La misión |
Partieron al amanecer. Caminaban juntos, sigilosos, ausentes. La chueca iba adelante, colgaba una luz verde de su mano. El viejo iba detrás, sus rodillas pedían una tregua. El enano reía, detrás de la bufanda. Se escribían versos profanos en el ventanal del mundo. Cuando llegaron, yo estaba pálida, sedienta y ojerosa. El viejo se desplomó en el sofá. Su agitación de buey paralizó mi respiración. El enano lloraba, acurrucado frente a la estufa a leña. Le rezaba a la virgen del fuego, pidiéndole un milagro. Sus ojos se perdieron en las cenizas del silencio. Yo, casi sin fuerzas, levanté mi cabeza de la almohada. Las sábanas quemaban mi carne débil. La chueca me acarició la frente, sus ademanes extraños paralizaron el tiempo. Sólo atinó a decir: "La bruma se lo llevó, llegamos tarde". |
Alicia
Preza
Sacrilegio
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