Secretos de boliche |
—¿Vos creés en los ovnis? —sentí desde una mesa cercana. Con el rabillo del ojo, tratando de no delatar que la frase llamó mi atención, observé que un barbudo le hacía esa pregunta a otro barbudo. Qué idiotez, pensé. Desde el vamos la pregunta está mal hecha, y eso delata a un tipo de pocas luces. Debería haber dicho si creía en platos voladores o en alienígenas o en marcianos, porque ovnis es todo aquello que vemos y desconocemos su origen. No es necesario creer en ellos. Están ahí. Como el otro tipo no respondió, uno de los barbudos volvió a repetir: —¿Vos creés? El otro pitó el cigarrillo y trató de desviar la mirada hacia el techo, para no responder. Cualquier boliche de la calle Corrientes es refugio de la charla de los porteños, sea cual sea, sublime o delirante, de grandes pensamientos o reflexiones modestas. Se hizo un silencio, hasta que el otro, al no obtener respuesta, decidió responderse a sí mismo: —Yo creo —dijo—. ¿Y vos? El barbudo del cigarrillo apoyó las dos manos sobre la mesita, arrimó la cara al otro. Confidente, de manera casi imperceptible y con la mirada de quien descarga algo secreto y terrible, le dijo: —Tuve una abdución. |
Julio César Parissi
De "Breves
cuentos porteños"
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