Ciudad de la vendimia oscura y perpetua |
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Yo te amo, Buenos Aires. Aunque le des la espalda a los jazmines y en el velo del humo pongas tu rostro azul, pruebes la muerte; aunque al afán, al agua, al trigo les des muralla y piedra; aunque al amor lo martirices, pruebes por tus confines húmedos, yo te amo, ciudad de la vendimia perpetua y oscura, porque creí aromarte y me aromas, vine a invocar a tus ángeles y ellos me traían, y el incesante afán de las palomas por picotear tu carne inerte me duele el corazón, me lo arruga.
Ya es de aquí el que les implora Tregua para tu carne. Piedad.
Buenos Aires de espigas, de sacrosantos túneles, de vísperas. Hollín triste renqueando por tus calles con lluvia suele venir a hablarme de un misterio que es tuyo, especioso, inviolado. Redención es palparlo en tus rincones, en las alas que inclinas, en tus pezones, tus cinturas, huecos, pozos, lagares. Todo lo desenvuelves y lo pueblas.. Todo lo coronas y lo escondes: el serrín, los larvarios, frutos entre dormidos, incienso, mirra, áloe, pentagramas de esencias oscuras, y aquelarres y hostias.
Ya es de aquí el que te invoca.
Yo vi en tu ardid de sombras huesos y pesadumbres, muertos, luces, calvarios, enjambres de Clarisas sumidas en Sus Glorias y elefantes y Rosas por San Telmo a la noche pidiéndole a Dios Padre también misericordia.
Tu zapato es lunar. Tus sembradores, puros. Deslumbrados te miran, van al Huerto donde implorando amor besas, matas, coligas demencial, insondable, nunca asida, despoblada de rosa y paraíso, poblada de algo más, innombrable blanquísimo.
Ya es de aquí el que te acosa.
Borges riega el sendero de tu Jardín de Rosas. Piazzola te desnuda. Xul Solar te somete. Discepolín te salva de la aurora.
¡Ciudad más erguida que Todo! Ya es de aquí el que te llora.
Y hoy te alcanzo. Mirame. Se me quedan las manos nudosas y espesas, ardidas, enflaquecidas, entrecanas, muertas por quererte tocar.
Vas más alta que el cielo. Te persigo: no quieres. Me arrodillo: ¡te empinas! ¡Ruedo y vuelas! ¡Me disuelvo y te escondes! Pruebo tu pan y me escudriñas. Te abandono: me absuelves. Me desnudo: te vas.
¡Corro al Jardín de Espinas! Me desespero... Clamo... Te prometo la vida. Todo el amor. La muerte. Todas las muertes juntas a cambio del secreto, tu raíz, tu señal.
Y me dejas la vida, me la ofrendas, la doras. ¡Ya es tuyo! Sí: con vos. Ya es de aquí. Con vos va. |
poema de Ricardo Prieto
Buenos Aires
21 de mayo de 1980
Hotel Terry
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Ricardo Prieto en Letras Uruguay
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