Es el destino |
Los
dos estaban predestinados a conocerse y, es muy probable, a amarse para
toda la vida. Estaba hecho el uno para el otro. Él tomaría el tren en
Federico Lacroze; ella subiría a ese mismo tren en la estación Devoto.
Él estaría sentado leyendo ese pequeño diario que regalan en el subterráneo
y ella se le sentaría al lado. Lo demás iba a ser sencillo, se suponía.
Pero, cuando llegó a la estación Lacroze le dijeron que los trenes no
salían. —Hubo un paro sorpresivo —le explicaron. No dudó mucho y decidió hacer el viaje a su casa en dos colectivos; iba a tardar más, pero no tenía otra opción. En la estación Devoto a ella le dijeron lo mismo y se tomó un remis. Él bajó de un colectivo y esperó el otro, que tardó en llegar. El remis pasó por el mismo lugar por donde pasaba ese colectivo, sólo que media hora antes. No hubo forma de que se encontraran ambos, en algún momento y en algún sitio. Podría haber sido un gran amor. Pero la vida tiene esas cosas. |
Julio César Parissi
De "Breves
cuentos porteños"
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