De poetas |
Nicola
vende en los bares. Si me preguntan ahora qué es lo que vende, no sabría
decirlo. Creo que, en el fondo, Nicola hace que vende. Más bien, se pasea
por los bares y circula entre las mesas esperando que alguien diga algo
para engancharse a charlar. Lo extraño de todo esto es que el tema de
conversación de Nicola es la poesía. No sé si vende sacapuntas, pañuelos,
lapiceras de Taiwán o relojes; sé que su afán es tocar el tema de la
poesía. Sus pupilas azules,
movedizas, hurgadoras, están pendientes de encontrar un interlocutor.
Cuando logra dar con uno, habla sin detenerse ni para tomar aliento. —Yo dije ayer, en una
reunión de poetas —comenta Nicola. Y, enseguida, dice dos o tres versos
propios escritos con aires lorquianos, de ritmo contundente y parejo.
Luego recuerda a sus amigos poetas, tan admirados por él. En algún
momento extrae de su memoria una cita hecha por un clásico como manera de
reafirmar algo que ha dicho. Va y viene entre versos y poetas en todo el
tiempo que sus ocasionales interlocutores le permiten, antes de volver a
las charlas que mantenían cuando se les acercó este extraño vendedor. Nicola vive en poesía.
Intenta que los demás también lo hagan. Hoy me regaló un libro. |
Julio César Parissi
De "Breves
cuentos porteños"
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