Cerveza por medio, de las grandes, dos vasos, cenicero, encendedor y puchos; un parroquiano le decía a otro:
Tenemos que hacérsela bien al Turco, que el auto lo deje encandilado ¿me entendés?; vos dejáme todo a mí, que yo te lo doy servido en bandeja y vos lo embagayás y ¡chau picho!.
El Juanito, me dijo que para mañana ya te lo tiene listo, le metió ese mejunje en la caja y asegura que por lo menos, por un par de días, la caja de cambios, no va hacer ningún ruidito raro.
<¿Te parece? ¿No quedaremos pegados? No te olvides que el Turco es tu cuñado y yo no quiero que por mi culpa, después tu hermana se ofenda contigo>
De ninguna manera, vos dejáme a mí y vas a ver que todo sale bien.
Tenemos que aprovechar ahora que vendió su vieja camioneta y que junto con los pesos del aguinaldo, mi querido cuñado anda dulce, ¿me entendéis?, tiene que ser ahora o nunca.
Si dentro de unos días se le rompe la caja, por una razón fortuita de mala suerte, seguramente se la va a llevar a Juanito, que le atendía el otro “cachilo” y es el mecánico de confianza del barrio, el sabe que todos lo apreciamos.
Yo, con él “arreglo”, así que no te preocupes, eso si, no te olvides de mi “cometa” ya que yo lo habilito a Juanito.
<¡Cómo me voy a olvidar de ti! Si sos mi “amigo” y Juanito también, ¿nos tomamos otra?>
<¡Jefe! Otra bien “frappée”, por favor.>
|