El feminismo, ¿ya fue? |
Se me hace que el feminismo quedó en el siglo pasado. Por lo menos eso es lo que se desprende de las nuevas actitudes de la mujer frente a la vida y a su futuro. Hoy en día, cuando las cosas se han vuelto tan difíciles y la crisis no da tregua, se acabaron las actitudes heroicas, vanguardistas y aguerridas. Las mujeres se volvieron más conservadoras y decidieron ser fieles al viejo dicho que aconseja mantener lo seguro por lo que podría ser mejor, o sea, no intentan cambiar de caballo en mitad del río. No es necesario explicar que, en el caso de las mujeres casadas o en concubinato, este dicho se refiere al marido. Es muy difícil observar en la actualidad a aquellas mujeres de principios del siglo XX, que se veían enojadas, vociferantes, vestidas de negro —supongo yo, porque no había fotografías en color—, enarbolando pancartas y despreciando todo aquello que siempre rodeó al mundo femenino desde la Mil y una Noches para acá, y antes aun. Me refiero a los perfumes, la lencería sensual, los maquillajes, los peinados y las ropas de última moda. Hoy eso quedó casi de lado, y hasta la mujer del verdulero nos atiende de tacos altos, y maquillada de tal manera que parece un travesti salido de una película de Almodóvar. La liberación, usando el argumento de la fuerza y emparentándose así con el supuesto dominador, ya no tiene razón de ser. Ahora ocupan su lugar y nosotros les reconocemos sus méritos, no sólo físicos sino intelectuales. Las mujeres son naturalmente más inteligentes que nosotros y es por esa razón que, desde que pudieron o tuvieron el valor suficiente, buscaron liberarse de la fuerza bruta de los hombres para hacer prevalecer su mayor raciocinio. Está bien que eso suceda porque en la continua evolución de la especie humana la capacidad intelectual debe privar sobre el músculo, y las mujeres son un ejemplo vivo de cómo prevalece el intelecto a lo físico. Yo he escuchado que a ellas les encanta leer a García Márquez, a Savater y a Paul Auster, que van a todas las exposiciones de pintura y no se pierden ninguna noticia sobre las muestras del museo de Arte Moderno de Nueva York, que aman a Picasso, que suelen interesarse por la filosofía de Nietzche, que saben sobre el tema de globalización y que su adicción a la televisión pasa por ver todo el día canales como Discovery o History. Usted dirá: —¿De dónde saca este tipo esas cantidad de inexactitudes? Si no cree, escuche lo que dicen todas las jovencitas que van a los castings para ser modelos o cantantes pops, a la hora de mostrar sus méritos intelectuales pour la galerie, y verá que no le exagero nada. Cambie Nietzche por Aristóteles o cambie a Picasso por Dalí, si quiere, pero sus preferencias siempre serán así de elevadas. Para reafirmar mi teoría de que el feminismo está en baja, le aseguro que hoy dejaron de tener mucho sentido las consignas de antaño. El amor libre y el voto femenino, dos de las máximas expresiones de la lucha liberadora de la mujer, no son una prioridad en estos días. Se han dado cuenta que el amor libre también libera al hombre de tener una relación estable y por consiguiente su obligación de aportar para la casa. —¿Tú quieres ser libre? Yo también. Au revoir —le dice el hombre moderno, esquivo a tomar obligaciones, por temor y por ser, además, totalmente insolvente. Las mujeres serán feministas, pero no estúpidas, y antes de quedarse sin un peso en la cartera prefieren dejar de lado algunos principios. Y en cuanto al voto femenino, éste demostró ser tan malo como el voto masculino, a juzgar por los gobernantes que tanto hombres como mujeres elegimos en todo el planeta. Con el correr de los años fueron ocupando lugares importantes y ya su lucha no tiene tanta razón de ser como antes. Quizá por eso, últimamente, muchas dejaron el feminismo a un costado y se han resignado a volver a dormir con el enemigo, como dicen ellas. Y, le digo la verdad, el enemigo —nosotros— no las debe tratar tan mal, porque duermen bastante tranquilas. Y si el enemigo no las deja dormir tranquilas, mucho mejor. Además, creo que la causa fundamental por la cual el movimiento feminista ha entrado en franca decadencia se debe a que las mujeres se dieron cuenta de algo que durante mucho tiempo habían pasado por alto. Me refiero a lo ilógico de la lucha para liberarse del hombre. ¿Entienden lo que digo? Liberarse del hombre. ¿Cómo es posible que hayan gastado tantas décadas tratando de emanciparse del género masculino? ¿Cómo es posible que hayan hablado de liberarse? Piensen un poco: ¿quién encuentra lógico que alguien busque liberarse de su mascota? |
Julio César Parissi
De "Las
Mujeres Son Un Mal Necesario"
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