Holocausto |
He encendido las velas del santuario. Emerge la poesía del rincón de mis huesos. Quiero arroparte el alma con mi sangre. Quiero llorarte más, en otro sitio. Cabalga mi silencio entre tu lápida, el horizonte afirma que te ha visto. No hay escudos de rosa en mi dolor. La furia de la vida me asesina. Existo, ahora, en el pañuelo suspendido de la febril memoria. No me pesan los versos del pasado, me visitan a veces, hijos abandonados. Fusilo a las teorías de la muerte. Nada podrá matar nuestras miradas, aunque una sea tierra y otra cielo. La estrella no es la misma, se parece a tus ojos. Mi sueño no es calvario, tiene tu bendición. No me asusta el holocausto de la herida. El galope del mundo ha llamado a mi puerta. |
Alicia
Preza
Sacrilegio
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