El apagón |
La puerta se cerró, de golpe. La telaraña de la pared formaba un crucigrama con las velas derretidas. Se escucharon pasos, pulsaciones del alma. El gato vigilaba las sombras. La mujer, inmóvil, esperaba. La niña buscaba a su muñeca en las mantas de la cama. Rezaba con una estampita arrugada entre sus manos. Cerró los ojos, pidió un último deseo. De pronto, volvió la luz. El televisor hilvanaba su discurso. La mujer preparaba la cena. El gato jugaba con su cola. Llamaron a la niña, pero no respondió. El espejo quebrado parpadeaba. Desde su escondite de vidrio, la niña los miraba, divertida. En las noches de apagón, el ojo del espejo se enciende, vigilante, en los rostros ausentes. |
Alicia
Preza
Sacrilegio
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