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En la espera de la casa
que no llega.
En el ensueño del espacio
transfigurado,
en un movimiento de
arco evanescente.
Visión de la tierra
y el aire.
Tierra en actitud de recibir
que va penetrando
el viento.
Tiempo inabordable y déspota
no me dejas navegar
entre el agua de mi origen
y el fuego de mi esencia.
Agua mi madre,
con su ritmo incesante.
La vida cotidiana,
la sonrisa. La palabra,
la caricia tenue,
el despertar, la lucha,
la esperanza,
el principio y el orden.
Agua la sangre,
torrente pluvial
que vivifica mis arterias,
y el rocío de la resurrección
del amor,
en el futuro.
Fuego transformador
que genera la vida,
centelleante búsqueda
de la casa encendida.
Enraizada en la furia,
y, en ascuas,
mi cuerpo
avanza
en la planicie.
Asciende.
Y atravesando el fuego.
Renace. |