nota:
[1] Del lat. dea.
1. f. poét. diosa.
La pintura del Tiziano poema de Emilio Oribe del libro "El castillo interior"
Tiziano - Amor Sacro y Amor Profano (Galería Borghese, Roma 1514) |
I
Amor sagrado
En Ella se ha engarzado mi abstracción pesimista igual que en una joya una enorme amatista.
En su rostro ovalado las ojeras violadas desfloran un litúrgico resplandor de baladas
Pasa entre mis palacios, sin hablar, taciturna, en cuyo fondo un ópalo no deja de brillar.
Es pálida y la risa no florece en su boca; pone un matiz de ámbar en todo lo que toca.
Un lacre de silencio en sus labios descuella, y cuando alguna cosa le pregunto me mira fijamente, pone su rostro junto
al mío y con el índice
mi torpe labio sella. y la he visto en la noche difundirse en la niebla incorpórea y voluble de los rayos lunares.
Cuando muestran sus gemas tintes de calcedonias y avanza, entre el airoso despliegue de las faldas, brillan con el prestigio de arcaicas ceremonias en la luz de sus ojos, húmedas esmeraldas.
Unge sus dedos diáfanos entre joyas triunfales y se enciende en dulce rubor trayendo de esfumadas tierras inmemoriales, en una mano un tirso y en la otra una flor.
arde su corazón como grano de incienso. y la sigue una estela de místicos aromas, y en su saliente pecho oculta dos palomas entre los blancos velos de las siete virtudes.
El jaspe sonrosado de sus líneas, se eleva entre un prodigio de formas virginales y se oye un resonar de flautas apolíneas
detrás de sus
sandalias musicales. y en interior meditación me pierdo, cuando se alza en mis noches la Dea[1] transparente y enciende los carbones del recuerdo.
Ha siglos que me busca a través de leyendas y en las comarcas más terribles, soñando con las líricas y nupciales ofrendas de nuestras bodas imposibles.
Yo vi su urdimbre inmaterial y leve,
prolongarse en las frágiles
creaciones de la nieve. en la paz voluptuosa del trópico quemante.
¿Quién es? ¿De donde viene? No he podido descifrarlo jamás. Cuando evidencio mi sed de precisarla lo impiden el latido de su convulso pecho, su rostro adolorido y el índice en los labios que me implora silencio.
Presidiendo las íntimas regiones interiores siempre la vi a mi lado; cuando hablo con mí mismo y gusto mis dolores,
cuando estoy en contacto
con mis sueños mejores:
La Otra es muy distinta. trayendo entre los labios sensaciones perversas. Favorita del goce de los harenes persas ella habitó los lúbricos serrallos del Oriente.
Sus ojos idumeos son bárbaros y absurdos y tienen las crueldades de los látigos kurdos.
Es una afirmativa para los indecisos,
Cuando la veo a mi lado limito mi horizonte con los rosales mórbidos del jardín de Anacreonte.
Ella posee el secreto de la sangre inclemente. de su beso y vislumbra cuando el cuerpo gallardo, se ha de entregar vencido entre su carne ardiente.
Como la Esfinge es muda, si uno la interroga al ver que entre sus tálamos la juventud se ahoga.
En Bethulia fue célebre. Y narra la leyenda que ella cedió su perversión felina, el puñal y la hermosa vestimenda a Judith, la heroína cuando Holophernes la llevó a su tienda!
Ella fué más potente que las lanzas romanas y triunfó en las magníficas bacanales capuanas.
Y tal vez una noche de ebriedad y lujuria la inició un mercenario de Aníbal en la orgía, que enervó la firmeza y aplacó la energía de los conquistadores de los campos de Etruria.
Quien sabe si no ha sido de algún Borgia la amante y su cuerpo pagano, cayó — púrpura y oro — agonizante bajo el puñal finísimo del príncipe italiano.
Sé que hoy se ha detenido en medio de mi senda. y tallaré en su cuerpo tentacular e impuro la espada que ha de abrirme la marcha hacia el Futuro.
Después, como Sigfrido que partió con su acero
el yunque en que forjara su símbolo guerrero.
Y seguiré hacia mis conquistas, ágil e invulnerable y con el cuerpo vano, después de haber vencido este Amor Frágil y Profano!
III yo poseo el origen de toda fuerza viva y constante: pues ya veis que levanta mi frente pensativa junto al laurel perenne, la rosa fugitiva.
Lo inmortal y lo frágil, lo divino y lo humano albergo en mis entrañas con goce soberano, y al igual que la eterna pintura del Tiziano junto al sagrado amor tengo el amor profano! |
nota:
[1] Del lat. dea.
1. f. poét. diosa.
Real Academia Española
poema de Emilio Oribe
del libro "El castillo
interior"
Imprenta y casa editorial "Renacimiento"
Montevideo, 1917
Ver, además:
Emilio
Oribe en Letras Uruguay
Editor de Letras Uruguay: Carlos Echinope Arce
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