El 21 de Setiembre próximo se cumplirá el centenario de la fundación de la primera institución judía en el pais. Tomando como válida la llegada al país de los primeros inmigrantes en las postrimerías del siglo diecinueve, procedentes de Buenos Aires, podemos afirmar –según testimonios escritos- que años mas tarde se creó la primera institución comunitaria denominada "Unión Israelita Ezra". De sus estatutos otorgados en el año 1909 surge que unas decenas de hombres fueron los creadores de dicha estructura social cuyo objetivo era la ayuda y colaboración mutua.

Sus fundadores –en su mayoría- procedían de Argentina y su llegada al continente había sido propulsada por el filántropo Mauricio de Hirsch quien a través del proyecto de colonización agrícola generó espacios de paz y libertad a miles de judíos que huían de los "progroms" existentes en Europa Oriental y se afincaron en el cono sur desarrollando su creatividad e intelecto.

Los estatutos de la "Unión Israelita Ezra" lo formaban 85 artículos prolijamente impresos en las oficinas del maestro Natan Gesang en la ciudad de Buenos Aires que lucían en diecinueve páginas foliadas. De ellos surgen los veintiún nombres de sus fundadores e integrantes de la primera comisión ejecutiva. Entre los fines de la institución se subraya la ayuda moral y material a los miembros necesitados, la consecución de trabajo u ocupación al inmigrante, la elevación del nivel cultural de los asociados por medio de conferencias y lecturas adecuadas, la creación de una biblioteca y la conformación de una escuela nocturna para adultos.

La falta de miembros femeninos en su iniciación y en la formación de las primeras comisiones directivas refuerza la idea de que la institución había sido creada por jóvenes inmigrantes que habían llegado solos al país y en esta condición habían priorizado entre sus tareas el desarrollo de una escuela donde pudieran aprender el idioma español. Del cuerpo normativo también surge la prohibición de ingreso a la sociedad, de hombres que padezcan enfermedades venéreas. Lo que refuerza la teoría de que el control sexual formaba parte indivisible de la ética y actuación comunitaria desde sus orígenes.

Otro concepto llamativo es la imposibilidad de que el material bibliográfico fuera de origen anarquista, permitiendo la existencia de libros de todas las fracciones y tendencias políticas imperantes en la época. Esta disposición descansa en el hecho de que la meta era la creación social y cultural y la institución estaba lejos de marcar un perfil político nacional o internacional. El 31 de Agosto de 1911 se solicitó su personería jurídica, resolviéndose afirmativamente por decreto de fecha 11 de setiembre firmado por José Batlle y Ordóñez y Pedro Manini Ríos.

Este inicio fue la base y fundamento de las cuatro comunidades hoy existentes en el país que fueron creciendo con la llegada permanente de inmigrantes de distintas partes del mundo. En 1916 un grupo de 58 inmigrantes de Europa Central en la sede del Centro Asturiano de la calle Río Branco 1265 fundo la Jevra Kadisha Ashkenazí (antecedente de la Comunidad Israelita del Uruguay) cuyo objetivo central era la organización de los funerales e inhumación según las leyes y costumbres mosaicas de sus contribuyentes. La Comunidad Israelita Sefaradi del Uruguay inició su fecunda labor el 3 de octubre de 1932 como institución de culto religioso judeo sefaradi. También en el año 1932 la Sociedad Israelita de habla húngara (antecedente de la Comunidad Israelita Húngara del Uruguay) fijo su base comunitaria y en 1936 la Congregación de habla alemana (antecedente de la Nueva Congregación Israelita del Uruguay) nacería con el espíritu de reunir a los judíos de habla alemana que vivían en el país y brindarles servicios religiosos.

Estas cuatro comunidades –años mas tarde– serían los pilares de la organización representativa del judaísmo nacional, a través del Comité Central Israelita del Uruguay fundado el 11 de Diciembre de 1940 como organismo coordinador y centralizador de la causa judía en el país. Entre sus fines se encuentran el estudiar y resolver los problemas que interesen a las entidades afiliadas y a los israelitas residentes en el Uruguay; asumir la representación de la colectividad ante las autoridades nacionales o ante quien corresponda y encauzar y coordinar obras sociales, culturales y filantrópicas tendientes al bien de la colectividad israelita en el país.

La proliferación de instituciones en estos cien años ha sido continua y refleja el esfuerzo y tesón que han tenido las generaciones pretéritas en la construcción de las bases comunitarias en el país. El país recuerda decenas de organizaciones administrativas, educativas, deportivas, sociales, políticas, femeninas, juveniles, sanitarias y financieras, -algunas de ellas aun en actividad- y sus realizaciones serian imposible de detallar en estas líneas.

Pero más allá de la continuidad histórica que marca esta fecha es indudable que la inclusión de la colectividad en la sociedad civil ha sido absoluta. La integración ciudadana que vivió la población judía en general ha sido admirable y reconocible en otros países de la diáspora.

Así como la colectividad ha contribuido firmemente en el crecimiento del país, su población vivió con respeto y tolerancia la practica de todas las situaciones vinculadas al sentimiento y pensamiento judío. Es de resaltar entonces que en esta querida tierra de libertad los mas caros ideales de nuestros antepasados se alcanzaron sobradamente y se logró el desarrollo de una vida plena en todas las áreas.

Solo queda entonces bendecir esta maravillosa nación que nuestros predecesores eligieron sabiamente para dignificar sus vidas y en el recuerdo de sus memorias honrar la profícua tarea que en estos cien años de vida han desarrollado en pro de la continuidad judía en el país.