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Cuando vino el Sarrasani |
Sabido es que el escenario del "Teatro Politeama", por sus características especiales, permite la presentación de espectáculos que, por su naturaleza, necesitan de grandes espacios. Muchos circos recalaron por Canelones. Existen documentos que permiten localizar la actuación de volatineros desde los lejanos años de 1823. Las compañías circenses de Risolí, Podestá, López, Pensado y tantos otros, vinieron en repetidas veces a nuestra ciudad y, en algunas oportunidades, actuaron en nuestro principal coliseo. Lo que realmente significó un acontecimiento para nuestra tranquila villa fue la presencia del más famoso y conocido circo de todos los tiempos: el "Sarrasani". Debutó el sábado 23 de febrero de 1924, en el "Teatro Politeama". El escenario del teatro que había sido inaugurado el 26 de marzo de 1921 -casi tres años antes- tenía una conformación algo más amplia que la actual en virtud de que los camarines no le habían tomado espacio. El circo no llegó a Canelones como el común de las compañías, antes o después de debutar en Montevideo. Lo hizo estando establecido en la capital, como una concesión amistosa, de simpatía o de mero interés comercial. Esa misma noche actuó en Montevideo, como de costumbre, sin que su visita a la ciudad canaria le deparara mayores problemas alterándole la programación. |
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Sarrasani había llegado a Montevideo en el vapor "Luddendorf" el día 15 de diciembre de 1923, para el cual se había previsto su debut, en amplio predio del "Parque Rodó" y que luego fuera diferido para el lunes 17, dos días más tarde. Venía bajo la dirección de su propietario, un alemán cargado de cicatrices y glorias, llamado Hans Stoch Sarrasani que oficiaba, asimismo, como domador. El arribo estuvo seguido de un pintoresco desfile desde el "Muelle Maciel" lugar de desembarco, hasta el "Parque Rodó". Los vecinos de aquel Montevideo, de los años veinte, disfrutaron de un espectáculo nunca visto, lleno de musicalidad y colorido. La temporada que en la capital del país llegó a los cuatro meses, estuvo matizada por la paulatina incorporación de nuevos números que actuaban como "gancho" para aumentar la presencia de los espectadores. Algunos fueron anunciados por la prensa: "Acto de Hilaridad. El Cabalgar de los Aficionados. $100.oo al jinete que consiga dar tres vueltas parado sobre el caballo. (Se aclara que se usarán los caballos más mansos de la Caballería del Sarrasani)". Las crónicas de entonces no informan si alguien llegó a alzarse con tan importante premio. Otras de las atracciones que manejó la empresa circense para conquistar público estuvo constituida por la celebración de un Certamen Internacional de Lucha Romana, algo similar a lo que, medio siglo después, intentó el armenio argentinizado Karadajián. Lo que resultó curioso es que, distinto a lo que acontece en la actualidad donde el público joven delira por este tipo de espectáculos, los niños y adolescentes de aquellos años no se entusiasmaban con la violencia. Ello obligó a que los organizadores, dejaran expresa constancia, de que en las "selecta matinées" de la tarde no se incluirían espectáculos de lucha romana. Cosa rara, por cierto. Pero volvamos a su actuación, en Canelones. Los números presentados fueron: "Papagayos amaestrados". Enseñados por la Srta. Marijoh. "El perro Sabol". Tamuy. "Las Hermanas Walderes". Equilibristas. "Cuadros Japoneses". Acróbatas. "Grupo de Bailarines y Cantores Rusos". "Leonor Remer". Arriesgado ejercicio sobre un mástil a una altura de 25 pies. "La Hamaca de la Muerte". "La Trouppe Otawa". Acróbatas de trampolín. "Los Tonnis Balbusios". Cómicos. "Los Ramponis". Célebres contorsionistas. "Exhibición de Fenómenos: La Mujer con Barba - La Gorda Lotte y La Mujer Hombre". Llaman la atención estos tres fenómenos presentados con tan sugestiva nominación. En resumen: La presencia del Circo Sarrasani fue para el Uruguay y, en particular, para nuestro Canelones, uno de los grandes acontecimientos de siglo. No obstante ello, nunca falta algún contra o "aguafiesta". Al finalizar el espectáculo que comentamos, alguien patentizó su disconformidad argumentando que los precios cobrados en Canelones no eran los mismos, y que la compañía no había venido en su totalidad. Lo primero era cierto. En el Politeama no se contó con la posibilidad de ver el espectáculo parado, como en el Parque Rodó, por $ 0.40. ¡Curiosa prerrogativa! En cuanto a lo segundo, es de señalar que figuraban en el elenco, doce robustos elefantes de la India que, naturalmente, no vinieron. Imaginen ustedes las tribulaciones de los Monserrat, Romano o Grolero -los dueños del teatro- si el elenco hubiera concurrido en pleno. |
Nelson Perazza
De "Cuentos para Francisco"
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