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Hemingway en
el paisaje cubano, dos historias |
La proximidad a la cuentística de Ernest Hemingway en sus coordenadas cubanas me sigue pareciendo de una muy sugestiva connotación. Resulta interesante que dos de tales producciones— con notorias marcas de proximidad al paisaje cubano— hayan pasado desapercibidas por largo tiempo. Refiero a dos pequeños cuentos cortos del celebrado narrador que se afincara en tierras cubanas por décadas: “I Guess Everything Reminds You of Something” y “Greats News from the Mainland”
La causa más inmediata se vincula con la no existencia de una traducción, hasta donde se sepa, de tales cuentos al español. Acometer este empeño[1] en este aquí y ahora cubanos, además de necesario, (ambas obras permanecieron inéditas hasta el año 1987), implicaría añadir, al ya largo opus literario hemingwayano, bien conocido entre nosotros, una nueva coordenada del autor de Fiesta en su larga y fructífera estadía cubana, en la que se concentran casi veinte años de duro bregar con el oficio más solitario del mundo. En tal línea que incluirían piezas de magistral hondura como sus noveleta El Viejo y el Mar, que vería la luz primera en su Finca Vigía, se incluyen también estas dos piezas al parecer menores de su dilatada cuentística que también fueron concebidas, ambientadas y finalmente dotadas de vida, en el contexto siempre subyugante de su casa cubana, ese sitio tan suyo, pero a la vez tan de todos los que amamos su obra.
El hecho se vincula igualmente a que estos textos que consideraría como tardíos en su producción cuentística, pues como ya se ha acotado más arriba, no fueron previamente recogidos en ninguna publicación previa al año 1987. Su aparición en la edición de tal año de Scribner de: “The Complete Short Stories of Ernest Hemingway”, permitió develar esas coordenadas imprescindibles de la cercanía cubana de tales historias, de un Hemingway a quien los cubanos también consideramos nuestro. Consideraré pues en esta cercanía los detalles de esa cubanidad que pasa inexorablemente por ambas historias, donde no falta el hálito mágico y siempre sugeridor de su hermosa Finca Vigía, un protagonista más de ambas historias donde el setting[2] es sin dudas un elemento que aúna y tipifica tales narraciones.
Bien miradas ambas historias tienen una sugerente continuidad que las matiza a la hora de su lectura como un todo. En ambas, el paisaje cubano transpira sugeridor, aunque en una de ellas se haga de una manera explícita (“Great News from the Mainland”) y en la otra se le aluda primariamente, y quede ciertamente implícito en todo el resto del relato. Sucede como pocas veces en la obra cuentística heminguayana, que los mismos personajes habitan el mismo espacio temporal de las acciones narradas. Este detalle hace de ambas narraciones un continuum en el que el paisaje referido tiene un peso circunstancial para acomodar las acciones de tales personajes[3]. Y ese paisaje es Cuba. Pero aún más, ese paisaje refiere en ambas narraciones al espacio vital de Finca Vigía[4], del Hemingway, narrador y alter ego ineludible de uno de los personajes retratados.
Como historias cortas émulas de otros tantos títulos emblemáticos de la misma finura de: Fathers and Sons, A Day’s Wait, o Indian Camp[5], estas dos historias tienen el referente de un narrador que trasuda inexorablemente al autor, al Hemingway más vital, y que lo conectan en ambos casos con situaciones de su propio entorno familiar. Por esta vez, uno de sus hijos hábilmente ficcionalizado bajo el nombre de Stephen (Stevie), para mi gusto el controversial Gregory, fallecido en 2001 en una cárcel de la Florida[6], mientras el hábil narrador es uno de ellos un oscuro Mr. Wheeler, y en el otro, un silenciado escritor que quiere aupar a su joven retoño, presumiblemente un debutante con cierto éxito, en las lides literarias. Aparentemente inconexas, estas dos historias tienen sin embargo el inevitable hilo conductor de los personajes de Steve y su padre, el primero, un imberbe adolescente dotado también de gran talento para el tiro deportivo en una de las narraciones (I Guess Everything Reminds You of Something), y luego un joven que debuta con algún trastorno de índole psiquiátrico, presumiblemente esquizofrenia, (Great News from the Mainland), y que perfectamente se deduce de la lectura atenta del cierre del primer relato, cuando el padre descubre que la impostura literaria del pequeño tiene un claro componente de la ya acechante enfermedad mental cuando acota:
En los últimos cinco años, de los siete que pasaron desde el verano de la historia premiada, y el día en que dio con el libro, el niño se había comportado de manera odiosa y estúpida. Pero eso se debía a su enfermedad, su padre se lo había dicho. Su vileza provenía de su enfermedad. Ya estaba mejor después de aquello. Pero todo aquello había empezado un año o más después de aquel verano.[7]
La alusión primordial a este paisaje cubano es esencial en la narración “Great News from the Mainland”[8]. Es precisamente en ese setting narrativo donde se explicita con detalles que no dejan ninguna duda. Basta leer con atención como arranca esta historia, para percatarnos enseguida de que ese espacio de ficción allí retratado tiene una específica contraparte en la vida del propio narrador y a la vez personaje de la historia.
“Por tres días sopló el viento del Sur[9] doblando los penachos de las palmas reales, hasta arrancarlos de sus grises troncos que igualmente se doblaban con el fuerte viento. A medida que se hizo más fuerte, los tallos color verde oscuro también cayeron. Las ramas de los mangos chocaban unas con otras; el cálido viento fue quemando igualmente sus flores hasta volverlas de color carmelitoso y los tallos se secaron. El pasto estaba también seco y ya no hubo más humedad en el suelo, y se podía sentir el polvo flotando en el aire”.[10]
Esa especial fronda que se mueve al viento, no es otra que la fabulosa cubierta verde de Finca Vigía, donde el efecto del viento debió tener para el autor una especial notoriedad que la historia recoge. Un poco más adelante el paisaje vuelve a explicitarse. Resulta entonces muy fácil percatarnos de cómo Hemingway se escuda detrás del personaje de Mr Wheeler—protagonista de la historia— para retratar su propia morada. Escuchémosle atentamente:
“El viento volvió a soplar del sur el jueves. Ya no había mucho que afectar en los árboles, excepto tumbar las pencas secas de la palmas, y secar las pocas flores de mango cuyos tallos no habían muerto todavía. Pero siguió amarillando las hojas de los álamos, y lanzó hojas y polvo a la piscina. Había polvo en los libros y en los cuadros. Las vacas yacían con sus ancas contra el viento, y el pasto que rumiaban estaba seco y arenoso. El viento siempre viene en la Cuaresma, recordó Mr. Wheeler. De ella toma su nombre localmente aquí. Todos los vientos malos tiene nombres propios., y los malos escritores hacían literatura de ellos. El había resistido eso como había resistido escribir que las pencas de las palmas, se partían sobre el tronco, como se parte el pelo de una muchacha cuando se para de espalda a la tormenta. Se había resistido a escribir sobre el aroma de las flores de mango cuando habían caminado juntos, la noche anterior a la llegada del viento, ni sobre el zumbido de las abejas sobre ellas, más allá de su ventana. Ahora ya no había abejas, y el se negaba a bautizar el viento con un nombre extranjero. Se había hecho muy mala literatura alrededor de los nombres extranjeros de los vientos, y él se sabía muchos de aquellos nombres. Mr Wheeler escribía a mano, porque no quiso destapar su máquina de escribir durante esa temporada ventosa”[11]
Flores, aromas, abejas que revolotean, y una notoria cercanía al escritor que se niega a definir aquel viento seco del Sur, y que no se atreve a destapar su propia máquina de escribir para evitar el molesto polvo, son sin dudas elementos raigales de esta narración. Finca Vigía emerge a la luz con ese particular acento anecdótico que el autor propicia. La piscina se llena de hojas secas, y el calor pegajoso de los mediodías tiene el inevitable sabor del polvo que no se aplaca con nada. Para Hemingway, el narrador de las cosas bien conocidas, ese ambiente cubano de su propiedad, no escapa en modo alguno a la historia. Inevitablemente en ella se trasvasan tan sugerentes detalles, y se teje la madeja de lo narrado. La atmósfera es sin dudas un elemento sustancial en la conformación del setting narrativo
La inevitable referencia a Finca Vigía, con su arbolada cubierta verde, los senderos de grava entre las edificaciones, y ese enigmático aire que la envuelve, vuelven a la carga en lo que será otra referencia menos explicita que la anterior; refiero ahora a “I Guess Everything Reminds You of Something”. De cualquier modo, el escenario de la historia que se narra, es nuevamente Finca Vigía, esta vez con una clara alusión a las edificaciones de la Finca, y la existencia de una casa principal y otra aledaña, el pequeño bungalow[12], dedicado a los niños en sus visitas veraniegas y a las visitas . La alusión resulta muy clara en el texto en el que esta vez el plot singulariza las cercanías del padre escritor y el hijo supuesto émulo de aquel:
“Ese verano el niño leyó los libros que su padre le seleccionó en la biblioteca, y cuando venía a la casa principal para el almuerzo, si no había estado jugando pelota, o no había bajado al club de caza, el regularmente diría que había estado escribiendo”[13]
Por lo que intuimos del texto no sólo es la casa la parte del paisaje cubano narrado, también por cercanías con la historia que se cuenta, pues se refiere a un club de cazadores donde padre e hijo practican además el tiro deportivo, se alude inevitablemente otra cercanía, esta vez de la ciudad habanera, el antiguo Club de Cazadores, ubicado en la barriada del Cerro[14]. Ese inexistente espacio de la ciudad, tiene sin dudas especiales referencias en lo narrado cundo padre e hijo se sometan a una difícil competición de tiro al pichón[15]:
“En las competencias, cuando salía sobre el cemento, giraba la rueda y se encaminaba a su posición de tiro, los profesionales estaban silenciosos y atentos. Era el único tirador por el que la multitud guardaba silencio.”[16]
Otros sitios de la ciudad emergen igualmente en el relato. Son como pequeñas pinceladas de la acción que discurre entre el padre y el hijo a la manera de referencias situacionales de la historia, que por demás narra detalles que me parecen absolutamente anecdóticos a la propia experiencia vital del Hemingway narrador, los sitios del entorno habanero del escritor aparecen así retratados en la ficción, y son referentes a los mercados, los bares o las vallas de gallo, donde discurre la realidad no ficcionalizada de esta pequeña historia.
En general, las coordenadas paisajísticas de estas historias cortas heminguayanas, constituyen elementos raigales en cada relato. La acción se inscribe en los pormenores que tal discurrir representa y son sin dudas cotas de referencia imprescindible a ese paisaje nuestro que le prestó cercanías ineludibles a la acción literaria de estas historias, netamente cubanas. Descubrir en este aquí y ahora, ese paisaje con el particular estilo del Hemingway siempre cercano a nuestra idiosincrasia, es sin dudas un cumplido literario que siempre tiene buen gusto.
Notas: [1] Las traducciones precedentes de la obra de Ernest Hemingway entre nosotros destacan por su excelencia de la mano de traductores de oficio altamente reconocido: Lino Novás Calvo (The Old Man abd the Sea); Felipe Cunill (The First Forty Nine Short Stories); Guillermo Cabrera Infante (Nobody Ever Dies) y [2] En Hemingway, el tratamiento del ambiente, tiene especiales connotaciones, que sin dudas insufla una muy particular circusntancia, a la historia narrada. [3] Justamente el hecho de que se traten de los mismos personajes es muy sugeridor. En el caso de la narración I Guess Everything Reminds You of Something se trata del pequeño Stevie, un niño que muy presumiblemente va camino de su adolescencia, y que antecede quizás en el tiempo al Stephen de Great News from the Mainland, donde aparece retratado quizás como un joven universitario, todo un freshman en algún collage norteamericano. El hecho de que en el primer relato se aluda al diminutivo del nombre, pueda dar la idea de una toma de distancia entre el pequeño y el joven que es protagonista del segundo relato. [4] Las alusiones a la Finca se encuentran en varios autores norteamericanos como es el caso de A. E. Hotchner autor de Papa Hemingway, allí encontramos esta interesante referencia al hogar cubano de Hemingway: “The little town of San Francisco de Paula, where Ernest's Finca Vigia (Lookout Farm) was located, was itself a poverty-stricken shambles. But the Hemingway property was fence-enclosed and consisted of thirteen acres of flower and vegetable gardens, a cow pasture with a half-dozen cows, fruit trees, a defunct tennis court, a large swimming pool, and a low, once-white limstone villa which was a bit crumbled but dignified. Eighteen kinds of mangoes grew on the long slope from the main gate up to the house that Ernest called his "charming ruin." (“El pequeño poblado de San Francisco de Paula, donde se ubicaba Finca Vigía, se conformaba de pobres casuchas. Pero la propiedad de Hemingway estaba cercada incluyendo trece acres de florecidos jardines, un pastizal para una docena de vacas, árboles frutales, una cancha de tenis, una piscina y una villa de perfil bajo alguna vez pintada de blanco, que lucía un poco desmejorada pero con mucha dignidad. Dieciocho variedades de mangos crecían en la pendiente entre la entrada principal de la finca y la casa a la que Ernest aludía como su “encantadora ruina”) Traducción del autor. [5] En estas tres historias se incluyen en la ficción alusiones a padres e hijos que inevitablemente nos conectan con las particulares coordenadas de Ernest Hemingway y que muchas veces aluden a su controvertida relación con su padre. La primera y la última en particular pertenecen a la saga de Nick Adams, claro alter ego del autor. [6] Gregory Hemingway, el hijo más joven del escritor, murió en la cárcel del condado de Dade en la Florida, víctima de un fallo cardiaco en 2003, luego de batallar contra el alcoholismo, el abuso de drogas y la depresión. (Citado por BBC Mundo.com en su edición del 3 de octubre del 2003). Había nacido en 1931 en Kansas City. Tales antecedentes nos llevan a presumirlo como uno de los alter ego de las historias aludidas, justamente como un adolescente en los años cuarenta del pasado siglo veinte. [7] I Guess Everything Reminds You of Something (Me parece que a ti todo te recuerda algo) Texto traducido. [8] Los textos traducidos que someto a partir de este instante corresponde a mi particular versión de “Great News from the Mainland” y “I Guess Everything Reminds You of Something” recogidos en el libro ya citado The Complete Short Stories of Ernest Hemingway [9] La historia recrea la atmósfera que los conocidos vientos de Cuaresma, producen en la geografía insular cada año, justo antes que el calendario católico marque la celebración de la Semana Santa o Semana Mayor como seguramente Hemingway la conoció en España. El detalle de la fortaleza de tales vientos parece, sin embargo, referir a los que los ciclones tropicales traen aparejados en al temporada ciclónica de la isla. Los de Cuaresma suelen ser por su fortaleza de mucha menor envergadura que los últimos citados. Hemingway conoció de sus embates en más de una ocasión. El detalle que en la presente historia los intercambie, me sigue pareciendo un lapsus sin importancia , antes que un desconocimiento sobre un tema que le resultaba muy cercano a su experiencia vital en Cuba. [10] Great News from the Mainland. Op cit. p .602. [11] “Great News from the Mainland” op. cit. pp.603-604 [12] La alusión al pequeño bungalow es explícita por parte de los hijos del escritor en el prólogo de The Complete Short Stories. Allí leemos que: “As children in the very early morning lying awake in bed in our own little house that Marty had fixed up for us, we use to listen for the whistling call of the bobwhites in that country to the south. “ (“ Aún niños, muy temprano al amanecer , todavía acostados en la pequeña casa que Marthy nos había destinado, acostumbrábamos a escuchar el chiflido de las codornices hacia el sur.) [13] I Guess Everything Reminds You of Something .op cit.p.597 [14] Posiblemente Hemingway visitara en la Habana otros sitios donde se practicara tal deporte. Específicamente el antiguo Club de Cazadores del Cerro, ubicado originalmente frente al campo de futbol de Campo Armada cerca del Alí Bar, tuvo otra ubicación a partir del año 1955, relocalizado esta vez en las inmediaciones de Rancho Boyeros. (Ver el artículo periodístico de Luis Hernández Serrano “Fidel usó las escopetas de Hemingway” aparecido en Juventud Rebelde el miércoles 24 de octubre de 2007, donde se aclaran tales detalles) Sus hijos John, Patrick y Gregory aluden al antiguo, en las palabras liminares de The Complete Short Stories of Ernest Hemingway, ya citado. [15] Las especificidades de tal deporte, favorito de Hemingway y en el que demostraba ser un experto las econtramos también en la monumental biografía de Charles Baker: Hemingway A Life’s Story, al respecto acota su más reconocido biógrafo que: “ Next day he won $38 shooting pigeons at the Club and on Monday permitted himself in Havana where he "lorded it" ever so lightly over some of the twenty marksmen he had beaten the day before. . . . On the 19th he talked to Mary again by long distance, finished thatching the pool shelter, sorted books for a new bookcase, swam ten laps, did seventy-five lifting exercises, shot a match with Alvarito Villamayor in which he killed nineteen out of twenty pigeons and won $30 . . . (Al día siguiente día ganó $38 en tiro al pichón en el Club, y el lunes se permitió quedar ligeramente sobre los veinte competidores que había derrotado el día anterior…(El día 19 habló otra vez con Mary por larga distancia, acabó de techar el emparrado de la piscina, clasificó los libros para un nuevo librero, nadó diez vueltas, hizo setenta y cinco abdominales, y participó en un match de tiro con Alvarito Villamayor en el que mató 19 de 20 pichones y ganó $ 30.) Traducción del autor. [16] I Guess Everything Reminds You of Something .op cit.. p.598
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por Lic. Carlos A. Peón
Casas
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