El padre y la madre están sentados mirando televisión. Sus cuerpos deben parecer petrificados. Las expresiones absortas denotan intensa y enajenada fascinación. Durante toda la obra extraen caramelos de un paquete y los mastican rítmicamente.
Verónica, una resplandeciente niña de seis años, camina con lentitud por el escenario. Está aburrida. Su semblante expresa energía y cierto grado de malignidad. El rostro sinuoso y angelical contrasta con los rasgos momificados de los padres.
Verónica: (Zalamera.) Papá.
Padre: (Inexpresivo.) ¿Qué?
Verónica: Quiero ir a la terraza.
Padre: ¿Para qué?
Verónica: Para mirar el cielo.
Padre: Ah. (El padre y la madre festejan riendo una situación de la serial. Pausa.)
Verónica: (Siempre zalamera.) Papá. (El padre emite cualquier sonido onomatopéyico que equivale a una respuesta. Con mucha ternura.) ¿Si fuera a la terraza y me tirara para abajo mamá me pegaría?
(El padre no responde, pues sigue absorto en la película. La niña se impacienta.) ¡Papá!
Padre: (Molesto pero sin mirarla.) ¿Qué?
Verónica: Pregunté si mamá me pegaría.
Padre: (Sin ganas de responder.) No. Por eso no te pegaría.
(Pausa. La niña está decepcionada y empieza a caminar. Parece incapaz de contener la energía y la vitalidad que alberga. Se detiene, mira a los padres y vuelve al ataque.)
Verónica: Mamá.
Madre: (Mastica sin cesar mirando obsesivamente el televisor.) ¿Qué, mi amor?
Verónica: ¿Puedo ponerme tu saco de piel?
Madre: (Sin mirarla.) Sí.
Verónica: (Alborozada.) ¡Qué lindo! (Corre hacia el armario, saca el tapado y se lo pone.) ¡Miren! ¡Soy grande!
(Advierte que nadie la mira y su rostro se entristece. Pausa. Se acerca de nuevo a la madre y la golpea con suavidad.) Mamá.
Madre: (Molesta.) ¿Qué, Verónica! ¿Qué?
Verónica: Hablame de las gaviotas.
Madre: (Más molesta y agresiva, mientras come y sigue pendiente de la película.) Son cosas...peludas...que vuelan.
Verónica: (Defraudada y con enojo.) ¡No son cosas!
Madre: (Molesta.) ¡No seas pesada!
Verónica: (Reflexiona en voz alta.) No son cosas. (Empieza a caminar de nuevo jugando con el tapado que se ha puesto. Toca algunos objetos y busca el equilibrio desplazándose sobre una línea imaginaria. Se acerca al padre y lo contempla un instante.) Papá.
Padre: (Impaciente.) ¿Qué?
Verónica: ¿Las gaviotas son más lindas que los ángeles? (La madre y el padre festejan una escena riendo a carcajadas. Verónica grita.)
¡Pregunté si las gaviotas son más lindas que los ángeles!
Padre: (Abstraído, sin mirarla. Siempre comiendo.) ¿Ángeles? ¿Qué ángeles?
Verónica: (Con entusiasmo.) ¡Los ángeles! Esos niños blancos que no se ven nunca.
Padre: (Bajando la voz.) Sí.
Verónica: (Maravillada.) ¿Son más lindas?
Padre: (Gritando también.) ¡Sí!
Verónica: Qué raro. Dijo Daniel que vio un ángel arrodillado en la cocina y que era más lindo que nadie.
Padre: Ah. (Pausa.)
Verónica: (Situándose entre su padre y el televisor.) Papá.
Padre: (La empuja con brusquedad.) ¿Qué, Verónica? ¡Déjame ver!
Verónica: (Encaprichada.) ¡Quiero saber qué comen los ángeles!
Padre: (Con rabia.) ¡Guiso!
Verónica: (Estupefacta.) ¿Guiso? (Empieza a caminar reflexionando. No puede admitir que los ángeles coman alimentos groseros y vulgares. Después canta con voz sombría.)
Soy blanquísima
como la nieve,
me gusta el campo
cuando llueve.
Y si al dormirme
no tengo dueño,
no te preocupes
que sólo es sueño.
(Después de breve pausa.) Papá.
Padre: ¿Qué?
Verónica: ¿Te gustó lo que canté?
Padre: Sí, sí.
Verónica:
(Enojada.) ¡Pero no escuchaste! (La madre y el padre ríen al unísono, festejando otra situación de la serie. Verónica los mira con rabia. Después se acerca con lentitud.) Papá.
Padre: (Está a punto de castigarla.) ¿Qué?
Verónica: (Con sinuosidad.) Los sábados, cuando te vas a trabajar toda la tarde, mamá se acuesta en tu cama con un hombre.
Padre: Ah.
Verónica: (Desesperada porque no ha causado efecto.) ¡Pero ellos se abrazan y se besan!
Padre: (Mecánicamente.) Ah bueno. (La madre y el padre ríen de nuevo.)
Verónica: (Con angustia.) ¿Quién es ese hombre?
Padre: Un indio. ¿No ves?
Verónica: (Desconcertada.) ¿Un indio? Qué raro. (Empieza a caminar y a cantar de nuevo, imaginando que el saco de piel es una capa.)
Soy blanquísima
como la nieve,
me gusta el campo
cuando llueve.
(Después de una pausa.) Mamá.
Madre: (Siempre comiendo y mirando la película.) ¿Qué?
Verónica: Cuando sea grande y mi esposo se vaya al trabajo, yo también traeré un indio para que duerma conmigo.
Madre: (Sin mirarla.) Muy bien.
Verónica: (Saltando y gritando para festejar.) ¡Qué divertido va a ser!
Madre: (Furiosa.) ¡Cállate de una vez por todas o te doy un sopapo y te mando a la cama!
Verónica: (Asustada.) ¿Pero qué les pasa? ¿Qué les pasa? (Se aleja. Busca un objeto para jugar. Canturrea. Opta por subirse a la mesa y se sienta sobre ella en cuclillas. Pausa.) Mamá.
Madre: (Exasperada.) ¿Qué?
Verónica: Estoy haciendo pipi sobre la mesa.
Madre: (Sin apartar la mirada del televisor.) Está bien. Pero no la mojes.
La luz empieza a declinar. La madre y el padre ríen mientras miran la película.
Verónica: (Canta sollozando.)
Soy blanquísima
como la nieve.
Me gusta el campo
cuando llueve...
Oscuridad total.
Montevideo, 1972
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