El misterio de la buhardilla |
Tal vez porque mi amigo las conoce bien, no le cabe ningún verso sentimental, nostálgico o misterioso. —Yo miro esa
buhardilla, ¿ves? —me dice, señalando desde el bar «El foro» la cúpula
de un edificio antiguo que está más allá de Tribunales—. No puedo
encontrarle ningún misterio a eso, ni siquiera ningún encanto. ¿Qué
hay allí? ¿Un techo con maderas apolilladas, pisos rotos y manchados,
revoques descascarados? Esas cosas no me sugieren nada, ¿qué querés? Tiene razón, en ese lugar no hay misterio. Pero él no sabe —como lo sé yo—, la vida que tuvo el carpintero que armó las vigas del techo, un hombre venido del frío de Europa, que huyó de la guerra del ’14 asqueado de la matanza, que se metió a colaborar como espía de los ingleses en el Buenos Aires del ’40, que vivió con identidad falsa durante varios años y que, ahora muerto, ya nadie, ni su familia, se acuerda de él. La buhardilla no tiene misterio; el misterio está alrededor de ella. Un misterio demasiado escondido para verlo. |
Julio César Parissi
De "Breves
cuentos porteños"
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