Once de
septiembre |
El
once de septiembre del dos mil uno mientras
las Torres Gemelas caían, yo
estaba haciendo el amor. El
once de septiembre del año dos mil uno a
las tres de la tarde, hora de España, un
avión se estrellaba en Nueva York, y
yo gozaba haciendo el amor. Los
agoreros hablaban del fin de una civilización pero
yo hacía el amor. Los
apocalípticos pronosticaban la guerra santa, pero
yo fornicaba hasta morir –si
hay que morir, que sea de exaltación–. El
once de septiembre del año dos mil uno un
segundo avión se precipitó sobre Nueva York en
el momento justo en que yo caía sobre ti como
un cuerpo lanzado desde el espacio me
precipitaba sobre tus nalgas nadaba
entre tus zumos aterrizaba
en tus entrañas y
vísceras cualesquiera. Y
mientras otro avión volaba sobre Washington con
propósitos siniestros yo
hacía el amor en tierra –cuatro
de la tarde, hora de España– devoraba
tus pechos tu pubis tus flancos hurí
que la vida me ha concedido sin
necesidad de matar a nadie. Nos
amábamos tierna apasionadamente en
el Edén de la cama –territorio
sin banderas, sin fronteras, sin
límites, geografía de sueños, isla
robada a la cotidianidad, a los mapas al
patriarcado y a los derechos hereditarios– sin
escuchar la radio ni
el televisor sin
oír a los vecinos escuchando
sólo nuestros ayes pero
habíamos olvidado apagar el móvil ese
apéndice ortopédico. Cuando
sonó, alguien me dijo: Nueva York se cae ha
comenzado la guerra santa y
yo, babeante de tus zumos interiores no
le hice el menor caso, desconecté
el móvil miles
de muertos, alcancé a oír, pero
yo estaba bien viva, muy
viva fornicando. “¿Qué
ha sido?”, preguntaste, los
senos colgando como ubres hinchadas. “Creo
que Nueva York se hunde”, murmuré, comiéndome
tu lóbulo derecho. “Es
una pena”, contestaste mientras
me chupabas succionabas mis
labios inferiores. Y
no encendimos el televisor ni
la radio el resto del día, de
modo que no tendremos nada que contar a
nuestros descendientes cuando
nos pregunten qué
estábamos haciendo el
once de septiembre del año dos mil uno, cuando las Torres Gemelas se derrumbaron sobre Nueva York. |
poema de Cristina Peri Rossi
de: Estrategias del deseo (2004)
Ver, además:
Cristina Peri Rossi en Letras Uruguay
Editado por el editor de Letras Uruguay
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