La cucaracha |
En su rostro apagado vislumbré un ambiguo gesto de tristeza. Sus antenas quebradas suplicaban un instante de vida. Sus pasos fueron cada vez más lentos, los papeles temblaron. La vejez la derribó. Se oyó un lamento. Su notable partida, conmovió a los insectos que se ocultaban en la lámpara del patio. Las arañas le comieron las patas y los párpados. Solo quedó una mueca de súplica en el suelo. Su mirada sabia circunda mi habitación. Ella murió y era de tarde. De ataúd, recibió una pala de residuos, junto con mi persignación y la temible sombra de mi mano. |
Alicia
Preza
Sacrilegio
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