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El idealismo de Sancho
por Humberto Peduzzi Escuder

 

Una interpretación del "Quijote", después de tantas, es posible. Las obras maestras, como el mundo leibniziano, "encierran un infinito actual", siempre un infinito actual. Desde el simple comentario hasta el estudio de fondo, pasando por todos los grados; desde la investigación ceñida a los datos más concretos y palpables, hasta el descubrimiento de lo más fino e imponderable, desde cualquier punto de partida hasta cualquier meta cercana o lejana, toda equivocación que se cometa encierra una parte de verdad, la que no dejará dormir tranquilo al escéptico; pero que, con respecto a la interpretación del "Quijote", es la más justa observación.

Eso del materialismo sanchopancesco siempre me ha convencido a medias; no diré lo mismo del idealismo de Don Alonso Quijano el Bueno; pero sí que las fuentes del tal me han parecido siempre otras de las que se dan. Sancho reconoce la existencia del mundo, sabe de las condiciones que hay que considerar cuando se está dentro de él. En realidad, el hombre, y el mundo, para él, son dos términos de una ecuación, en donde el hombre, además de espíritu, es cuerpo, y éste por algún lado es tan sagrado como el alma, puesto que llena una función por ninguna otra cosa llenada.

La vida de Sancho es una afirmación, una milicia, aunque sorprenda. Él, uno de los tantos caballeros del ideal. Un escudero idóneo de un caballero ideal.

Para Don Quijote, el descubrimiento de otra forma del ideal que junto con la suya merecía ser salvada porque como la suya descansaba sobre la actividad. Si palmo a palmo había que conquistar el puesto de caballero, si ruda y diariamente había que defenderlo con obras, también esta otra virtud era un vencimiento de sí. Se inclinaba a la tierra para tomar mayores fuerzas; pero no era materia sin redención, sino espíritu.

Sancho Panza, modelado, en 1930, por Coullaut para el monumento de la Plaza de España (Madrid)

Sancho necesita de imágenes concretas. En esto es pueblo, y pueblo hispano. Su devoción pide noticia particular del Dios, una seña, aunque pequeña, de sus pasos por la tierra. Encontrada, ya queda satisfecho; y en esto, también es pueblo, héroe del sentido común, y él sentido común es el escalón más bajo del templo de la sabiduría, la sabiduría de las almas a quienes se ha negado la visión de lo grande: pero que tiene naturalmente el instinto de lo grande que se hace consciente en las otras. Aunque ciego, Sancho siegue el camino que debe seguir con la notable seguridad de un vidente. Alonso Quijano el Bueno lo ha comprendido tarde; mas lo ha comprendido. Don Quijote no hubiera sido tal sin esto, que es la última etapa de su sabiduría, y que se debe adquirir como cosa vital poco antes de la muerte para que el hombre quede completo. En realidad, Don Quijote no renuncia a su ideal sino a los extremos del mismo, y esto es el conocimiento de que existía otro mundo tan completo como el suyo, que se había ido desenvolviendo armoniosamente a su lado, siguiendo sus propias leyes y que, colmo el suyo, se había desprendido lentamente de lo que entorpecía el juego de su fuerza, el movimiento de sus músculos. Para Sancho, este es el momento en que comprende que eran otros que los ligamentos del interés los que lo unían a su amo. Con la ayuda de la imagen terrena y ruda jamás comprenderá. El no es Calibán shakespereano, desterrado de toda luz, materia que no será nunca espíritu, sino una especie de genio intermediario como los que concibió la mitología griega; aquí, espíritu inclinado a la materia, demasiado conocedor de sus leyes para elevarse rápidamente de ella hacia las alturas. El conocimiento de las condiciones le impide en parte ver lo que está más allá de las condiciones; esto, más en el pensamiento que en la deducción que se obtenga de sus propias acciones, que en sus acciones mismas. Por esto, a ciegas, sin tropezar, sigue el camino verdadero. En este mundo basta tener el instinto de lo bueno, —Goethe lo sabía muy bien—, para estar salvado. Y Sancho lo está en la conciencia de todos. Mefistófeles o Calibán en la de ninguno, porque no lo tuvieron.

Sancho no tiene por qué vencer gigantes o malandrines, desfacer entuertos, ir por el mundo en ayuda de viudas o de huérfanos, libertar princesas encantadas, pues aun quedándose en su humilde lugar, su bondad es activa, de una actividad escondida, su fidelidad hacia seres y hacia cosas es ya anuncio de la superior devoción del caballero hacia su ideal, sabiduría en el plano del instinto, aunque ello parezca a primera vista contradictorio. En el fondo, el problema de la acción tiene para él tres soluciones. La del mal, que no define y que es, aparentemente, casi una categoría. La del bien, que puede ser conscientemente activo (Don Quijote), o sin conciencia, por una pobreza de espíritu (Sancho).

El problema en el fondo, es siempre el mismo: el conflicto de las partes más bajas del ser con las más altas, y la ulterior armonía de éste consigo mismo. He aquí donde Cervantese ha descubierto algo de una importancia inusitada. Es posible ser sabio sin buscar serlo. Sancho es una respuesta al problema. Sin pasar por la etapa de una conciencia dividida entre los cuidados de la tierra y los del cielo, se puede llegar a un alto grado de sabiduría. El problema de hecho tiene dos soluciones. Fausto frente a Mefistófeles, Próspero frente a Calibán. Don Quijote en pugna contra todas las formas del mal, es el género de solución propia a los más altos ejemplares humanos. Sancho es la otra, la que ignora el problema, y actuando como si éste no existiera, la está dando a cada momento una solución adecuada.

Cervantes es, eminentemente, un renacentista: la búsqueda de Dios ha quedado suplantada por la búsqueda del perfeccionamiento interior, de la lograda y total armonía de una vida plena, armonía que para Cervantes, en el caso de Sancho, se puede conseguir, sea todo lo que se quiera de paradójica, aun sin buscarla, Existe propiamente una sabiduría que no es sabiduría; pero que es sabiduría. Sancho es el símbolo de ello. El héroe de la sabiduría del sentido común.

Don Quijote se hace de golpe dueño de sí mismo, y para siempre. Es entonces cuando comprende a Sancho, y éste, del más digno de los escuderos pasa a ser el más digno de los hombres. Se percibe recién que no fue el azar el que los juntó, que aun si no hubieran vivido en las cercanías se habrían juntado, porque son algo más que dos hombres que han salido a correr las mismas aventuras y que de vuelta se encuentran, porque no hay ninguna razón de separarse, todavía juntos.

Don Quijote debe evolucionar como representante de la inteligencia. Sancho no, porque es el instinto. Sancho sólo se puede compenetrar cada vez más con su destino,, y es lo que hace. En el alma de don Quijote el tiempo va inscribiendo su cifra, la hora mala o buena es riqueza adquirida que por sí sola, en silencio, va fecundando. De ahí, reformando su ideal, reconociendo, más que ante nadie, frente a sí mismo lo que éste posee de innatural, que don Quijote conquiste lo único que le quedaba por conquistar: el dominio sobre sus propios sueños, la sabiduría de que este mundo está bordado sobre el "tejido de los sueños". Pero antes de llegar a esto era necesario recorrer la ancha o estrecha ruta, la larga y trabajosa vía del ideal heroico, porque sólo la milicia obtiene frutos. El lugar donde nacimos es rico si se vuelve a él, si este no es Sancho, y aún es conveniente que Sancho también tenga aventuras que contar en las largas veladas. El alma se recobra frente a los paisajes familiares, ante la vista de la eterna rutina. (Quizá el desequilibrio del hombre moderno tenga en la pérdida de esto uno de sus orígenes). Don Quijote pudo mirar a través de ello la eternidad como a través de un agua clara. Todas sus hazañas pasaron ante su vista, y la nada de las cosas de este mundo se hizo evidente, con nostalgia quizá; pero sin dolor, porque ya estaba con una mitad del ser fuera de este mundo.

El Honorable Don Quijote de La Mancha3

Humberto Peduzzi Escuder
Publicado en "Asir" Revista de Literatura
Nº 34 Abril de 1954

Texto recopilado, digitalizado y editado por mi, Carlos Echinope, editor de Letras Uruguay. Al día de la fecha, 11 de agosto de 2016, este texto no se encontraba editado en ninguna web. Se agrega video para complementar el texto, e imagen.  echinope@gmail.com - https://twitter.com/echinope

 

 

 

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