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Trajo el ángel monedas con valores
del bien y la bondad para elegirlas
y otras tantas del mal y confundirlas,
entre la variedad de sus colores.
El halcón aún soñaba con honores…
sobre la mesa estaban sin pulirlas
y en el juego ofrecido al sacudirlas
se entreveró justicia con errores.
El ángel de la conversión, atento,
vio al halcón que buscaba descontento
una especial moneda que quería.
Era la que en su mismo sufrimiento
fue puliendo en el alma y sentimiento:
¡ la del amor ! que Dios, se la ofrecía.
El Ángel de la Luz
En su misión el ángel ofrecía
sus luminosas alas tiernamente
observaba al halcón que velozmente
pasaba y su presencia no advertía.
Al ángel consejero le atraía
mostrarle el bien, dejando la simiente.
Al descubrirlo, huyó cobardemente
y entre zarzas miedoso, se escondía.
Quiso llegar a él y rescatarle
con la soga del verbo y explicarle
su daño y el pecado cometido.
El ángel de la luz al apresarle,
agradeció al halcón por entregarle
su corazón que estaba arrepentido. |