Despedida |
Las horas son una culebra triste. Caminan los recuerdos, como muñecas rotas. Me pierdo en ese encuentro onírico, real y desgarrante. Viajé al cielo para verte. La luz entraba a borbotones frente a mi cuerpo inútil. Mi vida transcurrió en un instante. Me estabas esperando. Había una mesa, tazas y una tetera. Mis lágrimas caían como el tè. Sonaba un tango, gemía un fuelle. arropaba la vida entre mis manos. Te despediste de mí, sereno. Sentí frío, desperté en mi cama. Quise regresar, pero supe que tenía que vivir. Cuando te fuiste, dijeron que habías muerto. Pero en ese lugar, vivías. Algún día, cuando el tiempo pase, seré yo quien sirva el tè. Escribiré mis últimos versos en el umbral. Y ahí estarás, descalzo, cantando a media voz. |
Alicia
Preza
Sacrilegio
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