Sacrilegio |
Nadie nos preguntó quiénes éramos. Ni supieron decirnos, como se veían nuestros rostros cuando la penumbra nos dejaba desnudos. Solo recordamos un nombre. Somos prisioneros de una historia. Cerraron el libro. Un escalofrío recorre mis huesos. A veces nos vigila el ojo de un lápiz. Nadie nos reconoce. Sobrevivimos, ya no tiembla el huracán. La biblioteca está de luto. Un sacrilegio de tinta nos persigue. Nadie nos preguntó si podíamos soportar tanta belleza. Respiramos, luego de haber amado nuestra muerte. Se quebró la última hoja. Ahora vivimos, errantes, suplicando un final. |
Alicia
Preza
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