1
Abro los labios
arrodillado
en la indefensa humedad
de su cuerpo
que sin tregua se retuerce
desnudo, seguro
sin límites.
2
El recuerdo de sus pechos
esparciéndose por mi boca
me distrae
de la blanca hoja
en la que les dedico
este poema.
3
Arriba tu cuerpo
debajo el mío
prendidos
por fuera, por dentro
más cuerpo los cuerpos
los nuestros.
4
Hacerte entre mis labios
en declaración de deseo
despacito
para darnos paso.
5
Por qué mi cuerpo late
cuando te recuerda, y
mis ojos no hacen más
que mirar al vacío
profundo
de esta soledad en compañía.
6
Aquella noche
nos lamíamos la carne
profunda
de manto en fiebre
jarabe agridulce
combustible frutado
de hembra con piel de hambre
poblada
de acordes que respiran
subterráneos
los calendarios anatómicos
de unos huesos
que se despluman
al deseo empedernido.
7
Si la vida
me lo permitiera
tejería
una y mil veces
tu cuerpo con el mío
invulnerable, despojado
de todo recuerdo.
8
El sol te recorre
como en una superposición
de estampas al desnudo, y
mis manos se van delineando
a tu figura indiferente
bajo la silueta de los sueños
que andan deliberados
por circuitos cóncavos y convexos.
9
Flotan
los cuerpos flotan
todos los cuerpos
uniformemente
flotan
sobre la infancia
sobre la sombra
flotan
sobre las negaciones
las envidias, los odios
las pasiones, las intrigas, y
sobre las mentiras arrinconadas
flotan
a la espera de otra mezquindad
derramada
bajo la última caricia
flotan.
10
A Luis Cernuda
Imagina
en sus manos
la existencia
sin olvido, y
en sus ojos
la noche, el día
y el verdadero amor
justificado
en su cuerpo y espíritu.
11
He vuelto descalzo
sin heridas
dejando atrás
los aires sombríos de la antigüedad.
El aire fresco ha vuelto a despertar
al verbo en la mitad de la noche.
Bajo la luna
mi cuerpo se escurre.
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