El sexo, ¿es lo mejor que hay? |
Para
la mayoría de los hombres y mujeres, elogiar y poner en primer plano el
placer que da el sexo casi no tiene discusión, porque nadie puede
negar que hacer el amor es uno de los goces supremos de los seres humanos.
Entonces, ¿por qué preguntamos si el sexo es lo mejor que hay? ¿En dónde
está la controversia? La duda a discernir es si existe alguna otra cosa en
el mundo que lo pueda superar. Por
ejemplo: ¿es mejor una mesa de manjares que hacer el amor con la mujer soñada?
¿Alguien cambiaría una noche de sexo total por un auto deportivo? ¿Podríamos,
si nos dan una enorme suma de dinero, soportar la abstinencia amatoria para
siempre? ¿Seríamos capaces de perder nuestra capacidad sexual a cambio de
un lugar de mucho poder? Muchos dirán, en cualquier caso, que prefieren las
dos cosas, pero debemos imaginar que si tomamos una no podemos tener la otra
nunca más. Si no lo pensamos así, la encuesta no sirve. ¿Y quién se
privaría del sexo —para siempre— por las otras cosas? Tengo un amigo,
obsesionado por el sexo, que frente a mi pregunta sobre el orden de
prioridad entre una buena comida, un viaje por el mundo o hacer el amor, dudó
un buen rato. —No
sé que responderte —me dijo—. Me cuesta decidirme entre una comida
afrodisíaca, realizar un tour erótico por Balí o hacer el amor. Puede
haber casos puntuales en los cuales la decisión esté tomada de antemano.
Schumacher se decidiría por un auto deportivo, un etíope por la mesa de
manjares, un político sudamericano por una enorme suma de dinero y los
curas no tendrían problema en la abstinencia amatoria. Ahora
bien, si imaginamos que la prioridad está en el sexo, si queremos que una
relación sexual se transforme en lo mejor del mundo, hay que pensar que
deberíamos poder contárselo a los demás. Si no, ¿qué gracia tiene una
brillante relación sexual si no puede ser disfrutada en la reunión en el
bar? En este sentido, siempre tuve la duda con que gozamos más, si con
hacerlo o con contarlo. Y es que a veces ponemos tanto énfasis al relatar
la hazaña amatoria, que no falta alguien pidiéndonos el nombre de tan
gloriosa partenaire. Porque, si gozamos tanto, desde el vamos descartan que
la susodicha pareja fue nuestra legítima esposa. Vale la pena aclarar que
nosotros, machos vanidosos, irrefrenables e insaciables, cuando hablamos de
una relación sexual a todo lujo dejamos de lado el deber conyugal, algo tan
parecido al amor como lo es un abogado a la ley. Convengamos,
por otro lado, que el problema de optar entre algo material y el amor es
casi exclusivo de los hombres. Porque en las mujeres la disyuntiva se
resuelve muy fácil: entre hacer el amor o tener una buena cena o recibir
dinero, ellas eligen hacer el amor sin dudar. Ellas saben que antes de hacer
el amor siempre disfrutan de una buena cena y después de hacerlo podrán
disponer del dinero que quieran. Yo considero que hacer el amor con una hermosa mujer es lo más grande que hay y es el mayor sueño de cualquier tipo, que no lo cambiaría por ninguna otra cosa material. Aunque, les aclaro, siempre que pensé en ello tuve el temor de que, si se concreta esta fantasía, esa hermosa mujer tal vez viva nuestro sueño como si fuera una pesadilla. |
Julio César Parissi
De "Las
Mujeres Son Un Mal Necesario"
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