Cacería para un solo
enamorado |
Me pasé el día
recortando palabras para ella. No era fácil,
porque había palabras duras y cortantes que no se dejaban
asir con docilidad; las perseguía
con las tijeras pero ellas fruncían el ceño abrían las
piernas, amenazaban arrojarse desde el balcón. A veces las
sorprendía distraídas, pero cuando
despertaban de su sueño de extranjeras comenzaban a
gritar y a rebelarse, en un estallido
de fricativas por el aire, deshaciendo los
espejos y los vasos. Más fácil era
atrapar a las que dormían echadas sobre el
sofá, como una playa, pero eran
palabras lúbricas y haraganas perezosas de
expresar y de pronunciarse. Persiguiendo una
palabra que tenía muchas piernas hice tanto ruido
que alguna gente se asomó por la ventana. “Es el vecino
–comentaron– Caza palabras.
Deberíamos ayudarlo”. No sabían que
era un regalo solitario. Recorté muchas palabras como
verde baila
viento álamo liviano ven
vamos a acostarnos y otras palabras
menudas niñas aún como núbil mórbida
caza corza
ánade astil
incensario. Palabras maduras
–muérdago
mármol
moro
Mauritania– palabras
estrafalarias
desdoro
pundonor
puericultura y al final, separé
las más queridas: trilce – lábil
– púber – araucaria. Quería que las
tocaras con los dedos y bajo tus yemas palpitaran su pulpa sensible su densidad. Eran palabras
mansas retóricas convencionales, me contaste
–la fiesta aún no había
comenzado– no sé qué cosa
de un señor llamado Jorge
Luis Borges que está de moda y la historia de
una amiga muerta allá en
el mar en tardes lilas y
lluviosas cuando los peces
bajan a morir en la
costa y los lobos se
esconden. Fuiste a la
ventana –desde lejos
pude apreciar tu desnudez como un cuadro
ocre levemente obsceno– y me dolían las a
de las sandalias bajo tus pies. “Hace calor
afuera” dijiste caramba, un pronóstico
del tiempo, era lo único que
nos faltaba. “Me leería un
poema o estrujaría una flor”, sin darte cuenta
que entre tus dedos estrangulabas una
amaranta. “Veremos qué
pasa si las dejo caer” comunicaste y cogiendo las
palabras que yo había recortado las lanzaste
desde la ventana por el aire hasta la calle. Por el camino se
descolgó una exhalación Lloró un gatito Una libélula
perdió las alas Mentían los
sofistas vértigo me di Llovían palacios damas encerradas princesas
escarlata fresas fucsia y un caimán
colorado. Arca – line –
fagia leía desde la
ventana aaceldimmdoyoscolaree. Arce – can – tttlu – che –
fra – pom “¿Has
visto?” –me dijiste– “Al final no
eran tan irresistibles” Una palabra sola salvada del
desastre colgaba todavía
del techo como una mosca. Me quedé
pensando qué palabra sería si no era una
palabra enferma una palabra
descompuesta una palabra que no sirve para nada. |
poema de Cristina
Peri Rossi
de: Diáspora (1976)
Ver, además:
Cristina Peri Rossi en Letras Uruguay
Editado por el editor de Letras Uruguay
email echinope@gmail.com
twitter https://twitter.com/echinope
facebook: https://www.facebook.com/carlos.echinopearce
linkedin: https://www.linkedin.com/in/carlos-echinope-arce-1a628a35/
Métodos para apoyar la labor cultural de Letras-Uruguay
Ir a página inicio |
Ir a índice de poesía |
Ir a índice de Cristina Peri Rossi, |
Ir a índice de autores |