muerte sobre las bocas hambrientas. (MOSTRÁNDOLE EL TROZO DE CARNE.) Mira qué pedazo de lomo (ORANTES INTENTA APODERARSE DE LA COMIDA. ASANA LO PATEA.) Ten paciencia, niño. Primero hay que contemplarla y deleitarse con su aroma. Mira qué pulpa. Observa el color. Huele. (ORANTES INTENTA ACERCARSE DE NUEVO PERO ASANA LO OBLIGA A RETROCEDER. AQUEL ESTÁ DESESPERADO, PUES EL HAMBRE LO DESCONTROLA. ES NECESARIO ACENTUAR EL JUEGO SÁDICO DE ASANA.) Soy un cocinero de nivel internacional. En el siglo veinte, cuando el planeta era más o menos habitable, mi talento me hubiera hecho rico y famoso. ¿Pero qué importan ahora las esplendorosas historias del pasado?(ORANTES CONTEMPLA LA CARNE CON HORRIBLE PATETISMO.) En un siglo en que el hombre se come al hombre, puedo invitar a mi querido amigo con un delicioso trozo de lomo para que no tenga más hambre y comprenda de una vez por todas que está en mi casa, en la mansión de un gran señor. (LE ACERCA LA CARNE, PERO LA ALEJA RÁPIDAMENTE CUANDO ORANTES SE ABALANZA SOBRE ELLA.) ¿Qué pasa? ¿Por qué miras el techo? ¿No te gusta esa araña de cristal?

 

Orantes: Aquí no hay techo. Sólo veo el cielo.

 

Asana: (AMENAZADOR.) Si no ves la araña no voy a darte carne.

 

Orantes: (SUPLICANTE.) Dame mi carne, por favor. Dame cualquier carne, aunque sólo sea la mía.

 

Asana: ¿Quieres que te mate?

 

Orantes: ¡Sí! ¡Quiero comer!

 

Asana: (SIEMPRE CON SADISMO.) ¿Qué viste? ¿El cielo? ¿O el techo de mi palacio con su araña de cristal?

 

Orantes: Vi  la araña de cristal.

 

Asana: ¿Cómo es?

 

Orantes: Hermosa.

 

Asana: ¿Más hermosa que este pedazo de carne?

 

Orantes: La carne es más hermosa que todo.

 

Asana: ¿Estás seguro? Mi araña es muy hermosa. Nada puede comparársele.

 

Orantes: (SOMETIÉNDOSE.)Sí, sí. Es muy hermosa. Lo más hermoso, lo más sublime. Veo los caireles, veo el brillo, veo el esplendor. Y a través de ella también veo el esplendor del verano. La vida dejó de ser una herida interminable. La vida es una fiesta.(CON FEROCIDAD.) ¡Dame esa carne!

 

Asana: (LE TIRA LA CARNE.) Toma. (ORANTES COME CON IMPRESIONANTE VORACIDAD. PAUSA.) Qué modales. ¿Cuál será tu problema psíquico? Hace un rato no quisiste aceptar mi invitación para comer en el restaurante más fino de la ciudad y ahora te desesperas por un ínfimo trozo de lomo. ¿Es verdad que sigues con hambre? ¿O estás fingiendo? (BREVE SILENCIO.)No: nadie puede comer simulando de ese modo. Nadie puede remedar los gestos que provienen del instinto. A ti te gusta comer, por lo visto. Por eso devoras el alimento como un animal. Es una lástima haber perdido el refinamiento y parecer uno de los miles de hambrientos que pululan en este planeta. (PAUSITA. LO OBSERVA.) No golpees los cubiertos, bestia. No cortes trozos tan grandes, animal. No inclines la cabeza y levanta más la mano que sostiene el tenedor, cretino. Mastica lentamente, reventado. Mueve el brazo con delicadeza, criminal.

 

Orantes: (DESPUÉS DE HABER ENGULLIDO BESTIALMENTE.) ¿De dónde sacaste esta comida?

 

Asana: ¿Así que eso es lo único que te importa? ¿Quieres saber si hoy me fue bien o me fue mal? ¿Si maté o no maté? En lugar de agradecerme el manjar me envidias porque pude dártelo. En lugar de agradecerle la ofrenda a Dios te preguntas de dónde viene Dios. En lugar de transfigurarte en la hostia me interrogas sobre la indescifrable sustancia que la constituye. (CON PENA FINGIDA.) Qué desagradecido es el ser humano. Qué torpe e imbécil. No es casual que nos hayan legado un mundo tan hermoso y que lo hayamos convertido en un estercolero. Pero voy a decirte una cosa: siempre me va bien. Siempre.

 

Orantes: ¿Por qué pedir cosas para el trueque si te fue bien?

 

Asana: (CON INDIGNACIÓN.) ¿Yo te pedí algo? ¿Yo, que soy un potentado?

 

Orantes: Hoy de mañana, antes de irte, me dijiste que querías mi peine para cambiarlo por un poco de comida.

 

Asana: (CON FINGIDO ASOMBRO.) ¿Alguien usa peines todavía?

 

Orantes: Todo vale. Ayer me corté las uñas y se las canjeé a una vieja por la seda. Se las comió en el acto, temerosa de que yo me arrepintiera. ¿De dónde sacaste esa carne?

 

Asana: (BURLÓN.) Retiré dinero de mi cuenta bancaria.

 

Orantes: (CON FURIA.) ¡No hay más bancos! ¡No hay más casas! ¡No hay más fiestas! ¡No hay más placer! ¡No hay nada en este maldito mundo! ¡Y quiero saber cómo hiciste para conseguir esa comida!

 

Asana: Calma, Orantes.

 

Orantes: (VOMITA.) ¡Qué inmundicia!

 

Asana: (CON ASCO.) ¡Y todavía se da el lujo de vomitar sobre la alfombra de mi salón lo que otros hubieran deseado comer! ¡Qué injusticias hay en este mundo! (ORANTES SIGUE VOMITANDO. ASANA SE ABALANZA SOBRE LA MATERIA EXPULSADA. PELEAN PARA COMERLA. VENCE ORANTES, QUE ENGULLE LO QUE ACABABA DE EXPELER. ASANA LO MIRA CON ENVIDIA.)

 

Orantes: ¿De dónde sacaste esta comida de mierda?

 

Asana:  Si fuera comida de mierda no la habrías comido otra vez.

 

Orantes: (EXASPERADO.) ¿De dónde la sacaste?

 

Asana: Esas preguntas no se hacen más. Todo lo que existe en este mundo proviene de la sustancia oscura, pútrida e incomprensible que sólo genera destrucción. Esa sustancia borra los lugares, aniquila las pretensiones, difumina las formas, arranca de cuajo la esperanza humana y la hace flamear como una bandera sobre las cimas de la muerte. La sustancia es un abismo y es preferible no acercarse a ella; tampoco es conveniente preguntarse de dónde viene, porque el origen de todo lo que llega a nosotros es incomprensible y pavoroso. Pero no es el Mal; si el Mal fuera una sustancia sería como el Bien. Ya no es posible saber nada sobre el origen de las cosas.

 

Orantes: Esa carne era veneno puro.

 

Asana: La vida es veneno puro. 

 

Orantes: La vida es hermosa.

 

Asana: Estás loco. 

 

Orantes: No. No estoy loco: me gusta vivir.

 

Asana: Tú estás más loco que yo, que Oscurano y que los pocos desahuciados que quedan. ¿Qué es lo que te gusta de la vida?

 

Orantes: Mis manos, por ejemplo. Míralas: son hermosas.

 

Asana: Tienen pústulas.

 

Orantes: No por culpa mía.

 

Asana: Pero las tienen.

 

Orantes: Además tengo ojos para ver.

 

Asana: Pronto estarás ciego y no podrás ver nada.

 

Orantes: Seguiré sintiendo e imaginando. Eso también es hermoso.

 

Asana: ¿Qué sentirás? ¿El odio que nos corroe? 

 

Orantes: El amor de Cariño. Eso existe y es indestructible.

 

Asana:(CON PENA.) Pobre Orantes. Pobre Cariño. Pobre hombre. Pobre niño. Pobre mujer. Pobre amor. Puta madre. (PAUSA EXTENSA. LA LUZ EMPIEZA A DECLINAR LENTAMENTE.) Me voy.

 

Orantes: ¿Adónde?

 

Asana: Al sueño. Es el mejor lugar. En él uno se olvida de los estúpidos desagradecidos como tú. Uno se olvida de todo, también del horror que nos rodea. (SE ACUESTA.)

 

Orantes: (CON ANGUSTIA.) No quiero que duermas.

 

Asana: Necesito dormir.

 

Orantes: (DESOLADO.) Vamos a buscar a Cariño.

 

Asana: Cuando no lo busques vendrá. Esa es la ley de la vida. Las cosas están fuera de uno para que las deseemos y las busquemos. Pero cuando vamos hacia ellas desaparecen, se esfuman como el viento, nadie las puede apresar. Somos viento que corre tras el viento, y  todo es inútil. Vivimos arrodillados ante las fuerzas que nos trituran. (CIERRA LOS OJOS.) Hasta luego.

 

Orantes: (GRITANDO.) ¡No me dejes solo! ¡La carne era una bazofia! ¡Estaba podrida!

 

Asana: (CON VOZ MUY DÉBIL, SIN ABRIR LOS OJOS.) Déjame irme. (LA LUZ SIGUE DECLINANDO. SE OYE UNA INMENSA EXPLOSIÓN Y EL CIELO ES SURCADO POR RÁFAGAS ROJIZAS. UNA NAVE ESPACIAL SE ELEVA ESTENTÓREAMENTE.)

 

Orantes: (MIRANDO EL CIELO.) Otra más. (TOMA LA SEDA, SE ENVUELVE CON ELLA Y SE SIENTA.) Cariño...Cariño...(HAY UN SILENCIO. LA LUZ CONTINÚA CAYENDO. ORANTES EMPIEZA A SILBAR CON DIFICULTAD PARA AHUYENTAR EL SILENCIO. LA OSCURIDAD BORRA SU ROSTRO ANGUSTIADO.)

 

SEGUNDA JORNADA

 

LA ACCIÓN TRANSCURRE EN EL MISMO LUGAR. AMANECE. ORANTES ESTÁ SENTADO Y HABLANDO EN VOZ BAJA. ASANA EMPIEZA A DESPERTARSE DESPUÉS DE HABER DORMIDO PROFUNDAMENTE. INTENTA LEVANTARSE PERO NO PUEDE.

 

Asana: Ayúdame, Orantes. No puedo moverme.

 

Orantes: Te duermes, me dejas solo y ahora quieres que te ayude.

 

Asana: Cada día me resulta más difícil levantarme. Muy pronto quedaré duro como una tabla.

 

Orantes: Yo también. Las radiaciones concentradas en este lugar nos están matando. (TOMA A ASANA DEL BRAZO E INTENTA LEVANTARLO.) El flujo innombrable nos destruye y no sabemos dónde pedir socorro. Pronto no podremos emitir las palabras y el silencio y la inmovilidad absoluta caerán sobre nosotros. Cuando se mueran las palabras conoceremos  el aislamiento definitivo, que es la peor de las muertes.  Las palabras son la carne del meollo, el único puente hacia todo lo que existe.

 

Asana: ¡No filosofes tanto y ayúdame, necio! (ORANTES LO AYUDA.) ¡No aprietes tanto! ¡Me duele!

 

Orantes: La vida es dolor. Tú me lo enseñaste.

 

Asana: (SUFRIENDO.) Dios mío...

 

Orantes: ¡Dios! Quisiera saber dónde estaba Dios cuando empezó todo esto.

 

Asana: Mira mis manos: están llenas de grietas que empiezan a sangrar. Y cada día que pasa veo menos.

 

Orantes: Mis manos también sangran. (UN SILENCIO.) La vida es dura. (OTRO SILENCIO.) Quisiera irme hacia el Norte. Allí el planeta está menos recalentado y podría hacer una guarida cavando.

 

Asana: Sabes bien que eso no es posible. Si nos alejamos mucho de este lugar nos comerán vivos. Y aquí no pueden cazarnos.

 

Orantes: ¿Por qué estás tan seguro?

 

Asana: Porque esta es mi casa.

 

Orantes: No sigas mintiendo. Todo el mundo sabe lo que es esto, por eso no viene nadie. Ya te he dicho que hace muchos años quemaron uranio en el corazón de las centrales nucleares y el combustible irradiado poseía un nivel de radiactividad muy peligroso. Por eso lo almacenaron enterrándolo en minas abandonadas. Esta es una de ellas.

 

Asana: (CON IRA.) ¡Eres tú el que miente! Esta es mi casa.

 

Orantes: Esa es una burda patraña, el invento de un loco, una historia inmunda. Y me tienes harto.

 

Asana: No te enojes, Orantes. Estamos solos y debemos sobrevivir. Es absurdo que nos peleemos tú y yo.

 

Orantes: Está bien. No voy a pelear más contigo.

 

Asana: Ayúdame a controlar mi mente. A veces no sé lo que digo.

 

Orantes: Ese es un efecto que producen las radiaciones. Hace más tiempo que yo que vives aquí. Pronto me pasará lo mismo. (PAUSA. CANTA DULCEMENTE.)

El amor no tiene edad,

la pasión no tiene nombre.

En la locura de amar

siempre se esconde

 

un significado oculto

difícil de discernir.

Y es mentira que vivir

es posible sin pedirle

a la vida amor amado.

 

Cuando viene, inesperado,

el amor se vuelve fuerte,

y es más sabio que la vida

y es más grande que la muerte.

¿Te gustó? Yo escribí la letra y compuse la música.

 

                        UN SILENCIO.

 

                        Siempre quise ser cantor, Asana.

 

Asana: ¿De qué te hubiera servido? Ya nadie escucha canciones.

Por desgracia para mí,

canta Orantes persistente

lo que nunca quiero oír.

Orantes: Te salió un verso.

 

Asana: Quizá porque yo hubiera querido ser poeta. Sí, ya sé. Tampoco se escriben poemas ahora. Pero yo tengo el verso en la sangre.

 

Orantes: El ser poeta en este mundo lleno de tumbas es una maldición. ¿Quién podría alabar el cielo si lo mira con envidia?

 

Asana: A mí la poesía me consuela.

 

Orantes: (IRÓNICO.) ¿Hay algo que te consuela? Ahora sí creo que eres privilegiado, un gran señor que desciende de la realeza cretina que reinó en esta puta tierra.

 

Asana: Tú también me consuelas: no podría vivir sin ti.

 

Orantes: Odio el amor de los seres humanos. Odio sus jetas llenas de baba mirándose con deseo. (PAUSA. SE INSTAURA UN CLIMA MELANCÓLICO.)

 

Asana: ¿Dónde estás?

 

Orantes: Aquí, a tu lado.

 

Asana: Sólo veo tu sombra.

 

Orantes: Yo también sólo veo la tuya.

 

Asana: No me lo dijiste.

 

Orantes: ¿Para qué iba a decírtelo? (PAUSA.) Si no se puede ir hacia el Norte quisiera ir hacia el Sur.

 

Asana: Ya te dije que no es posible ir hacia ningún lado. Desde el Norte salen las naves que llevan a los poderosos hacia otros planetas, y en el Sur están los grandes mataderos. Son territorios cercados y los guardias que los custodian nos comerían vivos.

 

Orantes: Hay que ir hacia algún lugar.

 

Asana: Los lugares perdieron su sitio. Ya nada tiene límites.

 

Orantes: ¿Estamos viviendo en una especie de infinito? Eso es una paradoja.

 

Asana: Lo infinito es más pequeño que un grano, y uno se asfixia en él.

 

Orantes: Entonces quiero partir hacia lo finito.

 

Asana: Ya te dije que no hay límites: los planos se imbrican y la magnitud cabe en una hoja que se disgrega por la voluntad ciega y brutal del universo.

 

Orantes: Pero hoy tendremos que movernos. Necesitamos comida.

 

Asana: Quisiera no pensar en eso. Me duele el estómago de hambre. Te di la última comida que nos quedaba.

 

Orantes: ¿Estás arrepentido?

 

Asana: Hice lo justo. ¿No compartimos acaso el hambre y el dolor?

 

Orantes: Cuando me maltratas parezco tu enemigo, sin embargo.

 

Asana: Tú también me maltratas, y amas más a ese perro que a mí.

 

Orantes: El convivir no es fácil y los animales no protestan. Los insultas y se apiadan de ti. Los violas y siguen venerándote. Los desuellas y te miran con piedad.

 

Asana: La casa es grande.

 

Orantes:¡Y dale con la casa! Estaba hablando de otra cosa.

 

Asana: (MOLESTO.) ¡La casa, sí! ¡La casa! Respeta mi obsesión.

 

Asana: Un mafioso poderoso

           o un desgraciado

           desesperado.

 

PAUSA EXTENSA. ORANTES MIRA EL CIELO CON ANGUSTIA.

 

Orantes: Pensar que hace apenas cien años en un lugar como este la gente podía conseguir una gallina, matarla y comerla.

 

Asana: Ahora nos matan a nosotros, que también somos animales  y carroñas. Si nos abrieran a la mitad espantaríamos hasta a las moscas. ¿Te has puesto a pensar que estamos llenos de inmundicia? ¿Y que cuando un hombre ama a una hermosa mujer, a su hijo o a un perro ama una bolsa que sólo contiene vísceras y excrementos?

 

Orantes: Sé bien lo que somos: hace días que sangro por el ano.

 

Asana: Yo sangro por la nariz y por el ano desde hace varios meses.

 

Orantes: No me lo dijiste.

 

Asana: Hay varias cosas que nunca digo: sangran mis uñas, mi mierda es verde, el ombligo ha desaparecido, mi pene se ha convertido en un alfiler.

 

Orantes: ¡No me angusties!

 

Asana: (LO REMEDA.) ¡No me angusties! Maricón. Hay que vivir en medio de la angustia. Siempre hubo que hacerlo. ¿O crees que los que vivían en otros siglos disfrutaron más que tú y yo? Todos los seres que anduvieron por este planeta nacieron llorando y murieron gritando. (PAUSA EXTENSA.)

 

Orantes: Siento mucho calor, Asana.

 

Asana: Yo también. Me estoy asando. Vamos a morir achicharrados. (CANTA.)

           Achicharrados y maniatados por el Diablo,

           inclinados ante la enigmática imagen del Señor

           y sumidos en el fulgor de su hacha,

           ya no veremos rodar nuestras cabezas

           y ni el mar ni la luz del día existirán

           para quienes sean desterrados a este planeta.

 

                        PAUSA.

                       

              Habría que dormir.

 

Orantes: No puedo dormir. Cariño está perdido y sé que me está buscando. Quizá lo mataron.

 

Asana: Si lo mataron está muerto. Pero tú y yo estamos vivos.

 

Orantes: No sé si la vida vale más que la muerte.

 

Asana: Todo es lo mismo. Vamos, hazme caso y  vete a la cama.

 

Orantes: ¡No insistas! No pienso dormir. No quiero perderme en esos sueños que son como el comienzo del fin. Cuando duermes empiezas a morir. (PAUSA. SE OYE EL ESTRÉPITO DE OTRA NAVE ESPACIAL QUE ASCIENDE.) Otra nave que se va.

 

Asana: (CANTA.) Por la luz se va una nave

                        a copular con el aire.

                        Perfora el vientre del cielo

                        con su pene volador.

 

                        (UN SILENCIO.)

 

Orantes: En el aire sobra el espacio. (ASANA RÍE.) ¿De qué te ríes?

 

Asana: Me gustó eso. (REPITE.) En el aire sobra el espacio.

 

Orantes: El aire es el aire.

 

Asana: El aire es grande, puro, incesante e indestructible. Y por el aire descendemos nosotros. Nos expele el gran intestino de Dios.

 

Orantes: Si ese intestino no fuera grande no habría tantos problemas. (HACE ARCADAS.)

 

Asana: ¿Qué  pasa? (ORANTES VOMITA Y DEVORA CON AVIDEZ LA MATERIA QUE EXPULSA.) ¡No me dejaste nada a mí, basura! ¡Ayer hiciste lo mismo!

 

Orantes: Lo mío es mío.

 

Asana: Si lo mío fuera sólo mío te habría echado a patadas de aquí.

 

Orantes: Este lugar es de todos.

 

Asana: ¿Mi casa de todos?

 

ORANTES HACE NUEVAS ARCADAS. ASANA SE ACERCA Y SE PONE DE RODILLAS FRENTE A ÉL ESPERANDO QUE VOMITE.)

 

Orantes: Ya no sale más nada.

 

Asana: ¡Inmundicia!

 

Orantes: ¡No me insultes!

 

Asana: (SUPLICANTE.) Perdóname.  (CON AMOR.) No quiero perderte.

 

Orantes: Eso es mentira.

 

Asana: No. No es mentira. (PATÉTICO.) Te necesito más que nunca. (SE AHOGA, RESPIRA MAL.) No puedo respirar...

 

Orantes: Yo tampoco.

 

PAUSA EXTENSA. LA LUZ SE TORNA TENEBROSA. ESTÁN INMÓVILES, SUMIDOS EN ABSOLUTA SOLEDAD, Y ESPERAN CONSTERNADOS Y EN SILENCIO.)

 

Asana: (LEVANTÁNDOSE CON DIFICULTAD.) Y ahora, después de haber degustado un buen vómito, vamos a mear, a tomar un poco de whisky y a leer algo divertido. (ORINA, SE SIRVE COMIDA IMAGINARIA Y SIMULA QUE LEE.) Creo que la historia no me interesa más, es muy aburrida. El necio de Hitler, por ejemplo, me parece un angelito. ¿Sabes quién era? Un demente que quiso dominar al mundo. Era menos siniestro que Oscurano pero más ingenuo. Claro que era más lindo y vestía mejor, porque nuestro dictador se pavonea con malla protectora y escafandra para ocultar su ojo sanguinolento.

 

Orantes: No me interesa esa historia. (SE LEVANTA.) Voy a buscar a Cariño.

 

Asana: ¿Ves? Tú eres el obsesivo. ¡Qué calor, Dios mío! Los ventiladores no funcionan. Llamaré a esa acémila que tenemos de sirvienta. (LLAMA.) Duerme, la cochina. La despediré. (SE ABANICA.)

 

Orantes: (SALE A MERODEAR POR LOS ALREDEDORES.) Cariño...

 

Asana: Este calor es demoledor. ¿Pero para qué tengo en mi casa la seda del flaco flaquito flaquitoso? La seda es fresca, como dice Oscurano. ¡Y si sabrá él de eso! (SE ENVUELVE CON LA SEDA. AHORA LE HABLA A ORANTES CON AFECTO.) Ven, Orantes. Olvídate de ese perro hijo de puta que no quiere a nadie. Piensa en mí. Ahora soy yo el que necesita hablar con alguien. No puedo permanecer en silencio y no quiero sentirme solo. Es horrible no tener con quien hablar cuando el día es tan largo y la vida es un desierto.

 

Orantes: (SIEMPRE FUERA.) Cariño...   

 

Asana: Es preferible un lugar ocupado a un lugar vacío. El sueño ahora no me ocupa. Ese lugar vacío va a ocuparse con Orantes. Lo que ocupa un lugar desaloja al sueño. Es preferible una mirada húmeda al cuenco vacío de una calavera. Odio lo fétido: el silencio. Detesto la inmundicia: la soledad. Mi flujo invisible está hambriento de almas humanas; mi estómago invisible desea los muslos de los cuerpos que contienen esas almas. (ASCIENDE OTRA NAVE ESPACIAL.) Otra. Van a dejarnos solos a Orantes, a Cariño y a mí. (RÍE CON ÍMPETU DEMENCIAL. PAUSA EXTENSA. ENTRA ORANTES, CAMINA  CON LENTITUD Y SE SIENTA CON DIFICULTAD. ESTÁ EXHAUSTO.) No te angusties, Orantes. Hasta lo que no ocurre se diluye como el humo.

 

Orantes: Lo busqué por todos lados.

 

Asana: ¿Fuiste a ese horrible baldío que hay cerca de aquí? En ese lugar hay gente inmunda. Serían capaces de comerlo.

 

Orantes: (SACA UNA NAVAJA Y EMPIEZA A AFILARLA.) Nadie se atrevería a comer a Cariño. (AMENAZADOR.) Nadie. ¿Oíste bien?                 

 

(UN SILENCIO.)

 

Asana: ¿Fuiste o no fuiste al baldío?

 

Orantes: Sí, pero no había nadie.

 

Asana: Es una desgracia. Cuando uno busca a la gente nunca está. Cuando uno no la busca cae sobre nosotros como una calamidad. En esta casa, en cambio, siempre estoy yo. ¿Qué carajo puede importarte Cariño, Orantes? Estoy yo. Te lo he dicho mil veces.

 

Orantes: (CON TRISTEZA.) Si Cariño no vuelve, me iré, Asana. No me gusta este lugar. No me gustas tú. No me gusta nada de esto.

 

Asana: ¿Así que te quedaste conmigo sólo para esperar a ese perro asqueroso?

 

Orantes:  No lo dudes.

 

Asana: Ese perro inmundo siempre fue un ladino y un puto. Se lo montaron todos los perros de las mansiones cercanas.

 

Orantes:  ¡No me importa lo que digas! Si Cariño no regresa me iré.

 

Asana: (AGRESIVO.)  Nadie va a detenerte. Yo no soy ningún paria, ni uno de esos viejos solitarios que andan por ahí mendigando compañía. Tengo mucho dinero pero no soy un débil mental, como otros hombres ricos. Vete a la calle, si quieres. A sufrir. Y para que compruebes que soy tu amigo antes de irte te daré un refresco. (LE SIRVE UN REFRESCO IMAGINARIO.) Sírvete.

 

Orantes: (CON IRA.) ¡No quiero tu refresco de mentira, loco de mierda! ¡Aquí no hay nada: ni vasos, ni casa, ni agua siquiera! ¡Nunca habrá nada! (AMENAZÁNDOLE CON LA NAVAJA.) ¿Dónde está Cariño? ¿Qué le hiciste?

 

Asana: (ATERRADO.) No lo sé, Orantes. No lo sé, flaquito querido. Ese perro apareció de pronto, estuvo aquí dos días y huyó. No tuve tiempo de hacerle nada.

 

Orantes: ¡Siempre te molestó que me prefiriera a mí!

 

Asana: ¡No! Te juro que no. Me alegraba que te hubiera preferido. Eres un huérfano y necesitas afecto. ¡Suéltame, por favor! ¡Me estoy ahogando! Te prometo que te ayudaré a buscar a ese perro. Lo buscaremos por todo el mundo. ¡Suéltame! (SOLEMNE.) Soy tu protector, soy tu padre salvífico, soy tu Dios.

 

Orantes: (SOLTÁNDOLE.) ¡No quiero padres ni dioses! ¡No quiero protección! ¡Quiero seguir a la intemperie, con el cielo sobre mí y Cariño a mi lado! (CON IRA.) ¡Si no lo encuentras y lo traes te mataré! ¡Sabes bien que soy capaz de hacerlo!

 

Asana: ¿Por qué piensas que yo podría haberle hecho algo? Es un simple perro y va y viene, como todos los perros. No es como yo, que soy tu verdadero perro y estoy siempre a tus pies. Porque yo soy tu azote, tu hijo, tu hembra, tu burro, tus orejas, tus pústulas, tus mocos, tu asquerosa necesidad de amor.

 

Orantes: ¡Te odio, Asana! ¡Y no quiero verte más! ¡Empecé a odiarte desde que te conocí!

 

Asana: Te quedaste conmigo, sin embargo, y me miraste siempre con hambre y con deseo.

 

Orantes: Porque eras el único latido cercano, el único espejo. ¡Pero te odio!

 

Asana: Siempre has odiado a todo el mundo, pero nadie tiene la culpa de que seas huérfano y de que vivas en este mundo. Así que no me rechaces. Estamos solos y tenemos que amarnos.  Deberías juzgar a este planeta. Él te convirtió en lo que eres. Pero te empecinas en juzgarme a mí y me odias porque soy poderoso. Te corroe la envidia, te corroe el odio, y pasas la poca vida que queda negando todo lo que ves, negándome a mí y llamando a ese perro sarnoso que, como todos los perros, no quiere a nadie y es capaz de mover la cola ante cualquiera que le dé comida. (UN SILENCIO.) No te temo. Mátame. ¿Ves? Ya no puedo moverme. Mis pústulas están llenas de sangre y quizá sea preferible morir de una vez por todas. Muriendo uno puede ocupar un sitio mejor que la vida. (COME SUS PROPIAS PÚSTULAS Y LAS MASTICA CON FRUICIÓN. SE OYE UN LADRIDO LEJANO.)

 

Orantes: (CONMOCIONADO.) ¡Cariño!

 

Asana:  ¡Vamos! ¡Muévete! Te permito ir a buscarlo. (RÍE A CARCAJADAS. SE OYE UN RELÁMPAGO. EL ROSTRO DE ORANTES SE TRANSFIGURA.)

 

Orantes:  (SALE CAMINANDO TORPEMENTE.) Cariño...Cariño...

 

PAUSA EXTENSA. LA LUZ EMPIEZA A DECLINAR. ASANA SE LAME LAS HERIDAS QUE HAN DEJADO LAS PÚSTULAS. DESPUÉS INTENTA LEVANTARSE PERO NO LO LOGRA. PERMANECE DURANTE MUCHO TIEMPO MIRANDO EL VACÍO CON EXPRESIÓN DESOLADA.

 

SE OYEN SINIESTRAS EXPLOSIONES. LUCES TENEBROSAS SURCAN EL CIELO. LAS NAVES ESPACIALES CONTINÚAN ASCENDIENDO. LA LUZ Y EL SONIDO DEBEN CREAR UN CLIMA APOCALÍPTICO.

 

ORANTES REGRESA. CAMINA CON LENTITUD. SU SEMBLANTE DENOTA TRISTEZA. ESTÁ DEPRIMIDO Y DECEPCIONADO. SE SIENTA. SE LIMPIA EL SUDOR DEL ROSTRO. JADEA. ASANA LO MIRA CON ANSIEDAD.

 

Asana:  ¿Qué pasó, Orantes? ¿No encontraste a Cariño? (ORANTES NO RESPONDE.) No te angusties: ya lo encontrarás. Lo que huye vuelve al punto de partida. Lo que se subleva se arrepiente. Lo que vuela cae. Lo que está limpio se ensucia. (UN SILENCIO.) No puedo moverme. Ayúdame a levantarme...¡Ayúdame! (ORANTES SE LEVANTA DIFICULTOSAMENTE Y ENVUELVE TODAS SUS PERTENENCIAS CON LA SEDA. DEBE RESULTAR EVIDENTE QUE HA PERDIDO PARTE DE LA VISIÓN Y QUE NO LOGRA REUNIR LOS OBJETOS CON FACILIDAD.) ¿Qué haces?

 

Orantes:  Me voy.

 

Asana: ¿Adónde?

 

Orantes:  A buscarlo a los otros sitios.

 

Asana: (SUPLICANTE, CON INMENSA ANGUSTIA.)¡Ya te dije que no hay otros sitios! Todo se ha desdibujado. La materia devora sus propios límites. Sólo ocupan un lugar en el mundo la angustia y la incertidumbre. ¡No te vayas, por favor! ¡No quiero quedarme solo en esta inmensa casa! Esta es la existencia, lo único que tenemos, la inmensa desgracia que debemos amar. (ORANTES SE ALEJA LENTAMENTE EMPUJANDO LA CARRETILLA.) ¡Te daré todo lo que tengo! ¡Haré testamento a tu favor! ¡Le pediré a Oscurano que te lleve a otro planeta! ¡Serás rico y poderoso! ¡Tendrás muchas mujeres! ¡Pondré el mundo a tus pies! (ORANTES CONTINÚA ALEJÁNDOSE MIENTRAS LA LUZ SIGUE DECLINANDO. CUANDO ESTÁ POR SALIR, ASANA GRITA CON DESESPERACIÓN.)¡Yo maté a Cariño! (ORANTES SE DETIENE. PAUSA.)¡Yo lo devoré en secreto! ¡Anoche tú también comiste lo que quedaba de él! Después vomitaste. ¡Vamos! ¡Antes de irte mátame! ¡Destrúyeme por haber aniquilado al ser que amabas! Por favor...(SOLLOZA CON ANGUSTIA. PAUSA EXTENSA.)

 

Orantes:  (SERENO.) Hace un rato te hubiera creído, pero ahora estoy seguro de que no lo mataste. Un perro astuto e inteligente como él jamás caería en una trampa. (CON ESPERANZA.) Y recién lo oí ladrar.

 

Asana: (SOLLOZANDO.) No era él...No puede ser él.

 

Orantes: (TRANSFIGURADO POR LA ESPERANZA.) ¡Es él!

 

Asana: (CON INTENSA DESESPERACIÓN, PUES ESTÁ DICIENDO LA VERDAD Y NECESITA SER CASTIGADO PARA EXPIAR E IRSE DEL MUNDO.) ¡Yo lo asesiné! ¡Mátame! ¡No me dejes vivo! ¡No quiero quedarme solo en este espantoso lugar! Ya no puedo moverme. Ni siquiera te veo. ¿Adónde vas a ir? ¿Qué vas a hacer? ¡Te matarán!

 

Orantes: (CON EL ROSTRO ILUMINADO.) Cariño está vivo. Ya te lo dije. Tú también oíste sus ladridos. Voy a buscarlo. Adiós. (SALE.)

 

Asana: (GRITA DESGARRADAMENTE.) ¡No te vayas! ¡Nooooooooooo!

 

LA LUZ SIGUE CAYENDO. SE OYEN NUEVAS EXPLOSIONES Y EL ESTREPITOSO ASCENSO DE OTRAS NAVES ESPACIALES. EL CLIMA APOCALÍPTICO SE ACENTÚA.

 

Orantes: (SE ALEJA CANTANDO.)  Voy al monte,

voy a la sierra,

enjuiciando

al planeta tierra.

 

Hay un Cariño

muy lejano,

es remoto                                                                                                                                                

y es cercano.

           

Voy al monte,

voy a la sierra,

voy seguro de encontrarlo.  

LA LUZ SIGUE DECLINANDO. ASANA ESTÁ SOLO, MIRANDO EN DERREDOR CON DESGARRADA ANGUSTIA. LA MÚSICA ESCATOLÓGICA SE ACENTÚA. ES ESPACIADA PERO DRAMÁTICA Y ALUDE AL APOCALIPSIS Y A LA SOLEDAD CÓSMICA. ASANA HACE UN ESFUERZO PARA CONCENTRARSE Y EMITE UN SOLEMNE DISCURSO QUE ES UNA ESPECIE DE REGRESIÓN. SU FIGURA ANDRAJOSA Y FANTASMAL ES UN SÍMBOLO DE LA DECADENCIA CONTEMPORÁNEA.

 

Asana: Todos los años, en el primer día de clase, suelo recordarle a mis alumnos que la gloriosa marcha de la humanidad hacia la comprensión debe llenarnos de orgullo...(EN VOZ BAJA, CON ANGUSTIA PROGRESIVA Y EL ROSTRO ALUCINADO.) Orantes...Cariño...(ESFORZÁNDOSE POR ADOPTAR UNA POSE CONVENCIONAL, CON VOZ DOCTORAL.) Me emociona mucho que hayan elegido esta asignatura. La historia es el registro del increíble salto que dio el hombre desde la época de las cavernas hacia esta inconcebible grandeza que nos rodea por doquier...(BAJANDO LA VOZ DE NUEVO, DESESPERADO.) Orantes...Cariño...(RETOMANDO EL HILO CONDUCTOR DEL DISCURSO.) Hemos dominado a la naturaleza y estamos a punto de adueñarnos del universo entero...(NUEVA TRANSICIÓN.) Orantes, Cariño...(INTENTA PROSEGUIR EL DISCURSO PERO LA SOLEMNIDAD Y EL ÉNFASIS SE DESMORONAN DEFINITIVAMENTE. BAJANDO LA VOZ, CON INFINITA ANGUSTIA.)Vinimos a este mundo a matar... a odiar... a contaminar... a dominar... a engrandecernos...Creímos que nuestro ego infatuado era el eje del universo....y supusimos erróneamente que habíamos ganado la batalla. Pero aquí estamos, en el corazón de la existencia, mirando con  ojos aterrados el horror que amasamos palmo a palmo, como a un pan bendito que se transformó en un mensajero de la muerte...La harina que nos alimentaba se transformó en el acero que nos mata...¡Pero no se asusten! (RÍE DEMENCIALMENTE.) ¡La humanidad tiene una capacidad infinita para sobreponerse a las catástrofes y crear! (RÍE CON MÁS ÍMPETU.) También somos capaces...(CONTINÚA BAJANDO LA VOZ.) Capaces...(SIGUE EL DESCENSO DEL VOLUMEN DE LA VOZ Y EL INCREMENTO DEL TERROR.) Capaces...capaces...

 

SE OYE UNA INMENSA EXPLOSIÓN Y SE PRODUCE LA OSCURIDAD TOTAL.

Ricardo Prieto
Gentileza de Claudia Pérez
7 de noviembre de 2008
Nuestro homenaje - recuerdo a Ricardo

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