Agatha
, “lectures
illimitées”
: separación y delegación como deseo de infinito. Lic. Claudia Pérez. |
-Tu pars pour aimer toujours? |
Lecturas
ilimitadas y “personales” agrega Agatha refiriéndose a nombres y
dobleces de la historia, e intertextualmente a la novela de Musil, El
Hombre sin atributos (1929). Pero no es la única intertextualidad
posible para este texto de 1981, ubicado ya en la tercera etapa de la
producción durasiana, iniciada con L’Eté 80,
y que renueva un pacto con el público, esta vez el gran público
especialmente a partir de L’Amant, de 1984. Se enfatiza la
composición autobiográfica, presente en toda su obra, y esta
actitud parece influir en la recepción y el éxito en un cuerpo de
lectores masivo que aprecia de otro modo la exposición
“avouante” de la vida privada , que ensaya una escucha fundada en un
espionaje narcisista de complicidad con la autora. La confesión autobiográfica
en un soporte mimético y no diegético hace hablar a través de los
personajes de una construcción del yo mostrable a través del texto, dota
a la autora de una “máscara textual”, edifica una re-presentación
compleja del yo. En este caso es la autora quien desde la vida
pública asume una “verdad” de la fábula, un deseo de ser leída
autobiográficamente, convoca a “un pèlerinage
du souvenir”, que es también el viaje de Agatha y su hermano. “On
est dans l’amour incestueux, c’est à dire, l’essentiel”, sitúa
Duras desde su escritora-confesante.
El ejercicio escritural de la mimesis permite un desplazamiento de
personaje en personaje, y el juego también alude a esa búsqueda de la
verdad del pasado en la fábula: “Vous disiez en manière
de jeu : « Ces histories nous les avons écrites.”, dice Agatha.
Marguerite Duras (1914-1996) manifiesta el descubrimiento del texto de
Musil y explicita en los Entretiens de Montreal [1],
de 1981, con motivo de su viaje, esa filiación. “Il
s’agit d’un amour qui ne se terminera jamais, qui ne connaîtra aucune
résolution, qui n’est pas vécu, qui est invivable, qui est maudit, et
qui se tient dans la sécurisation de la malédiction ”. De 1981
también es la nueva edición, corregida y con Advertencia a la
misma del cuento de Marguerite Yourcenar (1903-1987), “Anna, Soror ”,
ubicado en el volumen Como el agua que fluye [2],
cuya primera publicación fuera en 1935 y la redacción diez años
antes. Este cuento también se inscribe en la tradición literaria
de presentación del incesto como tema y la autora se encarga en la
Advertencia de relevar muchas de las obras que lo trataron, desde John
Ford en el siglo XVI hasta Roger Martin du Gard en Confidence
Africaine (1931). Según Yourcenar la tradición ha oscilado
entre la mostración de unión maldita y degenerativa a la unión de dos
seres que llevan lo mejor de sí, la optimización de la familia en sí
mismos. Yourcenar, al contrario de su contemporánea Duras, se rebela
contra la pretensión biográfica : “Por qué elegí el tema del
incesto? Empecemos por apartar las hipótesis de los ingenuos que siempre
se imaginan que toda obra nace de una anécdota personal”. No obstante
se pregunta: “por qué de entre estas innumerables partículas que
flotan dentro de nosotros hay algunas que suben a la superficie y otras
no” (Ana :259). Y más adelante: “el incesto existe como una
posibilidad omnipresente en la sensibilidad humana(...)” Y
mientras:”El amor entre las personas del mismo sexo ha salido en parte
de la clandestinidad. Sólo el incesto sigue siendo inconfesable(...)El
oleaje suele lanzarse con mayor violencia contra los acantilados más
abruptos.”[3]
Haber
elegido el incesto como temática no parece equivalente a cualquier otra
situación. La “filiación de germanidad” al decir de Roudinesco [4]
es una forma menos cuestionada socialmente que el incesto madre-hijo,
padre-hija, constituye una prohibición dentro de la paridad de la matriz
heterosexual, mantenimiento de lo cerrado frente a lo extraño y
cuyo peligro social se propone desde lo reproductivo. Amenaza de la
pérdida : « (…) cette légère perte de présence
qui vous atteint lorsque d’autres vous regardent et que je suis là
parmi eux… » (Ag. : 23). El
duelo inconsolable de Ana [5]
por la muerte de su amante-hermano Miguel en el cuento de Yourcenar
deviene una muerte simbólica en la obra durasiana, ambas muertes permiten
que el amor perdure; el incesto carnalmente cometido en el primer
caso se diluye frente una ambigüedad aún más sumida en la delicia y el
espanto. “La unión de dos seres excepcionalmente emparejados por la
sangre, aislados por sus mismas cualidades, y el vértigo del espíritu y
de los sentidos transgrediendo una ley. ” (Ana :256). Y Duras: “
Ils sont très loin de la consommation. Ils le consomment
avec des autres. Il y a une intercession de la consommation (..) ils font
appel à leur mari, à leur femme (…) ils vivent l’amour qu’ils ne
peuvent pas avoir », ese amor que se lleva a la práctica
mediante el procedimiento de la delegación. Agatha
es la casa, la piedra preciosa, diversamente coloreada en franjas, término
directo del griego, acathV, dura y translúcida.
Ella porta el nombre, no él. Nombre de la casa, no nombre del padre. La
casa y el agua, el mar. Mer- mère. La simbología atribuible a lo
femenino como esencia, relevamiento propio de las teorías feministas de años
70, en las que Duras participara, aparece en el texto y en los paratextos.
Nathalie Granger [6],
obra de Duras filmada en 1972 en su casa de Nauphle-le-Château, casa
habitada por dos siglos de mujeres “pareillement
dolentes, mais silencieuses” (Nath.:93), configura un texto
representativo de ese período durasiano. ”Le film (...) l’exploration
d’un lieu, d’une maison parmi d’autres habitée par deux femmes”
(Nath.94) , mujeres que ocupan el espacio con sus gestos cotidianos
y su silencio : “Une femme
habite complètement un endroit, la présence d’une femme remplit
l’endroit. Un homme le traverse”, sostiene Duras en Les
parleuses [7]
, en una suerte de “état courant de la femme –venu du
fond des âges, d’une oppression immémoriale”. (Nath.:90). En
Agatha el primer paratexto indica : “Il y a là
un homme et une femme”(7), similares como hermanos pero
diferentes en decisión : aceptación de Agatha y rebeldía exangüe del
hermano. “Difficile d’imaginer des hommes, deux
hommes, faire un feu comme ces femmes, et rester là, longtemps, pour rien
, sans un mot” (Nath. 89). La utilización de las preposiciones
en el estilo de Duras es indicadora de esta concepción, especialmente
« dans »: « elle est dans le parc »
estableciendo una dialéctica particular del adentro y del afuera. “Quel
serait alors ce changement? dice el hermano de Agatha, ”De
rester cependant dans cet amour” , contesta ella (Ag.: 36). Y el
espacio está impregnado del ser y a la vez lo impregna en relación
permeable con la espacialidad, un ser-ahí cuya forma de ser des-alejante
descubre la lejanía.[8]
Duras, nombre del lugar donde el padre de Marguerite había
comprado una propiedad, su verdadero apellido era Donnadieu; Yourcenar,
anagrama del apellido Crayencour. Dentro de la tradición patriarcal el
nombre dado al niño corresponde al del abuelo paterno y a la niña el de
la abuela paterna. En el texto: “On l’a achetée
l’année de ta naissance. Elle s’appelait Agatha, la villa Agatha.
(temps) On t’a donne son nom”. (Ag.:36). Transmisión
de lo paterno elegida y transformada en la vinculación y fijación
espacial. El personaje masculino de Duras permanece sin nombre, mientras
Yourcenar, que ubica su acción durante la Contrarreforma, en 1575,
en Nápoles, ocupada por los españoles, llama Ana y Miguel a sus
protagonistas, con una línea argumental explicada
y clara, mientras que Agatha debe ser armada en la cabeza del espectador [9]
a partir de los datos fragmentados de la memoria de los protagonistas, una
historia estructuralmente armada por avances, encadenada en el
otorgamiento de la información, como si la memoria fuera evocando a
tropezones y desenterrando los datos escondidos. Un erotismo como arma de
transgresión es evocado sin consumar en Duras frente al incesto consumado
de Yourcenar que, sin embargo, no parece convocar el fantasma del lector.
La madre, cómplice silenciosa, elemento triangulador de la pareja, madre
que leía a sus dos hijos el Simposio de Platón y que les recomienda
permanecer juntos el día de su muerte : “Pase lo que pase , no lleguéis
nunca a odiaros. -Nos amamos-dijo Ana. (...) –Eso ya lo sé.”
(Ana:30). Y la madre de Agatha, “Notre amour...notre mère”
(Ag.: 65) en la misma situación: “Mon enfant, ne
te sépare jamais de lui, ce frère que je te donne.(…)Vous avez la
chance de vivre un amour inaltérable et vous aurez un jour celle d’en
mourir” (Ag.: 66). Anticipada delegación que dona un sustituto
para el primer amor esbozando un incesto aún más innombrable, el de
madre-hija. Mencionamos
los conceptos de separación y deseo de fusión asociados al
amor por delegación. El texto comienza en el punto de la decisión de
partir y el conflicto de voluntades. “Lui
- Vous avez toujours dit qu’un jour ou l’autre l’un de nous deux
devrait partir.(…) Vous en parliez comme d’une obligation qui aurait dépendu
de notre seule volonté. »” (Ag.:8). Y es la voluntad como
potencia ejercitante de la libertad la que inicia ese movimiento de
separación, de diferenciación, ocupando quizás el lugar de lo simbólico,
proponiendo la sustitución por otro amante. “ Lui-
C’est ce que vous vouliez me faire. Elle-
Oui. Lui - Cette
souffrance. Elle -Oui.”
(Ag.:13). Sin embargo la separación deviene algo previsto, un
reconocimiento más que conocimiento, fin ineludible más allá de la
circunstancia: “Tout avoir prévu, de tout, de tout ce
qui pourrait survenir entre vous et moi” .(Ag.:10). La repetición
de “tout” parece afirmar el deseo de posesión de lo absoluto,
“aquello que es por sí mismo”, lo incondicionado. Trabajar sobre este
deseo de infinito no implica iniciar una operación reductiva del texto
sino parcializar operativamente en una línea de las lecturas ilimitadas,
vinculando los aspectos formales que evidencian esta obsesión escritural.
La cosmogonía de Duras parece inseparable del deseo de unidad, de lo
in-finito e in-diferenciado a la vez que separación y fusión coexisten
en una figura oxymorónica. Las oposiciones radicales de falta y exceso,
vacío y lleno, vida y muerte y la coexistencia de la unión con el exilio
irreversible.[10]
Es posible leer este acto de renunciamiento como tributario de la
normatividad social en el plano simbólico. También como una renuncia
que se debe al mantenimiento del deseo de absoluto, del amor-manía
o el amor-arrebato fuera del debilitamiento del amor-duración. En ese
plano, el acto del arrancamiento, el desprendimiento provocan
un dolor deseado que garantiza la perdurabilidad de la intensidad
absoluta, la preservación del éxtasis. Necesidad fusional y
confusional, de aniquilación de la distancia mediante la mirada-incesto,
necesidad de desvanecer la conciencia. “Elle
– (...) et je lui ai donné toute la musique à jamais
et je me suis vue emportée dans le bonheur de lui ressembler tant qu’il
en était de nos vies, comme coulait ce fleuve ensemble, là, dans la
glace, oui” (Ag.:29). Un
vehiculizador del deseo de continuidad [11]
está dado por la mirada cargada de energía sexual: el ojo es el lugar de
la energía sexual, lo endoscópico privilegia la posición
del voyeur, exacerba el deseo. Ver es hacer. “Lui
- ce regard qui creusait notre corps tout entier d’une blessure si
grande, plus grande que lui, brûlante” (Ag.:55). Pero la mirada
tiene dos grados: hacia fuera y hacia adentro. De allí quizás una figura
del incesto entre Agatha y su hermano, el mirar. La primera
instancia del incesto simbólico está en el teclado: “Elle
–(...) j’ai posé mes mains à côté des vôtres
sur le clavier. Nous avons regardé nos mains, nous les avons mesurées
pour savoir combien les miennes étaient plus petites.” (Ag.:31).
La “cloison sonore” que separa las habitaciones
y permite al hermano desear a través del deseo del amante ocasional de
Agatha, la “chambre hallucinatoire” evocan una escena
parcialmente similar en la secuencia preámbulo erótico del cuento de
Yourcenar : “se acercó a la puerta sin ruido, parándose repetidas
veces, y acabó por apoyarse en ella. Sintió que Ana se apoyaba también;
el temblor de sus dos cuerpos se comunicaba a la madera” (Ana: 50).
Más adelante, Duras vuelve a dimensionar la mirada : “Lui-
Je la regarde. Le sait-elle? Elle-
Elle le sait.(...) Lui- je
la regarde longtemps. Le sait-elle? Elle
– Elle le découvre.” (Ag.:48-49). Y luego : “Lui–...
je n’ai de souvenir que de vous avoir vue, pas d’autre chose,
d’aucune autre chose que de vous avoir...vue. Regardée.”
(Ag.:56). La mirada luego se vuelve hacia el interior, como un segundo
grado de la percepción, una intensificación del objeto: “le
corps de ma sœur est là, dans l’ombre de la chambre.(...)les yeux sont
fermés.” (Ag.:48), “Lui-
Les yeux sont invisibles. Le corps est enfermé tout entier sous les paupières.”
“ferme les yeux et regarde la terre » « Elle-(…)
regarde derrière tes yeux(...) Tu posais tes mains sur mes yeux (...)je
voyais le rouge...les incendies… et la nuit (...)je te disais voir aussi
tes mains à travers le rouge de leur sang” (Ag.:60). El
ser en el amor parece buscar la “continuidad”, la fusión en lo
perdido, la disolución del ser. La propia entrega sexual encierra ese
deseo de alcanzar lo ilimitado. Para Bataille existen dos posibilidades en
la unión de dos amantes: o existe la pasión y esa unión pide muerte,
deseo de matar o matarse. Muerte efectiva como Miguel, el protagonista de
Yourcenar o muerte simbólica en la separación. O se sumerge el amor en
otra forma de discontinuidad como es el hábito, el amor -duración. La
separación se vuelve necesaria y sacrificial. El abandono
pasivo se transforma en abandono activo, deseado, como acto de reafirmación
del ser que se apropia de su abandono. “Elle
-Irrémédiable(...)Que ferions- nous sans cette douleur?...sans cette séparation...cette
douleur?” Mar y río evidencian esa eternidad deseada: “c’était un fleuve dangereux, vous avez expliqué les trous d’eau et les vertiges et les tourbillons qui s‘emparaient du corps des enfants l’été et les enfouissaient dans les sables du fond” (Ag.:26) Y el desdibujamiento de las fronteras como procedimiento de contaminación metonímica que da impresión de continuidad implica un rechazo de los límites. Contrasta con los cortes abruptos de la sintaxis, las repeticiones estilísticas apuntando a un deseo de totalidad. El agua realizará la fusión del afuera y del adentro, se desliza de un espacio al otro, vehicula el deseo de ósmosis y anuncia los torbellinos de la acción en instancias textuales en que cuesta separar metonimia de metáfora: “je me suis éloignée de vous et je vous ai regardé et puis j’ai regardé le tournant du fleuve “(Ag.:27). El río es torbellino, el mar es calma. El sentimiento está idealizado en la representación , el objeto exacerbado, objeto siempre a punto de desaparecer en la ola oceánica y extremadamente fijado. Según Talpin [12] esta modalidad genera en el lector una “excitación narcisista”, ya que despliega una seducción estética a la que éste se abandona, especialmente en la dimensión letal del agua. La idealización en la representación fascina con enunciados irreductibles : “Lui - Ton odeur, Agatha, ce vide.(...) Mon amour. Agatha...ma sœur Agatha...mon enfant...mon corps. Agatha.” (Ag.38-39). ”, escritura polilógica para Julia Kristeva [13], ejemplo del flujo sonoro propio de lo semiótico, connotativo, que funciona como una modalidad significante ambigua y a la vez dotada de fijeza. Si para esta autora la literatura se construye en la contradicción entre el ritmo y lo gramatical, entre el yo estable de lo simbólico y el gesto disolvente indiferenciado, la palabra durasiana está ubicada en esa zona de transgresión dolorosa. Territorio de lo materno-arcaico, figura de la ecolalia. Una palabra dolorosa y desfalleciente, propia, según Kristeva, del melancólico, del duelo incumplido, del agotamiento [14]: “Ils sont debout, adossés aux murs, aux meubles, comme épuisés” (Ag.:7). Y conviene antes de proseguir atar un cabo con el final del cuento de Yourcenar, y el epitafio que Anna coloca en la tumba de Miguel : Luctu meo vivit (viví en/con mi luto/llanto)(..) Anna, soror , hoc posuit monumentum aeternum aeterni doloris amorisque. (Ana, hermana, dedicó un monumento eterno de eterno dolor y amor). Aquí también la exacerbación en la presentación del objeto lo constituye en irremplazable, indaga en la imagen absoluta, la totalización perpetua La
soledad se instala como inherente a la tragedia existencial
de estos personajes. El sujeto está separado del continuum.
Duras dice en La vie tranquille
(1944) : “Avant moi, il n’y avait rien à une place. Maintenant, il y
a moi à la place de rien. C’est une succession difficile”. Si
el yo está formado de finito e infinito, de temporalidad y eternidad, de
necesidad y libertad, “el yo es una relación que se refiere a sí misma
(...)el retorno a sí misma de la relación” [15]
Si es una síntesis entre ambos, entre lo finito que limita y lo infinito
que ilimita, el ser existe en una desesperanza con respecto a esa doble
categoría, por “discordancia interna de una síntesis”. Doble
categoría que genera relacionalmente una tercera. Su finalidad es
devenir, la negación es interceptar ese devenir con la fijación y
exacerbación de instantes encriptados. El ser en desesperación, estado
constante y natural, puede querer aniquilar esa posibilidad ignorándola,
puede inclinar la balanza por la falta de finito o infinito. Quizás
en esos términos en la desesperación por falta de infinito pueda
plantearse la diferencia entre Agatha y su hermano, entre la conciencia de
la necesidad de separación y su negación. De algún
modo como en Diario de un seductor [16]
de Kierkegaard el personaje de Johannes acerca a Cordelia a esa nueva
percepción, mediante la separación final : “Y en ese momento que me
siento separado de ti, me precipito en el mar para poder reunirme contigo:
en el mar del pensamiento, del deseo infinito.” (Diario:142). Duras
invierte los términos, los géneros; para Kierkegaard es el hombre
el dotado de infinito, frente a la mujer enajenada en el otro. “Cordelia
debe aprender a moverse en el espacio sin límites, a volar y acunarse por
sí misma en una plenitud de sensaciones, a confundir los frutos de su
imaginación con los de la realidad, la verdad con la poesía, a dejarse
llevar en el torbellino del infinito.”(Diario: 98). El desesperado no
puede no deshacerse de su yo en infinitud ni poseerse completamente siendo
él mismo en su finitud. La imaginación, agente de
infinitación, lleva a la pérdida del yo , se evapora hasta no ser. La
desesperación por la falta de infinito sume al yo en el mundo de lo
necesario, significa la negación de lo espiritual, el “olvido del
nombre divino”. Amor
a través de un tercero que hace conciencia, amar a través de la delegación:
madre, hermano o amante. Trasgresión y tabú, norma creada en complicidad
secreta con la transgresión : “Plus dangereuse, plus
redoutée, plus redoutable, plus effrayante, plus inconnue, maudite,
insensée, intolérable, au plus près de l’intolérable, au plus près
de cet amour” (Ag.:42). El erotismo de los cuerpos, de los
corazones o de lo sagrado, al decir de Bataille, genera una
nostalgia fusional, despegada o no de los cuerpos., destruye el ser
cerrado, busca el desfallecimiento. La transgresión supera y completa lo
prohibido y coloca en contigüidad placer intenso y angustia. La belleza,
el éxtasis sensorial , la exaltación del objeto de amor magnifican el
mundo y transfoman el deseo del otro en eco del propio. Los objetos,
seres, irradian desde el interior, y los grandes oxymoron durasianos “
douleur adorable” , donde la semejanza fónica y la contigüidad sintáctica
contradicen la oposición semántica, cobran su extraña fascinación,
triunfo sensorial, emoción sagrada : “Elle
– rien d’autre, vous voir. Et puis vous quitter ensuite, très vite
après, comme à l ’instant même où je vous aurais vu.”(Ag.:11).
Finalmente
Agatha menciona el nombre de Diotima, nombre que se da a ella misma
frente a su amante. Más allá de la directa indicación a Musil,
Diotima es aquella mujer de Mantinea que instruye a Sócrates sobre la
naturaleza del amor en el Simposio, libro que leían los personajes de
Yourcenar. Participación femenina en el mundo del pensamiento , inclusión
de una religión mistérica anterior al predominio patriarcal en Grecia,
vuelve del logos a una mitología armonizada en su explicación,
y con su nombre, Diotima, da esa posible lectura del don de los dioses a
los hombres. Entre la abundancia y la pobreza, Eros, intermediario
entre lo mortal y lo divino, conduce por un camino de progresiva
abstracción. Y Sócrates inicia su discurso :“En primer lugar el amor
lo es de alguna cosa y por lo tanto la falta de esa cosa está presente
ella misma” [17],
indicando que el amor entabla una relación de tensión con un
objeto que apela , para concluir que “si alguna cosa da valor a esta
vida es la contemplación de la belleza absoluta” [18]
. Y Agatha, en el texto seleccionado como epígrafe dice : “Je
pars pour aimer toujours” omitiendo el pronombre que consolidaría
un objeto único y no un instrumento para llegar a. La palabra, el discurso es lo tercero separador en la dinámica de la pasión : “Lui – Cet été était-il aussi beau que nous le disions?”, construye el referente textual y mantiene el esplendor estetizante de la ambigüedad en una sustancia trascendente, “raideur effrayante” : “Elle- Le souvenir en est plus fort que nous qui le portons...(...)plus beau que toi, plus avant que notre beauté, que mon corps, plus doux que cette peau sur la mienne sous le soleil, que cette bouche que je ne connais pas. “ |
1] Marguerite Duras à Montreal, Montréal: Spirale, 1981, citado en Pierrot, Jean, Marguerite Duras, Paris: Corti, 1989. Págs. 315-319. |
2] Yourcenar, Marguerite, Como el agua que fluye, Madrid, Alfaguara, 1994.(trad. de Emma Calatayud). [3] Yourcenar, op. cit. Pág. 261. [4] Roudinesco, Elisabeth, La familia en desorden, Bs. As.: Fce, 2002. (1ª. Ed. 2002. Trad de Horacio Pons). [5] La traducción al español utiliza “Ana” en vez del “Anna” del original en francés. [6] Duras, Marguerite, Nathalie Granger, Paris, Gallimard, 1973. [7] Duras, Marguerite, Gauthier, Xavière, Les parleuses, Paris, Minuit, 1974. [8] Heidegger, Martín, Ser y tiempo, BS. AS.: FCE, 2003. (trad. al español de José Gaos) (1ª ed. 1927). [9] Burgueño, María Esther, “El sonido y la furia”, Revista Relaciones, http://www.chasque.apc.org/frontpage/relacion/0203/po_otra_parte1.html |
[10] Pinthon, Monique, “Une poétique de l’osmose”, en Vircondelet, Alain (dir.) Marguerite Duras, Paris: Ecriture,1994.- [11] Bataille, Georges, El erotismo, Barcelona: TusQuets, 1997. (1ª. Ed. 1957. Trad de Antoni Vicens, Marie Paule Sarazin). [12] Talpin, Jean-Marc, La fonction psychique du lecteur dans la poétique durasienne, en en Vircondelet, Alain (dir.) Marguerite Duras, Paris: Ecriture,1994.- [13] Kristeva, Julia, Polylogue, Paris: Seuil,1977. [14] Kristeva, Julia, Sol negro, depresión y melancolía, Venezuela, Monte Avila, 1991. (1ª. Ed. 1987. Trad . de Mariela Sánchez Urdaneta). [15]
Kierkegaard, Sören, Tratado de la desesperación, Bs. As., Santiago
Rueda, 1960. (trad. al español de Carlos Liacho). (1ª ed. 1849). [16] Kierkegaard, Diario de un seductor, s/e, s/d. [17] http://www.perseus.tufts.edu/cgi-bin/ptext?doc =Perseus%3Atext%3A1999.01.0173&layout=&query=Sym.%3A201d&loc=Sym.%20201d [18] Platón, Diálogos, Bs. As.: Espasa-Calpe. 1962. |
Lic.
Claudia Pérez. Profesora de Literatura de la Escuela Municipal de Arte Dramático "Margarita Xirgú". |
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