Acuarela de un sueño marino |
Un viejo caracol de mar, me prestó un sueño marino. Tener mi barco para navegar, mil rumbos y ningún destino. En el mascaron de proa van mis penas y alegrías. Soñares que el palo mayor enarbola mis libertades y mis fantasías. Mi nave, brinca rauda el oleaje, se sabe fuerte y marina. Al trinquete, le sobra coraje y lo calma la mesana. Mi proa busca el horizonte Y me aferré al timón. Porque tengo alma de grumete, no le capeo al tifón. Salpica la sal mi cara, ella se curte con el sol. Cantan las nereidas, poesía clara y canta el cielo, su arrebol. Mi velero, deja la estela del agua que hiere la quilla. Riza el pampero mi vela y barre, mi escotilla. Las estrellas fijan mi rumbo que dibujo en mi bitácora. Quiero recorrer el mundo y cantarle al agua clara. No quiero perder el norte que señala mi brújula. Que mis jarcias, tengan porte, y las alumbre mi farola. Mi ancla duerme en el pañol y es amiga del trinquete. Cruje la sentina su bemol, cuando me desea suerte. Se inspira fuerte mi musa, si el foque, está contento. El yodo acaricia mi cornamusa y ésta saluda a barlovento. Que teja redes el cielo, que fortalezcan mi ilusión. Mi alma, no tendrá consuelo, si no enfrento a Poseidón. Si la cuadrícula me confunde, no dudaré ningún instante; la duda no me pierde porque tengo mi sextante. Neptuno, pon tus barbas en remojo, que aquí va un marinero. No tengo parche en el ojo; ¡Pero, sé pelear, como ballenero! Yo también tengo mi gorra, mi pipa y mi licor. Busco en los puertos camorra y regalo abrazos con amor. La fosforescencia tiene duende, el faro, me hace un guiño. La estrella de mar se prende del fervor de mi cariño. El viejo cachalote, me saluda con su gemir balleno. La gaviota, su volar reanuda y me acompaña su planear sereno. Los delfines ¡Ha! Los delfines, me deleitan con cabriolas estelares. Me cuentan de otros confines, de otros cielos y otros mares. Las nereidas en su canto, me cuentan del fondo del mar. Allí los peces, lucen su encanto y tiene su reino el calamar. Escapa el sol al poniente y retorna vestido de luna. Me acompaña su cara sonriente, que hoy brilla como ninguna. La ola, salpica mi rostro; tengo prisa por llegar. Le tengo miedo al encuentro, que despierte mi soñar. Si me ataca la in cordura de un modo inoportuno; mi soledad no quiere cura, me acompaña Dios Neptuno Morfeo, no jales de mi manga, déjame dormir un poco más. Si el despertar, me gana no volveré a navegar jamás. La conciencia ya me llama, vuelve en caballo marino. El genio del caracol reclama, le devuelva mi barco marino. Que los dioses me asistan para no desviar mí destino. Soy soñador y no digan |
No quiero perder el norte que señala mi brújula. Que mis jarcias, tengan porte, y las alumbre mi farola. Mi ancla duerme en el pañol y es amiga del trinquete. Cruje la sentina su bemol, cuando me desea suerte. Se inspira fuerte mi musa, si el foque, está contento. El yodo acaricia mi cornamusa y ésta saluda a barlovento. Que teja redes el cielo, que fortalezcan mi ilusión. Mi alma, no tendrá consuelo, si no enfrento a Poseidón. Si la cuadrícula me confunde, no dudaré ningún instante; la duda no me pierde porque tengo mi sextante. Neptuno, pon tus barbas en remojo, que aquí va un marinero. No tengo parche en el ojo; ¡Pero, sé pelear, como ballenero! Yo también tengo mi gorra, mi pipa y mi licor. Busco en los puertos camorra y regalo abrazos con amor. La fosforescencia tiene duende, el faro, me hace un guiño. La estrella de mar se prende del fervor de mi cariño. El viejo cachalote, me saluda con su gemir balleno. La gaviota, su volar reanuda y me acompaña su planear sereno. Los delfines ¡Ha! Los delfines, me deleitan con cabriolas estelares. Me cuentan de otros confines, de otros cielos y otros mares. Las nereidas en su canto, me cuentan del fondo del mar. Allí los peces, lucen su encanto y tiene su reino el calamar. Escapa el sol al poniente y retorna vestido de luna. Me acompaña su cara sonriente, que hoy brilla como ninguna. La ola, salpica mi rostro; tengo prisa por llegar. Le tengo miedo al encuentro, que despierte mi soñar. Si me ataca la in cordura de un modo inoportuno; mi soledad no quiere cura, me acompaña Dios Neptuno Morfeo, no jales de mi manga, déjame dormir un poco más. Si el despertar, me gana no volveré a navegar jamás. La conciencia ya me llama, vuelve en caballo marino. El genio del caracol reclama, le devuelva mi barco marino. Que los dioses me asistan para no desviar mí destino. Soy soñador y no digan que son efectos del vino. Tomo mi espada bucanera para combatir, mi despertar. Quiero recordar de alguna manera, el cuadro pintado, por mí soñar. Sólo mirándote mar, yo pienso que rimo con abrazo fraterno. Gloria al mar por inmenso, por omnipotente y por eterno. Viejo caracol, te devuelvo tu sueño, tú devuélveme mi razón. Si mi ilusión tiene precio. Hoy, te cantó mi corazón. |
Juan
Ramón Pombo Clavijo
Del Libro “Mi verbena”
15 de febrero de 2009
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